Ramón Cavieres, de Pulso Ciudadano, y los 50 años: “Ni Allende ni Pinochet salen bien evaluados”
-En la encuesta Pulso Ciudadano, Salvador Allende aparece como el principal responsable del golpe. ¿A qué atribuyes que esto suceda a 50 años del golpe?
-Hay que poner en contexto que esta es una pregunta difícil. En general, estudiar el tema del golpe de Estado, un hecho ocurrido hace medio siglo, es complejo porque las respuestas de las personas, dependiendo de su edad, tienen que ver con con percepciones, con lo que le han contado, con el imaginario que se ha ido conformando en todos estos años.
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Tampoco hay una verdad absoluta respecto a este tema. Pero lo puedes mirar de distinta manera. Si bien casi el 40% señala como responsable al presidente Allende, hay un 30% que lo asocia a las Fuerzas Armadas, un 30% a Estados Unidos, y 25% a los partidos de derechas. Esos porcentajes acumulados son relevantes. Porque las personas podían responder más de una alternativa, y así hay más asociaciones a los sectores identificados con la derecha como responsables del golpe. Allende es la figura icónica.
-¿Las posiciones sobre el golpe son ideas arraigadas que es difícil que cambien?
-Yo creo que estos fenómenos van cambiando en el tiempo y particularmente este año, que ha sido bien particular. La conmemoración de los 50 años está en un contexto muy efervescente, al menos en la elite. El estudio demuestra que la gente en su mayoría no está interesada, pero la elite política, la elite de redes sociales, ha generado un escenario polarizado. Las posiciones se han extremado en el segmento alto.
-Allende tiene un 33% de opinión positiva, que es casi el porcentaje que sacó en 1970, superando a Pinochet (26,4%). Pero pero los dos tienen tienen una alta percepción negativa: Allende un 39 y Pinochet un 51.
-Cuando la gente dice que no está interesada en este tema, se debe también a que hay un cansancio ante el exceso de información sobre el golpe. Ni Allende ni Pinochet salen bien evaluados, porque todo lo que pasó en 1973 es lamentable, hayas vivido o no esa época.
-El 42% está en desacuerdo con el golpe y el 43 % dice que no es justificable.
-Es un buen indicador, pero no es sorprendente. Quizás cuadra lo que puede ser el comportamiento histórico chileno. Hay un 33% que que está de acuerdo con el golpe, que lo considera que fue bueno para Chile. Una hipótesis podría establecer que eso representa más o menos el 30% histórico de la valorización positiva sobre el golpe que tiene un segmento más de derecha. Nunca hay que olvidar que en el plebiscito del 88 Pinochet sacó el 44%.
-Algunos han dicho que ha subido la valorización positiva del del Golpe y de Pinochet. ¿Estás de acuerdo?
-Hay un fenómeno concreto que ha hecho que la derecha, la centroderecha esté menos vergonzada del golpe. Cuando se cumplieron los 20 años, 30 años, hubo mucha crítica al golpe militar. Pero el 18 de octubre, con el estallido social, de alguna manera la derecha siente que ellos también tuvieron presidente, en este caso Piñera, que amenazados por acciones violentas que algunos querían derribar.
Creo que no son comparables, pero la derecha siente que hoy día tiene una posición de autoridad más moral entre comillas para, para justamente defender más lo que pasó el año 73 en función de lo que pasó el 18 de octubre en frente al Gobierno de Piñera. ¿Cómo hubiera sido la percepción del golpe sin el 18 de octubre? Es un interesante análisis.
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-Chile Vamos sacó una declaración contra la violencia política y el Gobierno impulsó otra. ¿Cómo evalúas la actuación de la clase política respecto a los 50 años del golpe?
-Muy mal. Hay una polarización de la clase política, no de la ciudadanía. Esta polarización se da influenciada por todo el proceso que hemos vivido del tema constituyente, por la génesis de la Convención anterior, que tiene que ver con el estallido social. Desde ese momento hay un mayor quiebre en las posiciones políticas. Chile entró en un escenario que es ingobernable para cualquier presidente. Al próximo presidente, que es probable que sea de centro derecha, le va a costar mucho también gobernar. Entonces, es un proceso que va más allá de los 50 años.
Este quiebre no está exclusivamente asociado al 18 de octubre, sino que tiene que ver con un tema de la calidad de la política, con la calidad de los parlamentarios. Creo que ahí hay una pérdida importante de una visión de largo plazo, de un estadista. Hoy en día nos enfrentamos con con políticos bastante más populistas.
-Entre las preferencias del sistema de gobierno aparece con 76% la democracia. ¿Es una señal positiva?
-A mí no me sorprende. La mayoría de la gente quiere vivir en democracia. Lo que sí me sorprende es que cuando le preguntamos qué le parece que se de un golpe de Estado a un gobierno democrático, un 43% dice que depende de la circunstancia.
Lo cual también es signo de fragilidad. Una fragilidad que se percibe también cuando el 36% cree que en el futuro puede darse otro golpe de estado. La ciudadanía percibe que la la democracia no es tan sólida como como esperaríamos.
-Varios estudios coinciden en el poco interés en los en los 50 años. ¿Hay responsabilidad del gobierno? ¿Ha sido una estrategia fallida la del presidente Boric?
-Todos los actores de la elite tienen incidencia en que haya poco interés. Pero hay que partir diciendo que la gente tiene poco interés en la política en general. Casi el 60% no se identifica con posiciones políticas. El Congreso es lo peor evaluado.
Ahora bien, yo creo que el Gobierno le ha dado demasiado énfasis a este proceso. Eso contrasta con las preocupaciones del ciudadano común: el problema de inflación, de salud, seguridad. El tema de la conmemoración es la última de sus preocupaciones.
-La gente dice que nunca se van a superar las divisiones del del golpe, que es la crítica que se le hace Boric: conmemorar un hecho que divide. ¿Uno esperaría que los 50 años no serían tan polarizados?
-Son fracturas que veo difícil que se superen. Esto va a ser una herida abierta, mientras siga habiendo detenidos desaparecidos. El mismo hecho de que Augusto Pinochet nunca fue condenado. Son heridas que quedaron. Y por el otro lado, la derecha también tiene heridas abiertas, como el asesinato de Guzmán, el atentado mismo a Pinochet. Hay elementos que no se han cerrado. Y estas fracturas van a estar siempre.