Qué es la Faja Volcánica Transmexicana y por qué representa un mayor peligro de lo que se pensaba
El área en la que vive el 40% de la población en México está repleta de volcanes.
En la región central del país, en la que se asientan 14 estados y viven más de 50 millones de personas, se ubica en la Faja Volcánica Transmexicana (FVTM), también llamada Eje Neovolcánico Transversal o simplemente Eje Volcánico.
Se trata de una franja que cruza a México de este a oeste en su región central y en la que hay unos 40 volcanes, algunos de ellos activos y de alto riesgo, como el Popocatépetl, cercano a Ciudad de México, o el de Colima, considerado el de más actividad de América del Norte.
La FVT forma parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, la zona de interacción de placas terrestres más grande del mundo (40.000 km) que es origen de terremotos en las costas del Pacífico de América, el este de Asia y las islas del sureste de ese continente.
En México, la FVTM al ser una zona alta de clima templado, favoreció desde tiempos ancestrales los asentamientos humanos que evolucionaron hasta las grandes ciudades que hay en la actualidad.
"En regiones volcánicas, los suelos son más ricos y la gente tiende a establecerse. Las poblaciones más grandes están en esta faja volcánica, que además tiene varios volcanes activos", explica a BBC Mundo el investigador Gerardo Suárez, del Departamento de Sismología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El experto recientemente publicó un estudio que realizó a lo largo de 3 años junto a sus colegas Gema Caballero y David Novelo sobre la FVTM.
Su investigación documentó cómo la Faja Volcánica Transversal también ha sido origen de sismos de intensidad alta, causantes de daños severos, lo que hasta ahora ha pasado inadvertido en el estudio de los terremotos de la zona.
"Es una región que se ha considerado por mucho tiempo de relativamente bajo peligro sísmico", explica Suárez.
"Pero lo que hemos encontrado es que en la historia hay varios sismos que, a pesar de que son poco frecuentes, y de magnitud no tan grande como los que hay en la costa del Pacífico, podrían representar un peligro importante porque en el pasado han causado daños a esta zona tan poblado del país", añade.
Su hipótesis es compartida por el investigador estadounidense Gavin Hayes, quien no participó en la investigación de Suárez y sus colegas.
"Concuerdo con el hecho de que solo porque haya habido terremotos de moderados a grandes bastante infrecuentes no significa que se pueda ignorar el peligro asociado con ellos", le dice a BBC Mundo el experto en geofísica del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés).
Zona de cumbres
La interacción de las placas tectónicas de Cocos y Rivera, que además colindan con la gran placa de Norteamérica, ha dado origen a la formación de decenas de montañas altas y volcanes a lo largo de millones de años.
En lo que respecta a la FVTM, dio paso a la formación de una franja de 900 km de largo -desde las islas Revillagigedo del Pacífico hasta el estado de Veracruz, en el Golfo de México- y una anchura de 130 km.
La altura media en la región es de 2.500 metros sobre el nivel del mar (msnm), por lo que esta zona ha sido considerada como la barrera natural entre América del Norte y América Central, según el Servicio Geológico Mexicano.
Entre los volcanes que la forma está el Pico de Orizaba, el más alto con 5.636 msnm; el Popocatépetl, el Iztaccíhuatl y el Ajusco que rodean a Ciudad de México; el Paricutín, el más joven del país; y el Fuego o de Colima, el más activo de América del Norte.
De los 43 volcanes que hay en la región, solo una decena ha estado activo en los últimos dos siglos.
Viaje al pasado
El estudio de Suárez, publicado en la revista científica Tectonics, implicó sumergirse en archivos históricos de códices aztecas, relatos coloniales y archivos sísmicos de cinco siglos de antigüedad para determinar qué eventos significativos hubo en la Faja Volcánica Transmexicana.
"Lo que vemos en el periodo de los últimos 100 años en que ha habido instrumentos es muy corto en términos geológicos", explica Suárez.
Determinar qué sismos hubo y qué características tuvieron es importante para conocer el riesgo de la FVTM.
Luego del trabajo de documentación, los expertos determinaron que hubo seis terremotos desde el siglo XV hasta la actualidad que se explican por la actividad geológica de la FVTM, y no por la interacción de las placas del Pacífico.
Los más antiguos fueron registrados en códices y documentos que relataban el México de la época azteca o mexica, lo cual resulta fascinante para el estudio de la sismicidad de la zona.
"Las culturas prehispánicas registraban los sismos con un glifo, un símbolo, que parece una hélice. Lo llamaban 'ollin", el cual era un símbolo de movimiento. Cuando lo colocaban en una especie de capas, que representaban la tierra, esto representaba un sismo", explica Suárez.
Uno ocurrió en 1475 en un lugar cercano a lo que hoy es Ciudad de México, evento que los códices prehispánicos registran con el derrumbe de laderas y la abertura de grietas, características de un terremoto generado en el lugar, no en el Pacífico.
Otro ocurrió en 1575, después de la Conquista española, con una magnitud estimada de 5,7, explica Suárez, y que se generó cerca de la actual ciudad de Puebla. Tuvo réplicas durante 4 o 5 días y causó una gran destrucción.
El trabajo de interpretar cómo las culturas prehispánicas registraban los sismos es muy complicado debido a que subsisten pocos códices, ya que pues "fueron destruidos en la época colonial porque eran considerados paganos", explica Suárez.
Otros eventos significativos fueron el sismo cercano a Tepic de 1568 (de magnitud estimada en 7,2), el de la falla de Michoacán de 1858 (+7), el de Acambay de 1912 (6,9) y el de Xalapa en 1920 (6,4).
¿Qué significa la sismicidad de la FVTM?
Suárez explica que analizar los registros sísmicos formales de un siglo es como ver solo unos segundos de una película.
Su trabajo ha sido ver más allá de unos fotogramas y tratar de entender cómo la sismicidad de la FVTM tiene varios componentes.
"Es lógico que nuestra atención haya estado centrada en la región donde ocurren los sismos más grandes, más peligrosos, de donde vino el sismo de 1985 que tantos daños causó a Ciudad de México", considera.
Pero dice que entender que hay otras fuentes de actividad geológica "debe llevar a reconsiderar el peligro sísmico que hay en el centro del país".
Gavin Hayes, del USGS, concuerda con eso y señala que hay lugares en EE.UU. donde "los terremotos son raros, pero el peligro es muy alto", como la zona sísmica de Nuevo Madrid, en San Luis, Misuri.
"Los terremotos grandes poco frecuentes cerca de las regiones pobladas son difíciles de reflejar en los mapas de amenazas, porque las posibilidades de que ocurran en un período determinado son bajas, pero su impacto puede ser muy alto", añade.
Ante esto, Suárez dice que la revisión de códigos y normas de construcción en zonas sísmicas es la mejor manera de protegerse.