Las vueltas de la vida llevaron a Lionel Messi a reencontrarse con River Plate en el Mundial de Clubes 2015 en Japón, mismo equipo que lo desechó cuando era pequeño.
La anécdota resulta interesante porque el conjunto argentino tuvo a un paso de contratar a uno de los mejores jugadores del mundo, pero una (mala) decisión terminó por escribir un destino distinto.
La historia es la siguiente: Con siete años Lionel llegó a Newell’s Old Boys. Su padre jugó allí y sus hermanos mayores ya eran parte de las divisiones inferiores pero sus carreras no prosperaron.
Cuando llegó, el chico sorprendió a todos al campo de entrenamiento leproso "Las Malvinas".
Messi fue parte del equipo “máquina 87” una generación dorada en las cadetes del club de Rosario que ganó todo lo que jugó. Sin embargo, Lionel Messi tenía nueve años y sólo medía 1,27 metros.
Sus padres estaban preocupados porque no crecía. Era el más bajo de sus compañeros de plantel y curso. Por ello, lo llevaron al doctor y diagnóstico fue que tenía las glándulas de crecimiento dormirdas.
Así era necesario que Messi se inyectara por vía externa suministros para revertir el panorama. Esta enfermedad afecta a uno entre veinte mil nacimientos.
A cualquier chico con aquel adverso escenario hubiera sido argumento necesario para dejar el fútbol. Pero, Messi lo tomó con naturalidad y a los diez años comenzó su tratamiento, el cual cumplió a cabalidad.
Antes de dormir se sentaba en su cama, cargaba la jeringa y se ponía la inyección en cada pierna. Todas las noches. Lo lamentable era que el tratamiento era muy caro: Mil quinientos dólares (algo más de un millón de pesos aproximadamente).
El trabajo del padre de “Leo”, Jorge Messi consiguió que costearan el proceso medico por dos años. Luego la familia debió buscar otras alternativas y Newell’s Old Boys colaboró, pero por poco tiempo. Así que, pensaron que podría encontrar la solución con los clubes grandes de Buenos Aires.
Destino River Plate
Fue así como Jorge y Lionel viajaron en auto desde Rosario a la capital de Argentina para a una prueba masiva de jugadores.
Messi era el más bajito, no fue considerado entre los 22 titulares. Quedaban cinco minutos para que terminara entrar y lo hicieron entrar. Casi por compromiso.
“La Pulga” recibió el balón, dos regates y disparó al arco. El encargado de la prueba giró mirando a la grada, ¿Quién es el padre de ese chico? De los cinco minutos, a Messi le habían sobrado cuatro. River Plate quería ficharlo.
El padre reveló que su hijo pertenecía a Newell´s y el ánimo de los millonarios decayó porque iban a pedir mucho dinero. No hubo trato. Jorge y Leo no encontraron solución para costear el indispensable tratamiento. En Argentina no había solución, sí al otro lado del océano.
Fue en ese contexto que River tuvo en sus canchas jugando al mejor jugador argentino de los últimos tiempos el mismo que enfrentó por las vueltas (o revanchas) de la vida este domingo en la final del Mundial de Clubes.
Esta nota fue basada a la redacción del libro "Sueños de Gol" escrito por los periodistas españoles Guillermo García y Aritz Gabilondo.
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