Las cosas para las que realmente te sirven las app para hacer ejercicio
La mayoría ofrece tanta información que para computarla adecuadamente resulta necesario un grado de especialización avanzado.
Pero pese a lo complejo de esos números y gráficos, los dispositivos y aplicaciones dirigidas al mundo del fitness se han convertido en compañeros inseparables de millones de personas que hacen ejercicio.
La clave está en el proceso de selección que se realiza para filtrar qué datos son los más importantes para cada uno y cuáles son mejor descartar.
En este sentido, un estudio advierte que algunos de ellos no son precisos y producen una falsa realidad que condicionan el comportamiento de las personas.
Según científicos de la Universidad de Stanford, la mayoría de los dispositivos ofrecen una lectura bastante acertada sobre el ritmo cardíaco pero no así la que calcula las calorías quemadas.
Los resultados de esta investigación recomiendan tener cuidado sobre cómo juzgar la información que recibes y la manera en la que utilizas estos dispositivos.
Asimismo, instan a las compañías a revelar cómo funcionan sus dispositivos para determinan la diferentes variables que calcula.
Las pruebas
La precisión de siete dispositivos de muñeca fue puesta a prueba en 60 personas voluntarias que fueron sometidas a sesiones de caminata, carrera y de bicicleta.
Entre ellos, seis -Apple Watch, Fitbit Surge, Basis Peak, Microsoft Band, PulseOn y MIP Alpha 2- ofrecieron un estimado bastante fiel del ritmo cardíaco de la personas que los portaban, con margen de error menor al 5%.
El único que obtuvo un resultado inferior fue el Samsung Gear S2, que terminó con un margen del 6,8%.
Pero en cuanto a la cantidad de energía que se necesitó para llevar a cabo el ejercicio, las medidas estuvieron muy lejos de las reales.
Ninguno de los dispositivos logró un margen mejor que el del 20% y en algunos casos la diferencia fue mucho peor.
Esto demuestra que es necesario conocer las ventajas y limitaciones de los dispositivos, como advirtió el doctor Euan Ashley, del departamento de medicina cardiovascular en la universidad de Stanford, Estados Unidos.
"Se trata de estimados", señaló. "Si vas al gimnasio y piensas que perdiste 400 calorías es posible que creas que tienes un margen de 400 caloría para jugar".
Lo que se convierte en un problema cuando las personas basan su dieta dependiendo del número de calorías que queman por día.
La diferencia entre ambas mediciones se debe a que la tecnología para registrar el ritmo cardíaco ha evolucionado considerablemente en los últimos cinco o seis años, pero en cuanto a la energía que se gasta "no está en ese nivel todavía".
Otra razón es la manera de seleccionar las variables que se toman para hacer los cálculos, algo que puede cambiar mucho dependiendo de la persona.
Como ejemplo menciona la popular recomendación de caminar 10.000 pasos al día.
Si para una persona esa distancia representa la pérdida de unas 400 kilocaloría, para otra puede aumentar hasta las 800 kilocalorías dependiendo nada más de la estatura y el peso.
A esto habría que añadir otras variables como el ritmo cardíaco y la intensidad del ejercicio.
Transparencia
El doctor David Ellis, catedrático de informática en ciencias sociales de la universidad de Lancaster, Reino Unido, considera que calcular el número de calorías que se queman puede ser un proceso muy complejo y se basa en muchos más factores que los mencionados.
"Pero como la compañías no comparten los algoritmos que utilizan -los cuales se van actualizando constantemente- resulta casi imposible por ahora saber el margen exacto de error", resaltó.
Tal vez lo más importante, agregó, es que estos dispositivos pueden tener un efecto positivo en los niveles de actividad física de las personas, por lo que una lectura 100% precisa puede que no sea tan relevante como la motivación para hacer ejercicio.
Sin embargo, como reveló un estudio recientemente, esto no siempre ocurre y en algunos casos resulta contraproducente ya que las personas terminan consumiendo más alimentos y calorías que las que queman.
La clave, consideran los investigadores, es que los fabricantes de este tipo de tecnología sean más transparentes con la información que ofrecen para asegurarse de que los usuarios tengan conciencia de sus limitaciones.