La casa del ex ministro de Hacienda de Pinochet, Fernando Léniz, fue el lugar donde un sábado por la tarde de 1985 se zanjaron los puntos más complejos del Acuerdo Nacional para la Transición a la Plena Democracia.
Así lo recuerda el senador RN Andrés Allamand, uno de los firmantes del documento que hoy cumple 30 años, y que entre otras cosas proponía el retorno de los exiliados, el fin de los Estados de Excepción y la realización de elecciones democráticas para elegir a las autoridades. Por otro lado, planteaba una reforma a la constitución de 1980, lo que en la práctica implicaba reconocer su validez.
“Ahí aprendí que en la política hay que ser capaz de conversar, ponerse en la posición del adversario y por sobre todo generar las condiciones para que con soluciones creativas al país le vaya bien”, sostiene el entonces fundador del Movimiento de Unión Nacional.
En conversación con T13, el senador asegura que la inspiración del acuerdo sigue “más vigente que nunca” y emplaza a Bachelet a superar la crisis a partir de las “coincidencias”.
-¿Cuál es su balance a 30 años del Acuerdo Nacional?
La inspiración central del Acuerdo Nacional se encuentra más vigente que nunca, y es que a Chile le va bien cuando genera convergencias y consensos, y le va mal cuando se atizan y se inflaman los conflictos.
Si hace 30 años para iniciar un proceso de transición a la democracia fue posible alcanzar acuerdos, con mayor razón debiera ser posible alcanzar acuerdos para superar la coyuntura que hoy vive el país.
Hoy, con la difícil situación política que tenemos, hay mucha gente que añora con nostalgia el periodo aquel en que los acuerdos prevalecieron. Y la lección es que no hay ninguna duda que la situación que existía en 1985 era aún mucho más compleja que la que tenemos que enfrentar hoy.
En consecuencia, si hace 30 años para iniciar un proceso de transición a la democracia fue posible alcanzar acuerdos, con mayor razón debiera ser posible alcanzar acuerdos para superar la coyuntura que hoy vive el país.
-En medio del complejo momento que atraviesa el gobierno, ¿Cuál es su llamado a la Presidenta Bachelet?
Concretamente, a superar la actual crisis, trabajando sobre la base de las coincidencias y no sobre la base de las diferencias. Por ejemplo, en el ámbito de la seguridad ciudadana, en el ámbito de la educación superior, en el ámbito de la reforma laboral, es perfectamente posible conciliar los puntos de vista y generar acuerdos.
La opción del gobierno es muy simple: Continúa adelante con la lógica de la aplanadora o la retroexcavadora, o por el contrario se abre a una disposición mucho más abierta que nos permitan a todos avanzar.
-El grupo convocado por el cardenal Fresno estuvo integrado por personas de distintas sensibilidades. ¿Cuáles fueron los puntos más complejo para llegar a acuerdos?
Hubo muchos puntos que eran particularmente complejos, el primero que fue necesario despejar fue el tema de la legitimidad de la constitución. Como usted ve, parecen repetirse las historias.
La segunda lección es que cuando Chile respeta sus instituciones, le va bien, y cuando pretender sobrepasar sus instituciones le van mal.
Pero ahí, en lo que hubo consenso, fue precisamente en la idea que la Constitución debía respetarse como un hecho, no seguir discutiendo sobre su legitimidad, y precisamente a partir de ese reconocimiento utilizar los mecanismos institucionales para solucionar la grave crisis y abrir paso a la democracia.
Por lo tanto, la segunda lección, más allá de los acuerdos, es que cuando Chile respeta sus instituciones, le va bien, y cuando pretender sobrepasar sus instituciones le van mal.
