¿Por qué hay ecologistas que se oponen a la energía solar en el desierto de California?
Mucho sol, grandes extensiones de terreno y voluntad política.
El desierto de California parece contar con todos los ingredientes para que prospere la industria de la energía solar.
Sin embargo, esta industria también tiene sus oponentes y, para sorpresa de algunos, los ambientalistas están entre ellos.
¿Por qué?
Costos que pasan inadvertidos
El desierto del Mojave en California cuenta ya con varias instalaciones solares, dos de ellas calificadas de gigantes: Ivanpah, situada entre Los Ángeles y Las Vegas; y la Desert Sunlight Solar Farm, entre Los Ángeles y Phoenix.
Cada una de ellas produce cientos de megavatios de energía y son parte del compromiso del gobierno de Barack Obama con las energías renovables y la reducción de las emisiones de carbono.
Objetivos que, en principio, comparten los defensores del medio ambiente. Aunque no siempre.
"Hay varios problemas que hacen que este sea un tema complicado", le dice a BBC Mundo Char Miller, analista de medio ambiente en Pomona College, California.
"Ninguna fuente de energía es gratis en cuanto a costos para el medio ambiente y al menos ahora tenemos por primera vez una discusión seria sobre el costo de solarizar el desierto", añade.
"Alguno de estos costos no se tienen en cuenta. Por ejemplo, la construcción de las instalaciones no se hace sin emisiones de carbono, hay que pensar en todo el tráfico de camiones para transportar el material, lo que se necesitó para construir las instalaciones, las carreteras... hay que hacer unas cuentas que rara vez se han hecho.
"Los paneles solares, además, hay que lavarlos para que sean eficientes, al menos una vez a la semana. Nadie añade estos costos.
"Y luego está por supuesto la preocupación por las especies que viven en el desierto y se pueden ver afectadas, como la tortuga del desierto y otras", sostiene Miller.
Rechazo a nuevas plantas
Las diferencias no son sólo una diatriba filosófica sino que tienen consecuencias prácticas.
Sin ir más lejos, la semana pasada la junta de supervisores del condado de San Bernardino rechazó la instalación de una planta solar propuesta para las montañas Soda del desierto del Mojave.
El motivo de la negativa: las inquietudes sobre el impacto del proyecto en el hábitat silvestre.
En un voto de 3-2, la junta declinó certificar los documentos que se necesitan bajo la ley del estado que darían luz verde al proyecto, previsto para ser construido en terreno público a lo largo de la autopista Interestatal 15.
"Apoyamos la energía renovable, pero este era el proyecto equivocado en la ubicación equivocada", declaró el supervisor Robert A. Lovingood.
Desarrollo de un plan integral
Para mediar en este conflicto, y asegurar que las decisiones se toman teniendo en cuenta todos los factores, la Oficina de Gestión de Tierras (BLM, por sus siglas en inglés), está desarrollando un plan integral que espera sea definitivo a finales de septiembre.
La BLM, oficina dependiente del Departamento de Interior de Estados Unidos, gestiona más de 4 millones de hectáreas de terreno público en California.
No hemos resuelto el dilema central de cómo almacenar la energía solar que producimos, esa es la pregunta fundamental".
En los últimos 8 años, la BLM ha trabajado con la comunidad, con grupos ambientalistas, con las empresas de la industria de las energías renovables y con grupos nativos para identificar qué áreas se deben dedicar a la conservación, cuáles a la recreación, y cuáles a las energías renovables.
"Bajo este plan buscamos las áreas más adecuadas para la energía solar, eólica y geotérmica", explica Martha Maciel, portavoz de BLM California.
La oficina adoptó tres criterios fundamentales para hacer esta búsqueda:
- zonas en las que hubiera poco conflicto con el medio ambiente, la vida silvestre o las comunidades indígenas
- zonas de fácil transmisión para el traslado de la energía a los centros urbanos
- zonas con las mejores condiciones; en el caso de la energía solar, que fueran soleadas y tuvieran cierta pendiente
Tras este exhaustivo estudio, le cuenta Maciel a BBC Mundo, "identificamos una extensión de 160.000 hectáreas recomendables para las energías renovables".
Además, más de un millón y medio de hectáreas quedarían para conservación y 1,2 millones de hectáreas, para recreación.
Energía solar a menor escala
El plan de la BLM aún no es final pero ya se ha encontrado con el rechazo de algunos empresarios de la industria solar que denuncian que esto limitará enormemente su trabajo.
Para Char Miller, la solución pasa por desarrollar un tipo de energía solar distributivo, a menor escala, en lugar de estas grandes instalaciones en el desierto.
"Es decir", señala Miller, "que se pongan paneles en los tejados de los centros urbanos y se deje en paz al desierto".
"Mi esposa y yo pusimos paneles en casa hace 2 o 3 años ¡y no hemos pagado una factura de electricidad desde entonces!, es muy eficaz.
"Se puede poner de casa en casa, de almacén comercial en almacén, sobre los edificios de apartamentos. Se pierde mucha menos energía porque está situada cerca".
Conservación de especies
Desde el punto de vista de la BLM, las grandes instalaciones en sí no son negativas, sólo hay que estudiar bien dónde se sitúan.
Para tranquilizar a los ambientalistas, Martha Maciel enfatiza que habrá grandes extensiones dedicadas a la conservación y la recreación.
"Una vez aprobado el plan", indica Maciel, "si una empresa de energía solar hace una solicitud para instalar una planta en una zona de conservación se denegará".
Sin embargo, Char Miller agrega que el dilema va más allá de la protección de las especies.
"Aunque consigamos mejores condiciones para la tortuga, no habremos resuelto el dilema central de cómo almacenar la energía solar que producimos, esa es la pregunta fundamental.
"Averiguar esa pieza es la clave", concluye.