-Se ha abierto un debate en la derecha sobre la responsabilidad en la derrota en el plebiscito. Hay recriminaciones cruzadas entre Chile Vamos y Republicanos.
-Me parecía evidente que después de que republicanos haya apostado a una estrategia adversarial y que esa estrategia haya resultado ser errónea, se discutan las cuotas de culpa. Algunos discreparon de esa estrategia, pero la siguieron igual, porque si no, podían romper la coalición. Pero es lógico que hoy día se le pase la cuenta a aquellos que fueron los diseñadores conscientes, deliberados de una estrategia que fue fracasada.
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-Pero también hay quienes critican el silencio de algunos que ahora levantaron la voz, ¿por qué no hablaron antes?
-Es una buena pregunta. No sé cuántos de los firmantes de la carta de los 30 (de la centroderecha) invitaron a una estrategia distinta. En esa carta me hubiese extrañado haber visto a Marcela Cubillos, pero no me extrañó nada ver a Jaime Bellolio o Ignacio Briones. Porque se les notaba complicados apoyando un proceso cuyas características eran muy similares a las características del proceso que tanto habían criticado la vez anterior, la primera convención.
-¿Es llamativo que algunos líderes de derecha citen a Carlos Peña, que dijo que la derecha tenía que sacudirse de republicanos?
-Sí, pero lo dijo antes Eugenio Tironi. Hubo otros que dijimos que por las características del Consejo, esto le permitía a la derecha ser realmente una bisagra y no plegarse a republicanos. Pudo ser una estrategia más interesante para la derecha tradicional establecer puentes con el mundo del oficialismo y no conversar solamente con republicanos. La estrategia de pegarse a republicanos era pan para hoy y hambre para mañana
-¿Cuál es el trasfondo de esta discusión?
-El gran problema de republicanos y de la derecha (que le siguió el amén durante el proceso constituyente), es que se creyeron la teoría del nuevo clivaje. Es decir, en el plebiscito del 4 de septiembre del 2022 y la elección de los consejeros en mayo del 2023, ambas con voto obligatorio, se había manifestado una mayoría sólida a favor de la derecha, con un 62%. Y se daba por superado el clivaje del Sí y No, en 1988, en que la derecha era minoría y la centroizquierda mayoría. Eso configuró el sistema de partidos durante 30 años en Chile.
-¿Pero hubo otros factores importantes?
-La derecha no fue capaz de advertir un fuerte voto antiestablishment que iba a votar en contra de lo que le pusieras. Y también subestimó un voto de centro, liberal, moderado, de centroizquierda, que votó rechazo la vez pasada y que la derecha pensó que ya lo tenía cubierto.
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-¿No pesaron Amarillos y Demócratas?
-La derecha pensó erróneamente que la inclusión de Amarillos y Demócratas de alguna manera le aseguraba ese mundo, cuando la verdad es que no fueron capaces de conservar prácticamente nada de ese mundo. La derecha hizo muy malos cálculos respecto de lo que significaron las dos últimas elecciones que ganó.
-Pero también muchos dicen que Chile Vamos y Republicanos son naturales aliados y solo con esa unidad pueden lograr ganar las elecciones presidenciales. ¿No es así?
-Aquí hubo unidad y los números no alcanzaron. Si el argumento es ese, que alguien me explique por qué ahora llegaron solo al 44%. La unidad de Chile Vamos y Republicanos no garantiza ganar la presidencial, porque me da la impresión de que la unidad conducida por José Antonio Kast, genera resistencias muy fuertes.
Un fenómeno que se ha venido estudiando en el último tiempo, es sobre las identidades negativas. En Chile, si bien hay poca identificación con el Frente Amplio o con el Partido Socialista, hay un mundo más grande con una identificación negativa respecto a partidos o líderes por los cuales nunca votaría.
-¿Eso le pasa a Kast?
-El voto anti Kast, el voto antirrepublicano es un voto que hoy día está siendo un obstáculo insalvable para que ese proyecto conquiste una mayoría en Chile. La vez pasada, cuando ganó el voto Rechazo, no fue liderado por Kast, que desapareció. Ahora lideró y perdió.
Si yo fuese un asesor de la derecha, no descartaría que la unidad es condición necesaria para ganar. Pero no es suficiente, especialmente si esa unidad la lidera José Antonio Kast. Porque está mucho más allá de las sensibilidades moderadas en Chile.
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-Evelyn Matthei en la última encuesta UDD salió mejor posicionada. ¿Ella tiene un techo más alto?
-Si tuviese que ocupar una analogía, diría que José Antonio Kast recibió un abollón y Evelyn Matthei un rayón de pintura. Es distinta la magnitud del daño. Kast pudo haber administrado el texto de los expertos y haberle ofrecido a Chile un texto consensual, que si bien es cierto nadie garantiza que se hubiese aprobado, minimizaba sus posibilidades de derrota. Sin duda el principal damnificado es José Antonio Kast.
Y en el caso de Evelyn Matthei, ella fue errática. Su primera intuición fue decir: “esto se parece mucho a un programa de gobierno de Republicanos y me huele como un retroceso en los derechos de las mujeres”.
-Dijo que pensó votar en contra.
-Así como la primera intuición de Bachelet respecto del Transantiago fue acertada, la primera intuición de Matthei respecto de la propuesta constitucional también. Pero al final se compró la retórica adversarial del A favor.
-¿Matthei tiene más flexibilidad que Kast, como plantean los partidarios de la alcaldesa?
-Evidentemente, ella tiene mucha más plasticidad ideológica. Ella ha defendido los colores de la derecha, en todos los puestos habidos y por haber. Incluso le tocó una vez asumir una candidatura presidencial tremendamente incómoda, que todo el mundo sabía que iba a perder.
A un cierto sector de la derecha más dura le gusta ese tono medio autoritario que a veces tiene. Es una mujer que manda. Y tiene esa capacidad de conquistar corazones un poco más liberales, como el mundo Evópoli, que a estas alturas no tiene candidato. Yo si fuese Evópoli sería el primero en ofrecerle apoyo, en comprar las acciones de Matthei. Incluso un sector de centro y centroizquierda, podría eventualmente apoyarla a ella, si hay una segunda vuelta entre Matthei y Kast.
-¿Imaginas un nuevo Bachelet versus Matthei?
-Espero que no. Yo esperaría que surgieran nuevos liderazgos en la coalición. Salvo ir a buscar a una persona que es todavía muy popular, no tengo muy claro cuál sería la propuesta política programática de Michelle Bachelet. Hay una queja en Chile contra la polarización, contra la aparición de outsiders, que debilitan a los partidos tradicionales y le hacen mal a la democracia. Desde ese punto de vista sería un lujo una segunda vuelta Matthei-Tohá.