"Cuando me lesioné los aductores por primera vez, se acabó todo para mí. Cambié mi forma de jugar y ya no fui el mismo". Así comenzó un estremecedor relato y bastante revelador por parte de Michael Owen, ex seleccionado inglés, y una de las leyendas del fútbol de ese país. Palabras que no dejaron indiferentes a quienes sintonizaban BT Sports.
Un jugador que obtuvo el Balón de Oro en 2001, en una reñida disputa ganando la pulseada a contrincantes como Raúl González y Oliver Kahn. Galardón que situó a Owen como el segundo deportista más joven en obtener el reconocimiento como mejor jugador del mundo.
Por esto es que su confesión remeció a los hinchas. En el set de televisión agregó que "en los últimos 6 o 7 años de mi carrera me transformé. Me horrorizaba la posibilidad de patear al arco cuando tenía espacios, sabía que me iba a romper un músculo". Dura época para un experimentado delantero que tuvo pasos por Liverpool, Manchester United, Real Madrid, entre otros grandes del balompié.
Y fue en el último tramo de su desarrollo profesional, vistiendo las camisetas del United y el Stoke City, en que peor lo pasó, ya que "durante esos seis o siete años odié el fútbol. No veía la hora de retirarme porque el que estaba en el campo no era yo".
Abrupto cambio en la forma en que desarrollaba su juego, cómo se posicionaba en la cancha y hasta en la manera de definir en arco rival. ¿Cómo logró "disimular" sus miedos?, es una de las preguntas que muchos se hacían para sí mismos mientras él proseguía con su relato.
Y fue "The Golden Boy" quien aclaró este punto, comentando que "lo que hacía era jugar en corto, armar jugadas, meterme en el área y usar mis instintos. Podía seguir marcando goles, tenía los instintos para saber a donde iba la pelota y terminaba la jugada . Sólo usaba mi instinto".
Artillero que finalizó su periplo profesional en el Stoke City marcando cinco goles en 12 partidos, de una manera casi aterradora para él, ya que tuvo que vivir mucho tiempo con el fantasma del dolor y las lesiones.