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Un "homicidio a petición": El macabro caso del hombre que aceptó ser comido y asesinado en Alemania

Diario Spiegel - Un homicidio a petición: El macabro caso del hombre que aceptó ser comido y asesinado en Alemania
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Todo comenzó en el año 2000, cuando Armin Meiwes, quien era conocido como el "Caníbal de Rotemburgo", comenzó a buscar por internet a una víctima que estuviera dispuesta a ser sacrificada y consumida.

El caso de Armin Meiwes y Bernd Brandes es uno de los episodios más perturbadores que ha ocurrido en la historia de Alemania, por la inusual mezcla que hubo en este asesinato: el consentimiento de una víctima y un acto de canibalismo.

Todo comenzó en el año 2000, cuando Meiwes, quien era conocido como el "Caníbal de Rotemburgo", empezó a buscar por internet a una víctima que estuviera dispuesta a ser sacrificada y consumida. Sin embargo, la historia de este particular asesino inició mucho antes.

Según consigna el medio Infobae, a los ocho años, el padre de Armin Meiwes lo abandonó. Para llenar ese vacío, el "Canibal de Rotemburgo" inventó a un hermano imaginario, un niño rubio, más joven que él, que en su mente siempre estaba presente. No obstante, con el paso de los años, esa fantasía infantil fue transformándose en un deseo oscuro y caníbal, y la muerte de su madre en 1999 profundizó aún más ese impulso.

De esa manera, en el año 2000, Meiwes comenzó a publicar avisos en internet donde pudiera encontrar a alguien que estuviera dispuesto a sacrificarse para cumplir sus fantasías. Fue en ese contexto donde conoció a Bernd Brandes, un ingeniero de Berlín que tenía 43 años, quien accedió al pedido de Meiwes, donde solicitaba un “hombre joven, de buen físico, dispuesto a ser comido”. Ambos comenzaron a mantener el contacto a través de la web, donde incluso discutieron los detalles de cómo se desarrollaría el acto.

El hombre que aceptó ser consumido y sacrificado, Bernd Brandes
El hombre que aceptó ser consumido y sacrificado, Bernd Brandes

Durante el año 2001, Brandes viajó a un pequeño pueblo de Alemania llamado Rotemnburgo. Allí vivía Meiwes. Las investigaciones aseguran que cuando ambos hombres se encontraron, ingirieron alrededor de veinte pastillas para dormir y algunos tragos de alcohol. Sin embargo, la víctima no perdió la noción y pudo experimentar conscientemente su propio sacrificio

Detalles del macabro homicidio 

La cocina fue uno de los escenarios principales donde ocurrieron los hechos. Esto, porque aquí llevaron a cabo la ceremonia que ambos habían acordado. Meiwes comenzó a mutilar a Brandes, para posteriormente cocinar partes de su cuerpo e incluso compartir el primer bocado. 

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Según el relato del mismo asesino, la víctima comenzó a desangrarse y para detener la hemorragia se metió a la bañera. Toda esa agonía sucedía mientras el homicida leía una novela de ficción en el cuarto de al lado. Llegado el momento donde Brandes pierde el conocimiento, Meiwes se acerca para darle la estocada final que le haría perder la vida: una puñalada en el cuello.

Armin Meiwes, el "Canibal de Rotemburgo"
Armin Meiwes, el "Canibal de Rotemburgo"

Pero la frialdad del asesino no quedaba ahí. Cuando Brandes murió, comenzó a trocear el cuerpo para refrigerarlo al lado de una pizza que conservaba. De esa forma y durante semanas, el asesino cocinaba las partes del cuerpo de Brandes para comerla.

Fue la publicación que hizo un estudiante de Austria en un foro de internet lo que alertó a la policía sobre la desaparición de Brandes y lo que les hizo llegar hasta el domicilio de Meiwes. No obstante, para cuando llegaron, el "Canibal de Rotemburgo" ya había consumido gran parte del cuerpo de la víctima. 

El juicio al que se sometió el "Canibal de Rotemburgo"

Durante el juicio, el consentimiento de Brandes se convirtió en un aspecto clave de la defensa, lo que planteó un dilema ético y legal sobre si el acto podía considerarse un homicidio en el sentido convencional. La defensa sostuvo que, como Brandes consintió su muerte, se trataba de un "homicidio a petición", una figura que eventualmente conllevaría una pena menor. Sin embargo, la fiscalía argumentó que el consentimiento no invalidaba el acto sádico, y el tribunal lo consideró un asesinato por el componente de fetichismo y satisfacción personal de Meiwes.

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Cabe señalar que Meiwes documentó todo el asesinato, lo que fue fundamental para el juicio, mostrando el proceso con detalle y ayudando a los fiscales a demostrar el carácter violento y deshumanizante del acto. Finalmente, el tribunal lo condenó a cadena perpetua, sentando un precedente en la ley alemana sobre los límites del consentimiento y la naturaleza de los actos violentos.

El caso generó numerosos debates y estudios en torno a los límites del consentimiento, las motivaciones extremas en la psicología humana y la responsabilidad de la justicia en situaciones inusuales.

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