"El Chile de hoy es muy distinto al que conocí en mis tiempos de juventud", afirmó esta tarde el Papa Francisco en su encuentro con religiosos y seminaristas.
En su discurso en la Catedral de Santiago, el Pontífice volvió a abordar los casos de abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia Chilena, y que se han tomado el debate en las últimas horas, en medio de protestas contra el obispo de Osorno, Juan Barros, quien es sindicado como encubridor de Fernando Karadima, ex párroco de El Bosque condenado por el Vaticano a una vida de oración.
Para abordar el tema Francisco hizo eco de las declaraciones formuladas algunos minutos antes por el arzobispo de Santiago, Ricado Ezzati, quien afirmó que "la vida consagrada en Chile atraviesa horas difíciles, de turbulencias y de desafíos no indiferentes. Junto a la fidelidad de la inmensa mayoría, ha crecido la cizaña del mal y su secuela de escándalo y deserción".
Tras citar los dichos de Ezzati, Francisco afirmó que "conozco el dolor que han significado los casos de abusos a menores de edad, y sigo con atención cuanto hacen para superar ese grave y doloroso mal".
"Dolor por el daño y sufrimiento de las víctimas y su familia, que han visto traicionada la confianza que habían puesto en los ministros de la Iglesia. Dolor por ustedes, que han visto el daño que provoca la sospecha", agregó.
Acto seguido, afirmó a los religiosos: "Sé que a veces han sufrido insultos en el metro o caminando por la calle, que en muchos lados ir vestido de cura se está pagando caro".
Es así que hizo un llamado a "que Dios nos dé la lucidez de llamar la realidad por su nombre, de pedir perdón".
El "selfie-vocacional"
Durante la misa Francisco estrenó un nuevo "bergoglismo", como se conoce a los términos usados por el Pontífice para acercar a las audiencias más jóvenes.
Al abordar el trabajo sacerdotal, afirmó: "no existe el selfie-vocacional. La vocación exige que la foto te la saque otro. Qué le vamos a hacer, así son las cosas", dijo Francisco, causando risas y aplausos.
