Sobrino nieto de Neruda y polémica por Orden al Mérito entregada por el Gobierno: “Estos galvanos que se entregan son una tontería con patas”
-El director de la Fundación Neruda dijo que era “un descriterio” la forma en que el Gobierno entrega la Orden al Mérito Neruda. ¿Estás de acuerdo?
-Coincido con Fernando Sáez, el director ejecutivo de Fundación Neruda, pero quisiera añadir algunos antecedentes adicionales. No hay que olvidar que muchas instituciones toman el nombre de artistas, sin mayor regulación, con la única finalidad de obtener beneficios. Te pongo el ejemplo de los hoteles Neruda: hubo un juicio que se llevó de pésima manera, llevado por el representante de los herederos, que fue un fracaso total.
-¿Crees que se abusa del prestigio de Neruda?
-Se utiliza comercialmente, muchas veces burdamente. Gabriela Mistral decía que si volvía a Chile lo primero que iban a decirle era “la Gaby”. Se apropian de su figura. Después pusieron su rostro en un billete. Las medallas, los diplomas, como la Orden al Mérito Neruda, muchas veces son tonterías que hacen empresarios o políticos en busca de aprobación, votos o prestigio. Esto pasa no solo con Neruda sino con grandes artistas como Nicanor Parra y Gonzalo Rojas, cuya obra se simplifica para acceder a un mayor mercado.
-¿La Orden al Mérito tiene poca importancia cultural?
-Efectivamente, esta medalla no ha tenido mucha relevancia, porque no se sabe quién la da y por qué. Hace muchos años atrás, me la dieron junto a Volodia Teitelboim, Los Jaivas, Skármeta, algunos pintores. No recuerda todos los nombres, eran muchos. Yo no quería ir, me parecería exagerado y llamé a Volodia, quien me recomendó que fuera. Por un asunto de buena educación. Estos galvanos que se entregan son una tontería con patas, no tiene ninguna solidez de ningún tipo, ni social ni cultural. No representan nada. Hoy día se le da a Rieu mañana se le dará a la Orquesta Huambaly (de música tropical).
-¿Cómo podrían corregirse estos defectos?
-Con mayor o menores virtudes la lista de premiados es demasiado diversa, y por lo mismo importa bien poco en el mundo cultural. Pero debiese tener un sustento. Como dice Emilio de la Cerda, el Consejo Nacional es quien debería decidirlo. No solo la ministra sino los 17 integrantes. El problema es que ahora hay solo ocho consejeros, que ni siquiera fueron informados sobre las últimas premiaciones. Las formas son importantes y deben respetarse, cosa que no se ha hecho desde hace muchísimo tiempo.
-Esta medalla nació en 2004 para conmemorar el centenario de Neruda. ¿No ha estado a la altura?
-No ha estado a la altura. Pero es un hábito latinoamericano inventar medallitas supuestamente en honor a ciertos creadores, pero que también funcionan en términos políticos. Lo he visto en muchos lados, por ejemplo en Bayamón, Puerto Rico, y en Valencia, Venezuela, donde me premiaron y me dieron un galvano, que está guardada por ahí. Son distinciones con muy poca sustancia, con muy pocos argumentos. Hay que tener cuidado porque se vulgariza o simplifica la obra de un autor. Dices premio Altazor (el clásico poema de Vicente Huidobro) y la sola mención se llena de contenido. Pero no siempre los premiados son dignos de usar ese nombre.
-¿Cómo observas el trabajo de la ministra de las Artes, las Culturas y el Patrimonio?
-El ministerio está al debe en muchas cosas, los recursos deberían usarse de mejor manera. Te doy un ejemplo que conozco bien: la realidad editorial es tristísima. Todo el mundo publica poquísimos ejemplares, porque nadie compra libros, salvo unos pocos casos que son best sellers. Editar en Chile significa sacar 100 ejemplares, con suerte, y de esos la mayoría se regala a periodistas y amigos. Se venderán 20 o 30 ejemplares. No hay plata para promoción.
Entonces el ministerio debería preocuparse de hacer políticas que fortalezcan la creación y la promoción literaria. A mí, por ejemplo, nunca me han pagado un pasaje para ir a Guadalajara. Pero después el ministerio rechaza ser invitado de honor en Frankfurt. Es incompresible.
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-¿Piensas que el ministerio se hizo un autogol al declinar que Chile fuera invitado de honor a la Feria del Libro de Frankfurt?
-Claro. Imagínate los ingresos para los escritores chilenos que hubiese generado la Feria de Frankfurt, donde se hacen transacciones editoriales muy importantes. Habría que promover mejor nuestra Feria del Libro, que no le llega ni a la punta del zapato a Guadalajara o Buenos Aires. Estamos muy al debe. No hay grandes encuentros culturales. Me pregunto por qué no hacen congresos como los que organizaba Gonzalo Rojas en el sur.
-¿Te ha decepcionado el gobierno de Boric en ese sentido?
-Es mi gobierno, pero se pega balazos en los pies sin haber motivos. Creo que busca unir a la izquierda, que es una majamama que todavía no puedo dilucidar.