"Le dieron 11 balazos y murió tendido en la calle", dice Ismael Ramos al recordar aquél día de 2006, cuando Telésforo Ramírez fue asesinado.
Los dos hombres eran compañeros de la patrulla policial de Ciudad de México.
Y la imagen de su colega desangrándose en el asfalto persigue a Ramos hasta el día de hoy.
Nadie ha sido arrestado por el asesinato de Ramírez, algo que todavía sorprende a su excolega. "Nadie hizo nada", dice el policía, agregando que se cree que el tiroteo fue llevado a cabo por miembros de una banda de narcotraficantes.
"Fue increíble. Parecía que a nadie le importaba", recuerda acusando una falta de investigación.
Un negocio riesgoso
El caso de Ramírez no es único: la mayoría de los asesinatos de policías en México quedan impunes.
Y el número de oficiales asesinados está en aumento, según Causa en Común, una ONG que aborda las precarias condiciones con que operan las fuerzas policiales en México.
En el primer semestre de este año, 235 policías municipales, estatales y federales fueron asesinados, dos más que en el mismo período en 2018.
"Es fácil matar a un policía en México", le dijo a la BBC la presidenta de Causa en Común, María Elena Morera.
"En Estados Unidos, cuando matan a un oficial de policía, la sociedad se escandaliza. Aquí, hay desinterés por la vida de los policías. Parece que a nadie le importa", dice Morera.
Bajos salarios e incentivos insuficientes
El aumento de los asesinatos de policías y la poca consideración por las fuerzas del orden público en México son dos de los factores que hacen que sea extremadamente difícil para el gobierno cumplir con su promesa de reclutar para 2020 a 50.000 miembros para la recién creada Guardia Nacional.
El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció sus planes de lanzar la nueva fuerza civil días antes de asumir el cargo, en diciembre de 2018.
En ese momento, expresó que la Guardia Nacional sería clave para reducir los niveles récord de crimen y violencia.
De enero a julio de 2019, se reportaron más de 20.000 asesinatos, un aumento del 4% en comparación con el mismo período del año pasado, que había sido el más violento desde que comenzaron los registros.
Morera, sin embargo, cree que López Obrador estableció un objetivo demasiado alto.
"Lo que nos dicen desde dentro de la Guardia Nacional es que no están alcanzando los números de reclutamiento que el presidente creía que serían fáciles de alcanzar", dice.
Por su parte, el experto en seguridad mexicano Alejandro Hope afirma que el gobierno no está ofreciendo suficientes incentivos a los posibles candidatos.
"Si se trata de una profesión riesgosa, hay que pagar un salario justo y los salarios que se ofrecen no son suficientes", dice Hope, quien fuera jefe del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), ahora Centro Nacional de Inteligencia (CNI).
El salario mensual promedio en México para los que recién se incorporan al cuerpo es de entre US$600 y $760 dólares al mes.
Según Ramos, eso no es suficiente para cubrir las necesidades básicas de la familia de un oficial.
Además de eso, los oficiales de las fuerzas policiales municipales y estatales a menudo tienen que financiarse sus propios equipos.
De acuerdo a Causa en Común, la mitad de los policías les informó que debió pagar por sus uniformes y botas.
"Más de lo mismo"
Marco Villafaña afirma que nunca consideraría unirse a la Guardia Nacional. El expolicía estatal de 33 años dice que la nueva fuerza es "más de lo mismo".
Villafaña trabajaba como policía en Guanajuato, una ciudad en el centro de México donde los oficiales están siendo asesinados en números récord.
Entre principios de enero y el 21 de agosto mataron a 24.
"Me uní porque quería servir, pero muy pronto te das cuenta de que hay corrupción en todas partes", dice.
Después de más de una década en la fuerza policial, Villafaña se desencantó y comenzó a defender los derechos de los policías.
Su contrato terminó recientemente, una medida que, según él, fue tomada en represalia por exigir mejores condiciones de trabajo, algo por lo que está luchando en tribunales.
Escándalos y suspensiones
Villafaña no está solo cuando dice que la fuerza policial para la que trabajó es corrupta.
De hecho, según una encuesta llevada a cabo en 2018 por Causa Común, el 54% de los policías entrevistados afirmaron que creían que sus agencias lo eran.
Es una experiencia que también tuvo el policía Ramos en Ciudad de México. "Cada gobierno (estatal) llega y hace un acuerdo con un grupo criminal", dice.
Ramos agrega que le negaron promociones porque no quiso cooperar con los jefes de policía cuando le pidieron que extorsionara a los dueños de unos negocios a cambio de protección especial.
Su acusación está respaldada por los recientes arrestos en Ciudad de México de varios jefes de policía sospechosos de proteger a las bandas locales de narcotraficantes.
Además, la desconfianza en los organismos de seguridad está muy extendida en la capital. Recientemente, cientos de manifestantes salieron a las calles tras las acusaciones de que un grupo de policías había violado a una adolescente.
Seis policías han sido suspendidos por esta acusación.
Santiago Nieto, un alto funcionario de la administración López Obrador, dice que están trabajando arduamente para acabar con la corrupción dentro de las fuerzas de seguridad de todo México.
Pero para Prisciliano Flores esos cambios llegan demasiado tarde.
El hombre de 54 años fue policía en Ciudad de México durante 25 años. Dejó su trabajo después de que se desilusionara con la institución.
Para él, la falta de prestaciones básicas, como a la atención médica de buena calidad, fue lo que finalmente inclinó la balanza.
"Llega un momento en el que te preguntas si vale la pena. Porque no recibes un trato justo, incluso cuando estás dando buenos resultados", dice.