En una pequeña plaza ubicada a metros de 221B Baker Street, la mítica dirección de la residencia del detective Sherlock Holmes, se encuentra una tienda intrigante.
En su vitrina se despliegan una serie de curisosos artefactos de alta tecnología que no se verían mal en un set de filmación.
En la tienda Spymaster encuentras todo lo que un agente encubierto podría querer, desde anteojos de visión nocturna o un bolígrafo que puede escanear documentos, hasta una caja de pañuelos de papel que esconde una cámara de video.
Es la clase de negocio que podría haber hecho las vidas de Sherlock Holmes y el Doctor Watson mucho más fáciles, si no hubiesen estado tan fascinados con la idea de confiar sólo en el ingenio, corriendo por las calles adoquinadas de Londres.
Aunque, es necesario decirlo, probablemente Spymaster no provee de equipos a los agentes del MI5 o MI6, los servicios de inteligencia británicos.
Sus clientes son, en cambio, guardaespaldas que necesitan discretos chalecos antibalas, socios de negocios muy desconfiados, gente que quiere monitorear a sus seres queridos que están en asilos.
Y también detectives privados...
"Ellos comienzan con algún dispositivo de rastreo y cuando el tiempo pasa y ven que funciona, van incorporando otras cosas", dice Julia Wing, la encargada de la tienda.
De alguna manera, la rutina moderna de los detectives privados es más sencilla que la vida en los tiempos de Arthur Conan Doyle.
Por sólo unos cientos de dólares se puede adquirir un equipo de GPS para plantar en un auto.
Eso permite rastrear a alguien automáticamente cuando sale del perímetro y ahorra mucho tiempo de estar sentado haciendo guardia bajo la lluvia frente a la casa o el auto del objetivo.
"Seguir a una persona consume mucho tiempo. Esto hace el trabajo por uno", indica Wing.
Elemental
La Gaceta de la Sociedad de Abogados estima que hay unos 10.000 investigadores privados en el Reino Unido. James Harrison-Griffiths es uno de ellos.
Su compañía, llamada Aitch-Gee Investigations, ofrece una gama de servicios como rastear a gente desaparecida, investigar bienes y averiguar sobre accidentes o heridas personales.
Su especialidad es, sin embargo, algo más macabro: "La mayor parte de mi trabajo es investigar muertes sospechosas".
"A veces la policía concluye que se trató de un suicidio, pero la familia de la víctimas no está convencida. Ellos llegan a mí a través de un abogado y yo hago mis propias averiguaciones", dice el detective.
Esto implica muchas veces buscar pistas que fueron ignoradas en la investigación inicial, como en el caso reciente de un joven que se perdió tras salir de una discoteca y al encontrar su cuerpo en un canal la policía determinó que se había quitado la vida.
Tras revisar la evidencia fotográfica, Harrison-Griffiths llegó a la conclusión de que los agentes del orden no habían visto determinadas heridas sospechosas.
"Expusimos ante la policía las nuevas evidencias y ellos reabrieron el caso", señala el detective.
El trabajo de Harrison-Griffiths implica obtener información muy sensible y su pasado de 30 años como inspector a cargo del equipo de homicidios de la policía británica lo ayuda a mantenerse del lado correcto de la ley.
"Para los investigadores privados, el conocimiento de la ley es fundamental, uno no puede simplemente meterse a hurgar en la información bancaria o los registros telefónicos de alguien", dice.
Después de todo, no tiene sentido construir un caso a partir de evidencias que luego serán inadmisibles en un tribunal.
Aitch-Gee Investigations es uno equipo reducido de dos empleados, Harrison-Griffiths y su esposa Maureen, quien trabaja como su secretaria. Aunque, igual que Sherlock, él recurre ocasionalmente a analistas externos.
"Cuando se trata de temas que tienen una implicación legal, sea una muerte o una investigación financiera, uno no lo puede hacer solo. Para eso existen los contactos de expertos que pueden ayudarnos".
Pero la habilidad fundamental, tal como lo reconocerían Harrison-Griffiths y Sherlock Holmes, es algo que no puede ser cubierto con la nueva tecnología.
"Una de las cosas más importantes es escuchar. Dejar que la persona que habla con nosotros nos suministre las pistas. Hacerles preguntas difíciles y esperar las respuestas", manifesta el dectective y agrega:
"No hay que temer al silencio, tu entrevistado puede estar intentando encontrar una salida a una situación complicada. No hay que facilitarles la situación ofreciéndoles una salida".
Recompensas
Los investigadores privados suelen cobrar alrededor de US$300 por hora, pero algunos piden más del doble en función de las exigencias del trabajo en particular.
La responsable de Spymaster, Julia Wing, señala que en estos días, con tanta tecnología disponible, casi cualquier persona puede convertirse en un detective privado con una inversión de algo más de US$2.000 en el "kit básico".
Paul Hawkes, un veterano de la industria que fundó la compañía Research Associates en 1977, está de acuerdo en que la nueva tecnología está cambiando el negocio de detección privada.
Recuerda que tuvo un momento complicado a principios de su carrera, cuando un agente del Mossad convertido en distribuidor de armas quería discutir con él algunos casos de amenazas de muerte sin resolver.
"Es un gran rompecabezas", dice.
"Nadie puede trabajar en la industria sin una buena comprensión de lo que hay en internet", explica.
Hawkes señala que las leyes de privacidad han estrechado los datos con acceso permitido, sin embargo hay "depósitos" de información privada disponible libre y legalmente en internet que compensan el vacío.
De todas formas el investigador señala que la habilidad del detective para utilizar los datos, desarrollar una hipótesis y luego probarla rigurosamente es lo principal.
Hawkes recordó un caso reciente de un asesinato en Grecia en el que pudo involucrar a miembros de pandillas Londres.
Él utilizó publicaciones de redes sociales para identificar quién estaba presente, cuándo y dónde.
"Fue relativamente fácil debido a la red, por saber cómo funciona todo. Pero los padres (de la víctima) pensaban que yo era un mago", apuntó Hawkes.
Los trabajos más grandes se los quedan las empresas de investigación establecidas como Kroll, que han construido su negocio en torno a la realización de investigaciones en profundidad para las corporaciones, los bancos y los gobiernos.
Aunque Kroll está en una escala diferente, su trabajo sigue siendo, esencialmente, desenterrar la información que alguien está tratando de mantener oculta.
"La atención se centra normalmente en el rastreo de fondos y en proporcionar evidencia para respaldar la recuperación de dinero o bienes", dice Tommy Helsby, presidente del grupo de investigaciones y disputas de Kroll.
"Es en gran medida lo que hace Sherlock Holmes. Los métodos son diferentes, pero el desafío intelectual es el mismo", concluye.