A veces, pequeños detalles tienen grandes efectos. El escándalo en torno a millones de autos Volkswagen manipulados es uno de esos casos. No fueron las autoridades ambientales las que lo descubrieron, sino un pequeño equipo de investigación de la West Virginia University, en Morgantown, Estados Unidos.
Daniel Carder nos espera en el aparcamiento delante del laboratorio. El modesto edificio se halla en el campus de la universidad, entre un albergue para estudiantes y una obra en construcción. Carder nos conduce al primer piso, donde se halla un aparato para medir emisiones. Una versión en miniatura puede instalarse en autos de prueba. Uno de estos se halla en el patio. El aparato cabe en el maletero. Un generador, del tamaño de una caja de zapatos, está montado en la zaga del auto.
Un hallazgo casual
Carder es director interino del Centro de Combustibles Alternativos, Motores y Emisiones (CAFEE), en el que trabajan apenas ocho ingenieros a tiempo completo. El CAFEE, fundado en 1989, no tiene un presupuesto fijo. Depende de encargos de ministerios y empresas.
El 15 de mayo de 2014, Carder y cuatro de sus colegas publicaron uno de sus muchos informes de investigación. "In-Use Emissions Testing of Light-Duty Diesel Vehicles in the United States" reza el poco excitante título. Pero 16 meses más tarde, justamente ese informe estremecería el mundo del automóvil. Los investigadores habían medido las emisiones de tres autos –dos Volkswagen y un BMW– durante cientos de kilómetros a lo largo de la costa oeste de Estados Unidos.
“Hallamos en los Volkswagen una clara discrepancia entre los valores de medición en carretera y los de laboratorio. Estos últimos eran mucho menores”, dice Carder. El hallazgo fue casual. “En realidad queríamos mostrar que los autos autorizados a circular aquí funcionan tan fiablemente como en Europa, a pesar de que las exigencias ambientales en EE. UU. son mayores”, agrega.
“Intuimos que algo no estaba bien”
En vista de los resultados del informe, la autoridad ambiental EPA (Environmental Protection Agency) comenzó con mediciones propias. Esas mediciones finalmente llevaron a descubrir las manipulaciones de Volkswagen.
Carder había recibido el encargo de las mediciones del International Council on Clean Transportation (ICCT), una pequeña organización con un par de docenas de empleados. “De inmediato intuimos que algo no estaba bien”, dice John German, experto del ICCT.
Incomprensible es por qué el engaño no fue descubierto durante tantos años… y no hubiera sido descubierto sin las investigaciones de Carder y el encargo de ICCT. La autoridad ambiental EPA podría haber realizado también tests en condiciones reales, en lugar de realizar mediciones solo en el laboratorio. “La razón de ello es que en EE. UU. se venden muy pocos vehículos diésel”, dice German. Realizar las pruebas en condiciones reales simplemente no hubiera valido la pena para la EPA.
¿Saldrán a luz manipulaciones también de otros fabricantes de automóviles? John German dice que los estudios que conoce no contienen indicio alguno en ese sentido. Pero está seguro que este escándalo traerá cola: “Desde hace algún tiempo se discute sobre modificaciones en los procedimientos de prueba. Estoy seguro de que las experiencias con Volkswagen tendrán influencia sobre ello”.