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Cómo atravesó la Iglesia católica los años más radicales de la Revolución cubana

Cómo atravesó la Iglesia católica los años más radicales de la Revolución cubana
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Para la Iglesia católica cubana, sobrevivir a los años más radicales de la revolución fue como cruzar el desierto.

Para la Iglesia católica cubana, sobrevivir a los años más radicales de la revolución fue como cruzar el desierto.

Cuando en 1959 Fidel y los suyos ingresaron triunfantes en La Habana, las imágenes de iglesias incendiadas y católicos perseguidos en la España de la Segunda República se instalaron en la mente de algunos creyentes en la isla.

Con menor o mayor identificación con el castrismo, los religiosos que conversaron con BBC Mundo coinciden en que ese fue el antecedente inicial de la accidentada relación entre la revolución y los católicos cubanos.

Relación que ahora todos los actores involucrados califican como "saludable".

No por nada Cuba es el único país, junto con Brasil, en ser visitado por los tres últimos Papas.

A horas de la tercera llegada de un máximo representante de la Santa Sede a La Habana en menos de 18 años, te contamos cómo fue el "vía crucis" de los católicos en la Cuba de los Castro.

El temor en los "años grises"

Si bien la Revolución cubana no tenía al católicismo entre sus objetivos políticos, el rumbo socialista tomado en los primeros años de la década del 60 tensó la relación con todo el mundo religioso.

Tensión que duraría más de dos décadas, hasta los últimos años de los 80 y que tendría uno de sus momentos más significativos en 1976, cuando la Constitución cubana declaró el carácter ateo de la isla.

El texto constitucional de ese año declaraba al Estado cubano como: "socialista, que basa su actividad y educa al pueblo en la concepción científica materialista del universo".

"La presencia de la iglesia fue difícil en los años más grises. Los primeros años de la Revolución fueron de confrontación y desconfianza", resume el obispo cubano José Conrado, un sacerdote reconocido por sus críticas al gobierno de la isla.

El religioso recuerda que la iglesia Católica "quedó reducida al mínimo".

"Laicos y curas abandonaron el país. La iglesia española hizo un gran llamado por temor a una ola de persecuciones y la posible prohibición de la religión", explicó.

Conrado, en entrevista con BBC Mundo, recordó que en sus primeros años de cura le tocó ser el párroco en poblaciones de 80 o 90 mil personas "donde apenas cuatro niños asistían a la catequesis".

"No teníamos ni 100 personas en las iglesias", recuerda el obispo.

Frei Betto, un religioso mucho más cercano a Fidel Castro y a la revolución, señala que todos los temores de esos años eran infundados y obedecían a influencias extranjeras.

"Fue la influencia franquista del catolicismo español en Cuba la que hizo que muchos católicos quedaran en contra del carácter socialista de la Revolución y de la influencia soviética. Sin embargo, ningún padre o pastor ha sido fusilado y ningún templo cerrado", dijo el conocido teólogo de la liberación a BBC Mundo.

Fidel Castro, muchos años después, le explicaría a Frei Betto por qué se había establecido el ateísmo como política estatal en la isla.

"Lo que nosotros estábamos exigiendo era la adhesión plena al marxismo-leninismo. Se suponía que cualquier persona que se uniera al partido aceptaría la política del partido y de la doctrina en todos los aspectos", le explicó el comandante cubano al teólogo brasileño en el libro "Fidel y la religión", publicado en 1985.

Ser católico en 1970

Mercedes tiene 72 años y trabajó como contadora hasta jubilarse.

Ahora atiende una sala pastoral y es activa participante de la Iglesia católica cubana, pero de adolescente "pasó mucho trabajo".

"Fui requerida muchas veces por ser católica, al extremo que decidí dejar la universidad. Era angustiante. Cada vez que pasaba algo sospechaban de los católicos", dice Mercedes a BBC Mundo, mientras aclara que jamás participó en ninguna actividad en contra de la revolución.

"Simplemente defendía mi fe", señala.

En las plazas e iglesias de La Habana no es difícil encontrar cubanos como Mercedes, dispuestos a contar historias de los años de radicalidad e intolerancia de la revolución.

No sólo contra los católicos, también contra homosexuales y otros grupos.

El obispo habanero Juan de Dios Hernández calificó la relación de la iglesia Católica con el gobierno cubano en los 60 y 70 como "desfavorable" e "inclusive hóstil".

"El nudo del conflicto partió de una incomprensión de lo que significaba la iglesia y también la influencia de factores externos como el bloqueo o la crisis de los misiles de octubre (1962). Todo eso creó un clima desfavorable, hóstil inclusive", señaló el religiosos que es colaborador del cardenal cubano Jaime Ortega.

En 1971, la Arquidiócesis de La Habana reportó que sólo se registraron 7.000 bautismos en toda la capital cubana, según el libro "Despertar religioso" de Enrique Pérez Oliva.

La misma investigación señala que esa cifra se multiplicó cuatro veces en 1989, cuando la isla ya atravesaba el llamado proceso de apertura a la religiosidad cubana.

Estudios como el Reporte Internacional de Libertad Religiosa y la encuesta anual del Pew Research Center señalan que entre el 59 y el 63% de los cubanos se identifican como cristianos.

El anuario estadístico del Vaticano señala que en Cuba, un país de más de once millones de habitantes, el 59,66% son católicos.

En el reporte de 2001 los católicos eran el 55,26% y en el de 1990 el 41,21%.

El "largo proceso" y el "periodo especial"

"Los momentos difíciles cada vez se han vuelto menos. El Estado cubano aprendió lenta y gradualmente el rol de la iglesia de sembrar a Jesucristo en el corazón de las personas que se presten a ello", señala el obispo Hernández.

Al igual que él, y a pesar de sus diferencias, José Conrado y Frei Betto calificaron el paso de los "años grises" al presente como "un largo proceso".

Más de cuatro décadas después de aquellos tiempos en los que sólo cuatro niños iban a la catequesis, Conrado señala que "la supervivencia de la iglesia Católica en Cuba fue heróica".

"En 1992 nos lanzamos a la calle, a reencontrarnos y conversar puerta a puerta. Se cumplían los 500 años de la evangelización", recordó.

No sólo eso. 1992 también fue el año en el que Cuba modificó su Constitución y dejó el ateísmo como política oficial para convertirse en un Estado secular.

Además, el "periodo especial" de escasez y limitaciones después de la caída del bloque soviético se encontraba en uno de sus momentos más críticos.

Conrado recuerda que el papel de las iglesias fue muy importante en aquellos momentos.

"Recuperamos la presencia en el campo, volvieron las multitudes. Era un momento muy difícil en el que faltaban muchas cosas y la iglesia colaboró mucho para atravesarlo".

A la hora del balance, Frei Betto afirma que el cambio fue "bastante" desde los primeros años de la revolución hasta el presente.

"Cambió mucho, sobre todo en cuanto a las liberdades religiosas. Con la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética, Cuba se volvió más cubana, reasumiendo su identidad martiana, cristiana, de sincretismo religioso. Fidel estuvo de acuerdo y se cambió la Constitucion del país y los estatutos del Partido Comunista, ahora ambos oficialmente laicos. El pueblo de Cuba es esencialmente religioso, cristiano sin ser mayoritariamente católico y recibe a los Papas con mucho entusiasmo", concluyó.

Así fue la "vía crucis" de los católicos en Cuba.

Desde los años de temores, controles a los universitarios, materialismo científico, poca presencia en las parroquias y la escasez del periodo especial hasta la visita de Francisco que empieza el sábado pareciera que ya cruzaron el desierto.

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