Si algo se conoce de la personalidad de Donald Trump, el aspirante republicano a la presidencia de Estados Unidos, es que no ofrece la otra mejilla.
El estilo que el multimillonario empresario ha demostrado durante su campaña esdirecto, burlón y despiadado, con el que apabulla a sus contrincantes.
No se retracta y poco se disculpa de sus comentarios improvisados y sin pelos en la lengua.
¿Por qué, entonces, cambió de tono con el papa Francisco, pocas horas después de haber criticado al pontífice por cuestionar su fe cristiana?
Tono conciliatorio
Tras su visita a México, el Papa dijo que la propuesta de Trump de construir un muro en la frontera con EE.UU. no era un acto cristiano.
E incluso la primera respuesta de Trump, aunque firme, fue bastante diferente de aquellas a las que nos ha acostumbrado.
El Papa hizo sus comentarios sobre Trump a bordo de un avión al final de su visita a México.
Fue una declaración escrita de antemano que el político empresario leyó con mucho cuidado.
Dijo que "es vergonzoso que un líder religioso cuestione la fe de una persona" y aprovechó para criticar veladamente a Obama, afirmando que como presidente "no permitiría que el cristianismo sea atacado y debilitado".
Pero, para sus estándares, su tono fue bastante moderado.
Y horas después el multimillonario empresario manifestó un tono más conciliatorio, elogiando el quehacer de Francisco y culpando, en su lugar, al gobierno mexicano.
"Tengo mucho respeto por el papa. Tiene mucha personalidad y creo que está haciendo un buen trabajo, tiene mucha energía", dijo Trump.
"De hecho, no me gusta pelear con el papa. No creo que esto sea una pelea", agregó el candidato.
¿La razón de este cambio de tono?
Muy probablemente, el hecho de que la polémica se da a pocos días de las elecciones primarias en Carolina del Sur, un estado donde la religión juega un papel importantísimo entre el electorado.
Credenciales religiosas
Efectivamente, demostrar y defender las credenciales religiosas es muy importante en el contexto político estadounidense, particularmente en vísperas de las elecciones primarias en Carolina del Sur.
Y que el líder de la Iglesia católica critique la fe de un candidato podría ser dañino políticamente, aunque la influencia del catolicismo no se compare con el poderoso cristianismo evangélico en EE.UU.
El candidato muchas veces se dirige a sus adeptos con una Biblia en mano.
Pero, además, la religiosidad de Trump ha sido objeto de constantes ataques y es uno de sus puntos flacos.
Por ello, durante toda su campaña el millonario ha intentado resaltar sus vínculos religiosos, apareciendo en sus mítines políticos con una Biblia en mano, que dice fue un regalo de su madre cuando era niño.
Y todo indica que es por eso mismo que rehuyó la confrontación directa con el pontífice, optando por afirmar que estaba mal informado sobre las drogas que cruzan la frontera y otros problemas de seguridad que hacen necesaria una frontera fuerte.
Es, tal vez, lo más cercano a una retracción que se podría esperar del vociferante precandidato republicano.
Y,le permite dejar intacta su convicción religiosa en un estado donde está liderando en las encuestas.
Como primer estado sureño en el proceso para escoger el candidato republicano a la presidencia, Carolina del Sur marcará la pauta entre el electorado conservador y de tendencia fundamentalista cristiana que domina las cruciales regiones del sur de EE.UU.