Ante una afección respiratoria crónica tanto en niños como en adultos, los médicos suelen recetar usar un inhalador de dosis medida, más conocidos como “puff”.
Sin embargo, este tratamiento requiere de una técnica adecuada. “Si no se siguen las indicaciones puede haber errores que disminuyen el efecto del medicamento”, dice la Dra. Milagro Sosa, Directora Médica de Abbott.
En concreto, el 86,7% de los pacientes que usa inhalador de dosis medida comete errores en su tratamiento, de acuerdo con un estudio publicado en 2019 en la revista especializada Chronic Obstructive Pulmonary Diseases.
“El principal error en pacientes adultos es no usar aerocámara, creyendo que es solo para los niños”, explica Osvaldo Cabrera, kinesiólogo del Instituto Nacional del Tórax.
“El problema es que la vía aérea no es recta, entonces, si administras el inhalador directamente en la boca, el 80% o 90% del medicamento quedará en la faringe, sin llegar a los pulmones, por lo que tendrá muy poco efecto o efectos secundarios indeseables, como el temblor y la taquicardia. Para favorecer la eficacia de los tratamientos, se recomienda el uso de una aerocámara en todo paciente que usa un inhalador de dosis medida”, indica el especialista.
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Según el kinesiólogo Cabrera, una aerocámara debe cumplir con las siguientes características:
1. Que sea antiestática
“Estas aerocámaras que se ven blancas por dentro, a las que les pasas el dedo y queda blanco, es el fármaco que queda adherido a la aerocámara. Por eso es que, idealmente, una buena aerocámara debe ser antiestática. En caso de no serlo, se debe lavar una vez a la semana con agua jabonosa y dejar secar al aire”, explica el especialista del Hospital del Tórax.
2. Que tenga la talla adecuada
“El ideal es entre 160 y 180 ml. Si bien existen aerocámaras más grandes, de 400 ml, éstas dificultan que las personas puedan transportarlas. Entre 160 y hasta 200 es un promedio adecuado para los pacientes”, dice Osvaldo Cabrera.
3. Que sea valvulada
Osvaldo Cabrera explica que es importante que la aerocámara cuente con una válvula que se cierre al exhalar, para retener el medicamento dentro de la aerocámara, evitando que éste sea soplado hacia afuera, y que luego se abra cuando el paciente inhale. “El objetivo es que el aire entre solo cuando el paciente inhale el contenido de la aerocámara”, explica.
4. Que sea universal
Una buena aerocámara permite ser utilizada con cualquiera de los inhaladores que existen en el mercado. Así también, es importante que el diseño permita la correcta dosificación del medicamento, y que funcione con flujos respiratorios bajos, es decir, cuando tenemos baja capacidad de realizar una respiración normal.
¿Cómo usar un inhalador?
Osvaldo Cabrera explica que se debe comenzar por destapar el inhalador. “Uno ve pacientes que no han destapado el inhalador y lo ponen en la aerocámara”, asegura.
El siguiente paso es agitar el inhalador durante cinco segundos, y después conectarlo en la aerocámara. La persona debe exhalar todo el aire que pueda, y una vez que empieza una nueva inhalación, se gatilla el inhalador; es decir, se hace el puff.
“La inhalación debe ser lenta, tranquila, profunda. Una vez tomado el aire, debe contenerlo durante 5 o 10 segundos, o lo que pueda. Luego, botar el aire lentamente. Cuando se indican dos inhalaciones, se debe esperar entre 30 segundos a 1 minuto para hacer el segundo puff de la misma forma anterior”, explica Osvaldo Cabrera.