Por Paula Comandari
El coronavirus ha causado estragos en el vino chileno, que ya se había resentido en 2019 influido por la escasez del agua, y por el estallido social que estancó los embarques que tenían salida a distintas partes del mundo.
Por eso, hay mucha preocupación en el sector, por los efectos que el virus puede provocar, sobre todo considerando que China es el principal mercado de la industria nacional.
Ejecutivos de las compañías viñateras más grandes del país reconocen que no enviaron una sola caja al gigante asiático, en febrero pasado, si bien en este mes suelen mandar 20 mil cajas. Por lo mismo, si bien los ejecutivos podrían estar celebrando -por los altos precios del dólar- no hay motivos suficientes como para festejos.
El panorama "negro" comenzó a sentirse con más poder, cuando se canceló la celebración del año nuevo chino, a fines de enero, que es el momento donde se da con fuerza el "gifting", regalos que los chinos hacen cuando visitan a sus familias en sus ciudades natales. Pero eso no ocurrió: los chinos no salieron, nadie compró ni regaló vino, porque en situaciones de crisis, las personas se refugian en sus casas. Sobre todo, cuando la exposición corre peligro de contagio. El dato más fresco y que acaba de darse a conocer entre los viñateros: las exportaciones chinas cayeron 15% respecto a enero de 2019.
El sábado pasado se suspendió ProWein, la feria de negocios de vino más relevante del planeta, que se celebra todos los años en Dusseldorf, Alemania, a donde llegan compradores y proveedores desde variados países, a cerrar negocios futuros, y que este 2020, abría sus puertas justo en 10 días, el 15 de marzo.
Pero lo peor está por llegar, confiesan ejecutivos del sector. Será en mayo, dicen, cuando se den a conocer las cifras de marzo, que vendrán completamente contaminadas por el virus. A eso, habrá que sumarle una vendimia complicada por las heladas ocurridas en primavera y la sequía, lo que implica un poco auspicioso panorama para la glamorosa industria del vino.
