¿Cuándo se quedará Grecia sin dinero?
Esta pregunta ha sobrevolado las capitales europeas y los mercados durante meses, mientras el gobierno de Atenas lleva adelante duras negociaciones con sus acreedores de la eurozona para resolver su profunda crisis financiera.
Hasta ahora, Grecia ha logrado honrar los servicios de su deuda externa y pagar los sueldos de los empleados públicos y las pensiones.
Pero esto esconde una realidad sombría que muchos griegos parecen ignorar: para miles de personas, negocios e instituciones que dependen de la chequera del gobierno, en la práctica Grecia ya se ha quedado sin dinero.
Grecia no ha recibido préstamo alguno de la eurozona o del Fondo Monetario Internacional (FMI) desde agosto de 2014.
Al país aún le quedan US$8.000 millones del programa de rescate financiero (bailout), pero los acreedores se niegan a transferir el dinero hasta que Atenas emprenda más reformas, recorte el presupuesto y aumente los impuestos.
El gobierno griego, liderado desde enero por el primer ministro Alexis Tsipras, del partido de izquierda Syriza, se niega a "violar su mandato contra la austeridad".
Sin préstamos de los acreedores y sin acceso a los mercados internacionales de bonos, Grecia ha cubierto hasta ahora sus necesidades financieras recurriendo a medidas extraordinarias y controvertidas.
Estas han incluido la transferencia forzada de reservas de efectivo de instituciones del sector público -como gobiernos regionales y fondos de pensión- hacia las arcas del Estado.
El susto de las pensiones
La semana pasada, los jubilados griegos se alarmaron cuando no pudieron retirar dinero, como habitualmente lo hacían, de los cajeros automáticos el día en que supuestamente sus cuentas eran acreditadas con las pensiones.
El dinero llegó varias horas después, y el gobierno atribuyó el retraso a un "problema técnico".
Pero reportes en la prensa griega y en el diario británico Financial Times dieron una explicación menos benigna: los fondos de pensión del gobierno tuvieron hasta último momento dificultades para reunir suficiente dinero para cubrir el pago de las jubilaciones.
Para varias categorías de empleados del amplio sector público, el temor de encontrar vacías las cuentas bancarias donde les pagan los sueldos es muy familiar.
"Ya llevamos un mes de atraso con nuestro salarios. Hasta hace poco el retraso era de dos meses y nadie nos informaba si realmente íbamos a recibir nuestro próximo pago, ni cuándo iba a ocurrir", le contó a la BBC un empleado de una institución cultural financiada por el Estado que pidió no ser identificado.
Salarios atrasados
La crisis de efectivo incluso es evidente en organizaciones tan sensibles como los hospitales.
Una joven doctora le dijo a la BBC que, si bien el personal médico recibe su salario regularmente, el gobierno está más de cuatro meses atrasado en los pagos de remuneraciones extra por estar de guardia.
"La semana pasada recién nos llegó el dinero de dciembre", aseguró.
Las empresas que les suministran a los hospitales todo lo que necesitan, desde vendas hasta aparatos de diálisis, advirtieron la semana pasada que podrían verse obligadas a cancelar las entregas a los centros de salud.
"En los últimos cuatro meses hemos visto una suspensión de pagos no declarada", dijo en un comunicado la asociación que reúne a esas compañías.
El default de facto de Grecia se extiende a casi todos los sectores, desde las editoriales de libros académicos hasta los contratistas militares.
"Se adeudan pagos desde hace tiempo. Antes al menos había un flujo regular de fondos desde el Ministerio de Educación. Ahora nos dicen que tenemos que esperar", le advirtió a la BBC un ejecutivo de una casa editorial.
Y el director de una compañía que le provee comida a las fuerzas armadas de Grecia dijo que, desde hace rato, su firma no recibe dinero alguno por los productos ya entregados a los militares.
"Todos en mi sector solían pelearse por hacer negocios con el Estado: era rentable y seguro. Ahora, el gobierno es el peor cliente".
Incluso los grandes conglomerados industriales están sufriendo por la falta de liquidez, los crecientes costos de los préstamos e incluso la suspensión completa de líneas de crédito.
A contrarreloj
Las compañías están posponiendo las tan necesarias inversiones y exigiendo una solución urgente a la crisis, afirmó Theodore Fessas, presidente de la Federación Helénica de Empresas, que representa a firmas de la mayoría de los sectores de la economía griega.
"Hoy, el mayor problema es la incertidumbre. Incluso amenaza a los negocios más saludables, aquellos que han logrado, a pesar de la crisis, pagar sueldos e impuestos en término y cumplir con todas sus obligaciones".
La urgencia de la situación parece tener un impacto menor en el gobierno de Grecia o en la Unión Europea (UE).
La semana pasada, el gabinete de Atenas fracasó en la aprobación de nuevas reformas y aumentos de impuestos necesarios para convencer a los ministros de Finanzas de la eurozona de que desbloqueen créditos durante su próxima reunión, el 11 de mayo.
Los analistas advierten que el dinero que Grecia necesita para hacer frente a sus obligaciones financieras es imposible de reunir sin nuevos créditos de emergencia.
Por su parte, los funcionarios de la eurozona creen que es el país, no Europa, el que corre contra el tiempo, y han reconocido abiertamente que tienen planes para evitar un contagio en caso de que Grecia caiga en default y abandone la UE.
Esta actitud grandilocuente es justamente la que genera ansiedad y temor entre los ciudadanos griegos de a pie.
"Cuando los elefantes pelean, son las ranas las que sufren", le comentó a la BBC el vendedor Niki Volioti, de 42 años, citando un proverbio griego.
"Supongo que estoy cansado de ser una rana".