Trump remueve a jefe de comunicaciones de la Casa Blanca: No duró dos semanas en el cargo
Debe ser algún tipo de récord. Anthony Scaramucci duró apenas 10 días como director de comunicaciones de la Casa Blanca antes de que Donald Trump aceptara que debía despedirlo.
De acuerdo al New York Times, la remoción habría sido solicitada por el general John Kelly, el flamante jefe de gabinete, como una de sus primeras medidas tras asumir como jefe de gabiente de Donald Trump. "Kelly quiere dejar claro a los miembros del equipo la Casa Blanca que él está a cargo", consiga el sitio web del medio.
Si bien Scaramucci dejará su cargo en la jefatura de comunicaciones, se desconoce si seguirá en otras tareas vinculadas a la administración de Trump, de quien es amigo.
En su corta estadía en el cargo, el empresario cultivó un controversial estilo. Incluso, en una llamada a un reportero de la revista The New Yorker, calificó a Reince Priebus, hasta hace algunos días jefe de gabinete de Trump, como un "maldito paranoico esquizofrénico". Otras frases contra quien durante por seis meses evitó su llegada a la casa de gobierno, no fueron reproducidas por su alto contenido en groserías, según consigna la BBC.
Adicionalmente, Scaramucci amenazó con despedir a su equipo hasta descubrir quién era la persona que le filtraba información a los medios.
La llegada del financista neoyorquino fue polémica desde el inicio. Cuando se supo de su arribo, el vocero Sean Spicer presentó inmediatamente su renuncia.
Priebus era el otro que se oponía a su presencia dentro del staff presidencial y de ahí la retahíla de obscenidades en su contra.
Steve Bannon, estratega jefe de Trump, también recibió una porción del estllo deslenguado del efímero director de comunicaciones. "No soy Steve Bannon, no estoy tratando de mamármela. No estoy tratando de construir mi propia marca a costa de la jodida fuerza del presidente. Estoy aquí para prestar servicio a mi país", dijo en el polémico artículo del New Yorker.
Con la salida de Scaramucci, el general Kelly intenta imponer su estilo en Ala Oeste de la Casa Blanca, donde cada acción y frase repercute en la figura del presidente, cada vez más manchada por el caos.