"No somos mexicanos sino los europeos más antiguos de EE.UU."
Muchos estadounidenses ven al español como un lenguaje de recién llegados, de gente que no es de acá. Por eso impresiona tanto llegar a Nuevo México, un sitio en el que el castellano tiene raíces más profundas que en cualquier otra parte de este país.
Hablar el español tradicional de Nuevo México ha otorgado sentido de pertenencia a generaciones de sus habitantes. Pero hoy, en medio de las controversias migratorias y culturales que polarizan a Estados Unidos, se ha convertido también en un campo de disputa política. Y mientras en casi todo el país se ve como el idioma de los vulnerables, en Nuevo México la cultura hispana enfrenta aquí acusaciones de ser la de los opresores.
Para comprobar la impronta profunda, centenaria, del español en Nuevo México, lo mejor es ir al norte rural del estado, al que se llega atravesando un desierto bautizado desde tiempos coloniales como La Jornada del Muerto. Al final de la travesía están los pueblos y las casas dispersas de los hispanos de Nuevo México, descendientes de colonizadores españoles.
"Mi familia llegó aquí en 1598", le dice a BBC Mundo Orlando Romero, un galardonado historiador y columnista local. En una acogedora vivienda de adobe que él mismo construyó en la minúscula población de Nambé,
Romero le dice a BBC Mundo que su gente, los hispanos de Nuevo México, son "los europeos más antiguos" del país. Llegaron a estas tierras cuando Estados Unidos no era siquiera una idea en la mente de nadie. Y llevan 421 años continuos hablando un español, que por el aislamiento geográfico y cultural en el que vivieron por siglos, terminó volviéndose un dialecto distinto a los de sus vecinos.
"No somos mexicanos", insiste, como nos lo dicen también muchos hispanos en este estado.
Turismo y cultura
Estados Unidos tomó el control de la región en el siglo XIX y en 1912 Nuevo México fue admitido como estado en la Unión. Se promulgó una constitución estatal que, a diferencia de todas las demás en el país, otorgaba prerrogativas legales especiales para proteger el idioma de los hispanos. Muchas de esas protecciones no se cumplieron, aclara Romero.
Pero la idea de Nuevo México como un estado con un vínculo especial con España persistió.
Entre otras razones, porque los estadounidenses encontraron que hacer énfasis en la "hispanidad" de Nuevo México podría ser un buen negocio. La capital del estado, Santa Fe, se convirtió en un destino turístico importante. La gente venía atraída por el paisaje, la hermosa arquitectura colonial y la promesa de una cultura exótica a ojos estadounidenses.
Así, a principios del siglo XX las autoridades de la ciudad empezaron a organizar durante las tradicionales fiestas anuales de Santa Fe, el desfile de La Entrada, una conmemoración de la llegada de los españoles.
Los Caballeros de Vargas
Uno de los grupos que tradicionalmente encabezaban el desfile, disfrazados de conquistadores, era el de los Caballeros de Vargas, una asociación de habitantes hispanos de Nuevo México empeñados en mantener viva la herencia cultural de la región.
Su jefe actual, Gary Delgado, recibió a BBC Mundo en la capilla del Rosario, una iglesia colonial que guarda a "La Conquistadora", una estatua de la virgen a la que veneran.
Delgado, vestido con un traje ceremonial que resalta los colores de la bandera española, nos dijo orgulloso que, ya jubilado, pasaba buena parte de su tiempo honrando la memoria de don Diego de Vargas, uno de los comandantes coloniales españoles en el siglo XVIII, que le da el nombre a su organización.
Pero en el Nuevo México moderno, algunos empiezan a mostrar recelo por esa idealización del pasado hispano. En Santa Fe desde hace algunos años, grupos indígenas empezaron a protestar por el desfile de La Entrada.
Lo consideraban una apología de la conquista sangrienta de sus antepasados por los españoles. Delgado insiste en que es injusta esta calificación. Pero la controversia no cesó, y en 2018 el desfile de los conquistadores se canceló.
La inmigración también está cambiando la definición de quién es hispano aquí. En el último par de décadas se ha elevado sustancialmente el flujo de personas desde México. La población hispanoparlante de Nuevo México se parece más ahora a la del resto del país: con más inmigrantes recientes en condiciones de vulnerabilidad.
En Albuquerque, la ciudad más grande del estado, la prensa local citaba hace poco a Gary Luján, un activista por los derechos de los inmigrantes latinos, quejándose que una de las razones que hacía más difícil su trabajo en Nuevo México es que la comunidad hispana tradicional no veía enteramente con buenos ojos la llegada de estos nuevos migrantes.
Una posición que le fue confirmada a BBC Mundo por varios otros comentaristas locales.
¿Hablan como Cervantes?
El idioma se inmiscuye en esta controversia. Por mucho tiempo se ha dicho que en Nuevo México se hablaba un castellano directamente descendiente del que hablaban los conquistadores.
Damian Vergara Wilson, profesor de lingüística española en la Universidad de Nuevo México en Albuquerque, le dice a BBC Mundo que afirmar que los hispanos de este estado hablan un castellano como el del Siglo de Oro español, "tiene parte de verdad y parte de mito".
El catedrático asegura que algunas formas del español de Nuevo México recuerdan a las que se usaban en España en el siglo XVII. Pero advierte que incluso los españoles que colonizaron la región habían partido de México y ya habían asimilado aspectos de la forma de hablar de los mexicanos.
Muchas otros aspectos del dialecto, señala el académico, aparecieron localmente debido al aislamiento en que vivió esta zona. Más que recordar al habla de la España del Siglo de Oro, son una creación particular de esta región.
Pero entonces, ¿por qué subsistió el mito que los hispanos de Nuevo México hablaban una versión "pura" del castellano peninsular?
Para Vergara Wilson, esta idea puede haber servido a la comunidad hispana tradicional en Nuevo México, entre otras cosas, para "blanquear" su origen, haciendo énfasis en el origen más "europeo" de su gente y así elevar su estatus al diferenciarse de otros grupos hispanohablantes, incluyendo a los mexicanos inmigrantes más recientes.
En cualquier caso, advierte el profesor, "es importante reconocer que cada quien tiene el derecho de decir quiénes son" y que no es asunto de él juzgar la manera en que las comunidades definen su propia identidad.
"Todos latinos"
El historiador Orlando Romero insiste, por su parte, en que si bien es importante para su comunidad reivindicar su herencia de españoles, eso no debe ser visto como una forma de discriminación contra los mexicanos. Para Romero, la historia de Nuevo México es una de convivencia de muchas comunidades: la anglosajona, la indígena y la hispana.
La tendencia demográfica indica que Nuevo México seguirá siendo un baluarte del español. En 2018, datos del censo indican que el 49% de su población era latina o hispana, el porcentaje más alto de cualquier estado.
El futuro del español en Nuevo México se ve reflejado en el salón de clase de Felipe Ruibal, un carismático maestro que nos recibe en la South Valley Academy, una escuela pública en un barrio pobre de Albuquerque.
Ruibal nació en otro pueblo rural del norte del estado, en una de esas comunidades de hispanos que llevan generaciones viviendo ahí. Habla castellano salpicado con expresiones típicas de Nuevo México, pero entonadas con acento angloparlante.
En su salón de clase hay muchos hijos de inmigrantes. La maestra en el aula de al lado es colombiana. Ruibal rechaza que el idioma español vaya a dividirlos. "Todos somos latinos", concluye, con una sonrisa.