Esta es la historia de Becky, una madre británica que contrajo el virus del VIH poco antes de cumplir 30 años.
Decidió contar su historia porque cuando supo que había contraído el virus no encontró muchos testimonios de mujeres que hablaran sobre los desafíos que representa para una misma, y para otros otros, aceptar y convivir con el virus.
Esta nota está escrita en primera persona y es una adaptación del testimonio que recogió Natalie Ktena para BBC Three.
Estaba nerviosa. Me encontraba sentada con mi hija en las rodillas frente al profesional sanitario pronunciaría las palabras que cambiarían mi vida para siempre: "Su prueba de VIH ha resultado positiva".
¿Cómo? Sentí frío por el shock. Mi cuerpo se entumeció completamente, mientras las lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas.
Un millón de preguntas asaltaron mi cabeza. En aquel entonces tenía unos treinta años y me preguntaba si llegaría a vivir más allá de los cuarenta. ¿Sería capaz de tener más hijos? ¿Volvería a tener una relación alguna vez? Pero todo lo que pude decir fue una frase: "No, eso no es posible".
Y empecé a recordar cómo había llegado a esa situación.
Sexo sin protección
Después de separarme del padre de mi hija, con quien tuve una relación de 10 años, me inicié en las citas por internet. Fue ahí donde conocí al hombre que acabó pasándome el virus.
Me volvió loca desde el primer momento. Y fue tan solo poco después de iniciar mi relación con él que contraje el VIH. Él portaba el virus en el momento en que lo conocí, pero no lo sabía en ese entonces. Fue algo que descubrimos juntos.
La primera vez que tuvimos relaciones sexuales usamos protección. Y la siguiente, pero una vez nos quedamos sin preservativos y lo hicimos igual, nos dejamos llevar por el momento. Después, la situación volvió a repetirse una y otra vez.
Creo que cuando empezamos le había preguntado si se había hecho las pruebas, pero estaba tan emocionada de que hubiese alguien nuevo en mi vida que el tema de la salud no me importó en un momento en el que yo teníacon la autoestima bastante baja. Quizás hubiese hecho las cosas de otra manera en otras circunstancias.
Decidí hacerme las pruebas porque llevaba un tiempo sintiéndome muy cansada. Había leído que la fatiga era uno de los síntomas del VIH, pero nunca pensé que esa podía ser una posibilidad real.
Los dos nos hicimos la prueba al mismo tiempo, pero mis resultados llegaron antes. Mi pareja vino conmigo a la clínica así que yo misma se lo dije. Empezó a llorar y a pedir disculpas.
Compartir una experiencia tan traumática nos unió más, nos aferramos el uno al otro en busca de apoyo. No estaba enojada en ese momento. Él no sabía que tenía el virus, entonces, ¿cómo podría estar enojada? Y es verdad, él no usó condón, pero tampoco le pedí que lo hiciera.
Vivir con SIDA
En sus etapas iniciales, el virus tuvo un fuerte impacto en mi cuerpo. Mi intestino se deterioró gravemente y perdí algo más de 40 kilos en apenas cuatro meses. Me volví frágil y débil.
Me recetaron medicamentos tan pronto como me diagnosticaron, y pronto se volvieron indetectables, lo que significa que mi tratamiento redujo el nivel del virus en mi cuerpo a niveles extremadamente bajos. No es una cura definitiva en absoluto y si dejo de tomar mi medicación, la carga viral aumentará nuevamente.
Pero si alguien ha estado tomando medicamentos eficaces contra el VIH y su carga viral es indetectable durante al menos seis meses, no puede transmitir el virus a través del sexo. Sigo necesitando condón para protegerme de otras enfermedades de transmisión sexual y me hago exámenes regulares de salud sexual para asegurarme de que estoy bien.
Tener relaciones sexuales con el hombre que me había transmitido en VIH hacía que no tuviera que preocuparme sobre cómo serían mis relaciones futuras pero después de un tiempo nuestra relación se acabó, por razones que nada tenían que ver con el virus.
El virus y las citas
Pero volver a salir con otros hombres fue algo difícil.
Hace poco conocí a un hombre en internet con el que podía imaginarme un futuro. Podíamos quedarnos despiertos toda la noche hablando y la química era excelente. Cuando pensé que podría convertirse en una relación, le dije cuál era mi estado de salud, pero no funcionó. Se asustó muchísimo, podía verse la sorpresa en su cara.
Le expliqué que mi estado era indetectable y por tanto también intransmisible, pero él solo quería salir de mi casa. Estaba en shock.
La experiencia me hizo sentir culpable por no haberle dicho nada antes, pero todavía me siento bien por habérselo contado, a pesar de que lo nuestro no funcionó.
Ahora sé que mi futuro compañero tendrá que ser alguien comprensivo. Esa ha sido una lección muy valiosa.
Otros hombres que he conocido han sido mucho más comprensivos.
De hecho, conocí a un chico en una aplicación de citas para gays. Él era bisexual y no portaba el virus del VIH. Conversamos a través de la aplicación y acabamos encontrándonos y acostándonos.
Cuando le dije que cuál era mi condición se mostró súper comprensivo. Dijo que había estado con otras personas en su vida que tenían el virus así que sabía que yo no podía transmitirlo.
Supongo que ahora sé que algunas personas sabrán entender mi enfermedad y otras no. Mientras me sienta feliz y cómoda en mi propia piel, podré lidiar con las reacciones de cualquiera.
De hecho, puede sonar extraño, pero lidiar con el VIH incluso me ha dado un nuevo nivel de confianza y fortaleza en muchas áreas de mi vida. En mi juventud me sentía avergonzada de mi cuerpo, pero la enfermedad y lo mal que lo pasé al principio hizo que entendiera lo valioso y precioso que es.
Ahora, cuando me voy a la cama con un chico, soy muy de "sin ropa y con las luces encendidas", algo absolutamente impensable en el pasado. Muchos hombres me han dicho incluso que tengo mucha más confianza en mí misma que otras mujeres con las que se acuestan.
El estigma
Aún así, hay mucho trabajo por hacer para luchar contra los estigmas relacionados con el VIH.
Recientemente me he metido en conversaciones en internet donde hay gente que dice que dormir con alguien con VIH es como caminar por un campo de minas. Me enojó basyante. La gente es tan cerrada y prejuiciosa.
Alguien me dijo una vez que lo más difícil de vivir con VIH es saber que tienes VIH. En mi caso eso fue cierto.
Y sí, en cuanto a mis relaciones, me gustaría conocer a alguien y tener una familia, algo absolutamente posible si decido quedarme embarazada de nuevo.
Y ahora que finalmente me siento cómoda con mi estado, sé que no hay nada que me impida tener el futuro que quiero.