Por Pedro Schwarze
El resultado de la segunda vuelta de la elección presidencial del próximo 17 de diciembre y, por lo tanto, quién será el que se instale en La Moneda a partir de marzo, marcará en uno o en otro sentido la balanza política en la región, especialmente en Sudamérica, aunque eso no implique un giro en las corrientes continentales de este tipo o una polarización entre los países en esta parte del Hemisferio Occidental. Eso considerando que ni Sebastián Piñera ni Alejandro Guillier representan posiciones radicalmente opuestas en cuanto a política exterior se refiere y a la luz de la experiencia de los gobiernos precedentes. Así lo consideran diversos analistas de países vecinos al referirse a los comicios de Chile y el efecto que éstos podrían tener.
“La política chilena ha tenido gran estabilidad a pesar de los cambios de gobierno. Es de suponer que con ambos (Piñera o Guillier) se mantendrían los equilibrios políticos, aunque quizá con Guillier -teniendo en cuenta la influencia que pueda tener el Frente Amplio- podría haber cambios significativos”, sostuvo el analista político y ex ministro del Interior peruano Fernando Rospigliosi, al ser consultado por T13 Semanal sobre cómo se podrían ver afectados los equilibrios regionales con un resultado u otro.
El columnista del diario Folha de Sao Paulo, Clovis Rossi, considera que no habrá cambios: “No veo muchas diferencias con uno u otro en geopolítica regional”. Mientras que el analista boliviano Carlos Toranzo sostiene que “no habrá un cambio drástico, pero un gobierno de Piñera mejoraría las opciones de la Alianza del Pacífico y conduciría a un aislamiento relativo de Venezuela y Bolivia en términos políticos”.
Todo esto desde la perspectiva de que frente a factores como Venezuela, el gobierno saliente ha tenido una posición crítica o al menos distante de las medidas de Maduro (como se ha visto en el seno de la OEA) e incluso ha dado asilo a opositores; ha mantenido el impulso dado por el primer Ejecutivo de Piñera con respecto a la Alianza del Pacífico; ha construido buenas relaciones con Macri y Kuczynski (PPK), pese a las posiciones ideológicas de ambos evidentemente más cercanas a la centroderecha chilena y a su candidato presidencial, y a que la tensión y los enfrentamientos con el gobierno boliviano de Evo Morales han sido una constante en los últimos dos períodos presidenciales.
Sin embargo, para el analista argentino Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, “si la segunda vuelta arroja una derrota de la derecha, ello mostrará que no hay un vuelco hacia los modelos políticos de libre mercado, como representan los gobiernos de Argentina (Mauricio Macri) y Perú (Pedro Pablo Kuczynski)”.
Por el contrario, sostiene Fraga, “un triunfo de Guillier coincide con el hecho de que en Colombia, hoy está primero un candidato del Partido Verde (Sergio Fajardo) apoyado por fuerzas de centroizquierda; en México, donde hace meses que el candidato populista (Andrés Manuel López Obrador) está primero en los sondeos, con un sistema electoral de mayoría simple; en Brasil, Lula está ganando en primera y segunda vuelta, aunque no se sepa si la justicia le va a permitir presentarse o no”. Para el columnista argentino, puesto en este contexto, si gana la centroizquierda en Chile, “los triunfos de centroderecha en Argentina y Perú pueden terminar siendo más hechos aislados que el inicio de un cambio de tendencia regional”.
Pese a lo anterior es evidente que hace mucho que quedó atrás el auge del llamado eje bolivariano. Entonces se sumaron a esa corriente liderada por la Venezuela de Hugo Chávez -solo en Sudamérica- la Bolivia de Morales y el Ecuador de Rafael Correa, y establecieron sólidos lazos con la Argentina kirchnerista, con el Brasil del Partido de los Trabajadores (de Lula da Silva y Dilma Rousseff), con el Uruguay de José Mujica y, en algún momento, con el Paraguay de Fernando Lugo. De ese grupo solo queda la cada vez más debilitada Venezuela de Maduro y Bolivia. Eso porque pareciera que el nuevo Presidente de Ecuador, Lenín Moreno, quiere marcar distancia con su predecesor y llevar a su país por otra ruta, tal como lo ha hecho el uruguayo Tabaré Vázquez. En cambio el grupo de los gobiernos de derecha o centroderecha se ha venido engrosando en los últimos años: con Macri en Argentina, Horacio Cartes en Paraguay, Michel Temer en Brasil, Kuczynski en Perú y Juan Manuel Santos en Colombia.
En esa línea, los gobiernos vecinos inmediatos, de Perú y Argentina, se sentirían más a gusto si Sebastián Piñera logra llegar nuevamente a la Presidencia. “La ideas de PPK son similares a las de Piñera, se conocen personalmente y tienen buenas relaciones”, destacó Rospigliosi. Lo mismo ocurre con Macri, según Rosendo Fraga. “Lógicamente, Macri se encuentra más cómodo con el triunfo de Piñera que con el de Guillier, pero la relación bilateral ha mostrado tener una independencia relativa de los alineamientos políticos. La relación entre Menem y Aylwin fue muy buena pese a sus diferencias políticas y entre Kirchner y Lagos fue difícil, pese a sus coincidencias políticas”, explicó el analista argentino a T13 Semanal.
En el caso boliviano, según Carlos Toranzo, el gobierno de Evo Morales “obviamente no quiere a Piñera, pero fiel a su pragmatismo total aceptan a cualquiera. En sus discursos (Morales) habla muy mal de Piñera. Pero ya han aprendido que con izquierdas o derechas (gobernando en Chile) la relación es casi la misma. Es una contante. El resultado es el mismo”.
Argentina y Perú pasaron en los últimos años por la experiencia de segundas vueltas presidenciales que podrían señalar algunas similitudes, diferencias y proyecciones de lo que podría ocurrir en Chile. En 2015, Macri, al frente de una alianza con componentes de derecha, centro y centroizquierda, salió segundo en la primera vuelta (34%) y se enfrentó en el balotaje al candidato del oficialismo kirchnerista Daniel Scioli (37%). Macri ganó la segunda vuelta gracias al apoyo de los votantes que buscaban un cambio a las políticas de los 12 años de gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Sin embargo, durante los dos primeros años el mandatario ha debido lidiar con un Congreso controlado por una oposición fragmentada.
En las elecciones presidenciales peruanas de 2016, la primera vuelta la ganó Keiko Fujimori, con el 39,8% de los votos, seguida de Pedro Pablo Kuczynski, que solo logró el 21%. Y a pesar de que ambos candidatos “se veían muy parecidos, con propuestas similares y diferencias más bien de estilos y personalidades”, como explicó Fernando Rospigliosi, para el balotaje actuó el rechazo al fujimorismo y el “todos contra Keiko”, gracias a lo cual PPK pudo quedarse con la Presidencia, al superar a su contendora por solo 41 mil votos. El problema para Kuczynski se produjo al asumir el poder, esto porque el fujimorismo controla ampliamente el Congreso peruano y ha forzado la renuncia de varios ministros clave e incluso la dimisión de todo el gabinete, como ocurrió en septiembre pasado.