En el transcurso de esta entrevista, Mahmud Aleuy subrayará que el actor principal de la crisis del Coronavirus es el gobierno y el Presidente de la República, y que son ellos quienes deben responder por todos los problemas que, a su juicio, se han visto en las últimas semanas. Pero el duro juicio que tiene sobre el actuar de La Moneda -a quien acusa de provocar un escenario de “ingobernabilidad”- no impide que el exsubsecretario del Interior e histórico militante socialista haga un lapidario análisis del momento que vive la oposición, quien cree, no ha sido capaz de ponerse “del lado de la gente”.
A Sebastián Piñera lo acusa de actuar bajo una “pulsión autoritaria”. “Supone que la pausa que se ha producido del estallido social producto de la pandemia equivale a un cierto respiro. Además, está asumiendo una vez más las críticas políticas a sus actos son sabotajes, actitudes antipatrióticas. En definitiva, está apostando al miedo y a la incertidumbre que ya se generó en el periodo anterior que con todo lo que ha pasado se ha profundizado. Además, cree que el acatamiento a las medidas que se toman se van a convertir en adhesión ciudadana y yo creo que eso no es así”, sostiene Aleuy.
“En democracia uno tiene que escuchar a la gente, no corresponde que uno diga 'tengo la solución a todos los problemas' sin escuchar a nadie. Lo más llamativo en esto es que los que aparecen haciendo una oposición muy sistemática a todas las medidas que se han ido tomando son los alcaldes de todos los colores políticos, no sólo opositores. Tengo la impresión de que el Presidente tiene un nivel de convencimiento aparentemente alto de que puede manejar simultáneamente la crisis del estallido social, la emergencia de la pandemia que está en curso y la recesión global que se va a producir en el ámbito económico. A mi me da la impresión de que este tipo de razonamientos no son propios de la máxima autoridad de la República sino más parecidos a la acción de un régimen monárquico”, añade el exsubsecretario, quien en un principio pondera el rol de la oposición en función del actuar del gobierno.
“Respecto a la oposición, no ha logrado ser un contrapeso real a las malas decisiones que ha tomado el gobierno. El contrapeso real lo hace un conjunto de otros actores, no la oposición. Aunque hay que aclarar que la oposición no tiene ningún rol administrativo...”, arguye.
-Pero sí tiene un rol político. Porque uno ve que la oposición ya en el estallido no logró capitalizar nada frente a un gobierno que estaba por las cuerdas. Y da la idea que eso se ha agudizado en la crisis de la pandemia.
-Sí, efectivamente se ha agudizado, por variados factores. No hay una unidad política real. Hay una diferencia muy sustantiva de como enfrentar al adversario político porque no hay comprensión común de las características de ese adversario. Hay gente incluso que ha hecho comparaciones sicológicas o le ha asignado determinados problemas de esa índole, y en política no corresponde eso. En política uno tiene que hacer una evaluación política de los actores. Y efectivamente alguien podría haber hecho una estrategia más fina respecto a cómo contribuir de manera más sustantiva de servirle al país y no solo tener opiniones muy similares a las que ha dado el gobierno en este Chile virtual que ha instalado el Presidente en los últimos meses.
-¿Y cómo se sale de eso? Porque desde la misma oposición se sataniza a quienes conversan con el gobierno, pero también a los que le niegan la sal y el agua.
-Plantear las cosas así no corresponde, porque el actor principal del sistema político chileno es el gobierno. Aquí no hay sistema semipresidencial ni parlamentario, sino que uno presidencial. Y el responsable de que el conjunto de los actores trabaje de manera coordinada y con cooperación en momentos de crisis es el gobierno y en particular el Presidente. Cuando ese rol no se cumple, porque se tienen variadas formas de enredar los problemas, sobre todo a mi juicio en el tema comunicacional, uno naturalmente no le puede pedir al otro que reaccione de manera coherente con los problemas que tiene el país. El responsable principal es el Presidente. Y el Presidente, en su periodo anterior y en este, ha demostrado un arte que yo no conocía, que es el arte de no gobernar. Yo sería extremadamente cuidadoso, por lo que viene. El gobierno lo que tiene que darle al país y a su gente es certezas. Y su segundo rol es sostener la institucionalidad del país. Y ninguna de esas dos cosas ha hecho este gobierno. Y eso está escrito, eso es ingobernabilidad para el futuro. Y los problemas que vamos a tener para adelante son muy complejos de enfrentar. Aquí vamos a tener que hacer una revisión bien profunda del rol del Estado. No podemos seguir con un sistema de salud como el que tenemos para enfrentar de manera simultánea la pandemia y las gripes habituales que hay en Chile, si el sistema colapsa con las gripes habituales de invierno. Resulta que vamos a necesitar de un mínimo de industria propia. Yo sé que esto le produce urticaria a mucha gente de derecha más ortodoxa, pero el rol del Estado es ese, ver como diablos vamos a enfrentar el futuro, y el futuro va a ser muy complejo con una recesión pero además con el retroceso que va a haber en los fenómenos productivos que venían instalados hace tiempo.
-Su análisis es muy duro frente a la gestión del gobierno. Sin embargo hay indicadores respecto de la crisis del Coronavirus en los que Chile aparece en una situación comparativamente mejor respecto a otros países. ¿No hay nada que destacar del rol del gobierno en la pandemia?
-Yo no soy epidemiólogo, me cuesta analizar ese tipo de variables con precisión...
-Pero hay estrategias que si se pueden analizar. Cuarentenas parcializadas, cierres de colegios...
-La pandemia en el mundo empezó en diciembre pasado. Y en Chile se inició el proceso el 3 de marzo. Por lo tanto, había una acumulación de conocimientos, por lo menos en teoría, de lo que estaba pasando. ¿Y qué ha resultado efectivo en el mundo? Procedimientos extremadamente precisos: aislamientos sociales, los más fuertes que se puedan; y hacer tests a todo lo que se pueda. Eso es lo que han hecho la mayoría de los países. Y acá se produce una cosa bien insólita, porque se dice que vamos a entrar al proceso de normalidad y vamos a empezar a tomar medidas más laxas, pero al mismo tiempo se dice que no hemos llegado al peak de la epidemia. Y eso es muy contradictorio. Porque cuando uno tiene que proteger la vida de los chilenos, tiene que optar y hacer cosas a medias tintas no ha resultado. Cuando hay que enfrentar una emergencia nacional de esta magnitud no pueden haber dudas. Miren lo que pasó ahora con el tema del retorno a clases. Por eso digo una afirmación que puede ser considerada dura: el gobierno no gobierna, porque si lo hiciera, habrían prioridades claras, la reacción sería rápida, la transparencia en la información sería total y la conducción sería nítida. En una emergencia, hacer todos los días un verdadero estudio frente al país de lo que está pasando en el mundo, de lo que pasa en Latinoamérica y empezar a comparar cosas que son un poquito bochornosas, como la cantidad de muertos y cosas por el estilo, no corresponde. Lo que la gente quiere saber es cuál es la situación exacta y qué es lo que hay que hacer. Porque no se puede perder tiempo.
-Ante el escenario que usted describe, ¿porque entonces la oposición no ha logrado instalar una visión alternativa que le haga sentido a la gente?
-Porque no ha logrado ser un contrapeso real del gobierno. En tiempos de crisis, la oposición debe tener un rol, que es enfrentar al gobierno en lo que no está de acuerdo. Y eso es lo que no se escucha. Y lo que se escucha es a otros actores. Yo no sé si en esa dinámica ha operado una actitud de decir 'si criticamos mucho nos van a acusar de nuevo de...'
-¿De inhibirse?
-No sé si existe esa variable o es solamente incompetencia. Porque cuando el actor principal es incompetente, el resto de los actores no tienen porque transformarse en súper competentes. Yo la crítica principal que le hago a la oposición no es hacer un mal uso de las situaciones de crisis, como la pandemia o el estallido, para aprovecharse en cosas pequeñas. Lo que estoy diciendo es que la oposición tiene que estar al lado de la gente. Y eso no se ha visto.
-¿Tampoco se dio eso en el estallido?
-No, tampoco en el estallido. Previo a esa crisis social, previo a la pandemia, si hubiese habido una unidad férrea las cosas hubieran sido distintas, pero no fue así. Los problemas nunca se producen de un día para otro, son problemas que se arrastran y que en momentos de crisis resurgen con más fuerza.
-¿Usted ha hecho el diagnóstico respecto del origen de esta crisis del sector?
-Como dije antes, estos son procesos largos, no son cosas que se produzcan de un día para otro. Esto se venía arrastrando incluso desde el gobierno de Michelle Bachelet, que es un poco lo que le va a pasar ahora a la derecha con la pelea interna que tienen sobre cómo hacer las cosas.
-¿Qué tiene que hacer la oposición para adelante? Ya no solo en la crisis actual, sino también en la perspectiva de convertirse en una alternativa de gobierno.
-Tiene que construir unidad. Tiene que hacer el esfuerzo de establecer un esquema de trabajo donde haya planteamientos comunes y que esos planteamientos comunes se transformen en planteamientos frente al país. Yo creo que en política cuando uno piensa algo, sobre todo si quiere formar oposición, tiene que negociar, tiene que retroceder, tiene que llegar a acuerdos que le sirvan al país. Ese es el trabajo que hay que hacer.
-¿Es viable esa unidad? Hace pocos días veíamos el quiebre opositor producto de la negociación por la mesa de la Cámara de Diputados.
-Para eso hay dirigentes, los dirigentes tienen que cumplir sus roles. Los militantes de base no estamos de turno, están otros de turno... estos tendrán que hacer el trabajo político que se requiere y tomar los acuerdos que permitan viabilizar una oposición, pero eso no va a ser una tarea fácil en este periodo porque en periodos de crisis es muy difícil hacer esto.
-¿Se le agota el tiempo para la oposición, pensando en la próxima presidencial?
-Eso va a ser una tremenda dificultad, porque el tiempo se reduce todos los días. Ahora, veo que en este periodo no hay que estar pensando en elecciones, nada, lo que hay que hacer en este periodo es preocuparse de que no tengamos un país dividido después de esta coyuntura entre los que tuvieron condiciones para sobrepasar la crisis y aquellos que no la tuvieron. Porque eso va a hacer una explosión social de magnitud que no sé cómo se va a enfrentar.
-Da la impresión que para usted la verdadera oposición al Gobierno son los alcaldes.
-Eso es lo que se escucha.
-¿Usted cree eso?
-Cuando el Gobierno dice A y ellos opinan una cosa distinta, van y se lo dicen al Gobierno y si el Gobierno no los escucha, lo expresan a través de los medios de comunicación, hasta que generan una dinámica que permite retrotraer determinado tipo de decisión. Los alcaldes tienen una disyuntiva bien precisa, una cosa es tratar de ser famosos, pero tienen que ser útiles con la gente. En muchos ámbitos de la política se ha perdido eso. No todos por cierto, pero hay gente que hace más esfuerzos por ser famosa que por ser útil y eso es un problema. Los alcaldes están obligados a atender las necesidades más imperiosas de la gente de sus comunas.
-Usted ha dicho que la oposición ha buscado ser famosa y no útil...
-No. No como grupo, porque siempre hay excepciones. Algunos sí, obvio, eso es evidente.
El estallido y la seguridad pública
-Un balance que quedó en stand by por la pandemia fue la crisis de seguridad que se vivió producto del estallido social. Dada su experiencia en la subsecretaría del Interior, ¿qué análisis hace del rol de Carabineros, Fuerzas Armadas y los servicios de Inteligencia a partir del 18 de octubre?
-La derecha entiende perfectamente las conductas individuales, pero no entiende las conductas colectivas, de ver cómo interactúan juntos. Con el tema del metro, se tomó la decisión de retener a unos manifestantes, que no tienen nada que ver con delincuentes ni terroristas extranjeros, ni nada por el estilo y se empezó a unir a grupos que estaban totalmente desunidos y que no se unieron durante las protestas sino que actuaban por interacciones. Ese tipo de procesos este gobierno no lo entiende, por lo tanto, lo que generó no fueron cuadros de seguridad sino de inseguridad. Los hechos lo mostraron hasta que empezó la pandemia.
-¿Qué le pareció el rol que jugaron las instituciones en ese periodo? Carabineros arrastraba críticas…
-El Presidente agravó la situación de Carabineros. Con todas las críticas que hay, que son razonables y por las que hay que tomar medidas, transformó la policía del Estado chileno en policía de Gobierno. Los fenómenos sociales, ya sea en el mundo mapuche, en el mundo social a nivel de la Región Metropolitana, no se pueden militarizar. No corresponde. En todo el mundo ha estado demostrado que cuando tú militarizas los conflictos sociales, el resultado es peor. Respecto a la inteligencia, producto de una discusión que hubo en el Parlamento, la inteligencia en Chile no tiene condiciones para ser una inteligencia real. La ANI, que le responde al Presidente y el Presidente decide si le informa a alguien más, es una institución que tiene condiciones bastante débiles para operar. Hace informes de opiniones, claro, pero no tiene capacidades reales como pasa en otros países. Uno al final siempre le pide al Gobierno que actúe bajo la realidad, no sobre un Chile que no existe.
-Bajo el gobierno de Piñera se produjeron profundas y sucesivas reestructuraciones en los mandos de Carabineros. La primera el mismo día del cambio de mando, con la salida de Bruno Villalobos y la llegada de Hermes Soto. Los problemas se arrastraban desde antes, sin duda, entre otras cosas por las denuncias de corrupción. ¿Usted, siendo parte del gobierno de Bachelet, nunca evaluó la posibilidad de hacer ese cambio?
-Sí, la situación se arrastraba hace mucho tiempo y lo que algunos no quieren entender es que la tuición sobre las investigaciones en Chile desde el punto de vista legal solo las puede llevar la fiscalía o un juez, no el administrativo. Lo mismo pasa en los recursos financieros. Entonces, tú puedes pedirle a un gobierno que haga cosas en el extremo, pero no se pueden hacer cosas ilegales. Eso no corresponde.
-Pero también hay elementos políticos de por medio... la situación de Villalobos al finalizar el gobierno de Bachelet era insostenible.
-Sí, pero nunca la oposición de esa época dijo que nosotros teníamos que arreglar ese problema antes. Nunca dijo eso, porque toda esa reforma institucional, más allá de la opinión que tengan de dicha institución, tienes que hacerla con la institución. Ahora, eso tiene un tremendo costo para el país, sí. Pero los gobiernos tienen que pagar costos.
-¿Qué evaluación hace del rol de Carabineros durante el estallido social?
-Existieron violaciones a los DD.HH., porque al menos una parte de los muertos en el estallido social es parte de la responsabilidad del Estado. Murieron 33 personas en Chile. 200 o 300 personas quedaron con un ojo menos; otra cantidad equivalente con problemas visuales permanentes, entonces, lo que no puede hacer una institución o un gobierno es creer que pueden ponerse anteojeras sobre fenómenos que son demasiado evidentes, de todos los organismos internacionales, de los organismos nacionales autónomas.
-¿Fueron violaciones sistemáticas a su juicio?
-Sí, claro. Hubo gente que usó el poder que le da el Estado para cometer crímenes que no debiera haber cometido. Y eso hay que enfrentarlo, esa es la responsabilidad de un gobierno: enfrentarlo.
-¿Cómo vislumbra un escenario donde ya muchos actores políticos advierten que, producto de la crisis económica, producto de los efectos pandemia, se pueda reavivar el estallido o una crisis social?
-Eso va a pasar. Desde la época de Pinochet que determinadas comunas no eran recorridas por gente tocando la casa pidiendo comida. Por eso que antes te decía que nosotros vamos a terminar con un país dividido en dos: los que pudieron resistir esta crisis y los que no y eso va a producir un estallido social como ya está pasando en otras partes del mundo. Porque estos nos son descubrimientos nuestros, es la dinámica que tienen estas cosas, como está pasando en Francia, en Italia y en otras partes. Así va a ser. Hay que tener un país unido para eso. No estar acusando a cada persona que lo critica de antipatriota ni nada por el estilo. Esa es la función del Gobierno y ese rol no se ha cumplido.