Panagiota Vasileiadou tiene 82 años y sabe muy bien lo que es ser refugiada. Cuando era sólo una niña debió huir junto a su familia de Turquía, luego de la guerra greco-turca de los años 20. Pronto supo lo que era quedarse con lo puesto y buscar ayuda lejos de casa.
"Tenía siete años cuando nuestra casa salió ardiendo. No teníamos una cuchara, tenedor, pan ni ropas. Lo único que quedaba eran los camisones que llevábamos. Cinco niños. Sin ropa. Nada", recuerda la mujer.
Pero hoy es su turno de prestar auxilio. Como vecina Idomeni, junto a la frontera griega con Macedonia, epicentro de la crisis de refugiados en Europa, esta anciana se ha transformado en la abuela de quienes buscan protección. Al principio sólo se trataba de hacer sanguches o dar ropa a quienes pasaban cerca de su casa. Sin embargo, poco a poco, su hogar se transformó en un improvisado centro de acogida para quienes buscan un plato caliente o darse un baño.
"Cuando llegamos, ella nos ayudó. Alegró a nuestros hijos y cuando supo que la madre había muerto nos dijo que podíamos volver cuando quisiéramos", explica Baraa, de origen iraquí.
Desde entonces, el hombre junto a sus hijos, es uno de tantos que durante el día se acerca a la casa de esta mujer para comer. Y ella, encantada, les cocina a diario y los espera.
"Mi vida cambió porque tengo compañía en casa. Hablo, nos reímos, incluso cuando no puedo entender lo que dicen", explica entre sonrisa esta mujer que abraza a los pequeños refugiados como si fueran sus propios nietos. Y ellos le corresponden.
"Nos ha hecho la vida un poco más fácil. Se lo agraezco mucho. Ella representa al pueblo griego", añade Baraa, antes de seguir su día en busca de una nueva vida lejos de la violencia de su país.
Aquí el video de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) publicó en YouTube para dar a conocer esta conmovedora historia .