José Antonio Viera-Gallo: "Hay evidentes errores, pero voy a votar Apruebo"
-Escribiste que valorabas el texto por su origen democrático y contenido progresista, aunque había que hacer correcciones.
-Hay que entender la propuesta de constitución como un hito en un proceso, no como el final del proceso. Y en ese sentido, yo creo que el texto contiene una estructura suficientemente sólida, como para que pueda dar frutos. Eso supone, por cierto, un debate sobre su implementación. Y las correcciones y vacíos que hay que llenar. El proceso sigue.
-¿Vas a votar apruebo?
-Sí, claro.
-¿Qué correcciones habría que hacerle?
-Hay evidentes errores. Por ejemplo, que el veto parcial del Presidente pueda ser revertido por la misma mayoría que aprobó la norma en el Congreso que el Presidente está objetando. Es como si no hubiera veto parcial.
También es una equivocación que los fiscales regionales sean propuestos en ternas por las Asambleas Regionales y no por las Cortes de Apelaciones. Porque, si bien pasa por la Alta Dirección Pública, al formar la terna en un cuerpo tan político como es la Asamblea Regional, hay un peligro de que la política se inmiscuya en forma indebida en el ejercicio de la acción pública.
En tercer lugar, hay un vacío en no haber extendido las oportunidades de plebiscito en caso de discrepancia grave entre el Presidente y el Congreso. Las acciones de democracia directa incluyen la iniciativa popular de ley y el referéndum revocatorio de ley, pero no se amplían las posibilidades de plebiscito cuando los poderes constituidos están conflicto.
-Fuiste parlamentario por BioBío, ¿qué te parece la propuesta de estado regional?
-Es una propuesta en la que hay mucha fraseología de autonomía, pero en la práctica no es tan así. Se mantiene, entre otras cosas, la facultad del Presidente para nombrar a los seremis y a los directores de los servicios. No existe en Chile un modelo acabado de cómo debería ser un Estado unitario, pero regional. Entonces, la propuesta de la Convención avanza en muchas cosas que son positivas, pero después tienen un frenazo fuerte. Esas cosas habrá que irlas corrigiendo en el tiempo.
-También fuiste delegado en el tema mapuche. ¿Lo que plantea la Convención es un aporte; por ejemplo el concepto plurinacional y las autonomías territoriales?
-El concepto de plurinacionalidad es lo que se discute hoy en muchas partes, y se establece en algunos países, como Estados Unidos, Canadá. Se habla de las primeras naciones. Se tomó después en Ecuador, Bolivia. Bien entendido, ese concepto no trae ningún problema práctico. Y puede favorecer, si se cumple efectivamente, una convivencia más armónica entre los pueblos originarios y el estado chileno.
Respecto de las autonomías territoriales indígenas, prácticamente la constitución solo las menciona. No dice cuáles son sus competencias, ni cuales son los criterios para crearlas. Se limita a señalar que la ley lo va a hacer.
-¿No puede generar un tema de expectativas y disputas entre las comunidades y el estado?
-Hay algunas demandas que no son pocas, que son justas. Lo peor que se puede hacer es cerrar la puerta, lo que hay que hacer es abrir el diálogo. Hay más de 700 comunidades que tienen su título de dominio reconocido según la ley chilena, y sin embargo están en lista de espera para tener tierra; eso es una caldera explosiva. Es como si me dijeran: usted tiene un derecho a su propiedad, pero tiene que ponerse en la cola y esperar varios años. No puede haber algo más explosivo que eso.
-¿Te costó mucho tomar esta decisión? Porque hay compañeros de la ex Concertación como René Cortázar que votan rechazo.
-Respeto mucho las decisiones de cada persona, sobre todo de aquellos que han decidido, habiendo sido de la Concertación, rechazar para encontrar otro camino. Pero creo que están equivocados, porque volvemos a fojas cero. Y partimos de cero. En cambio, la ventaja de votar apruebo es que las discusiones se van a concentrar a partir de un texto que avanza en muchas materias importantes: en materia ecológica, paridad de género, la relación del Estado en una economía de mercado, la estructura de los poderes del Estado.
Empezar la discusión de nuevo de cero no le convendría al país. Más le conviene al país seguir con el proceso actual, y en el periodo de implementación que va a durar casi diez años, ir viendo las reformas que haya que ir haciendo.
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-Algunos dicen que para reformar es mejor rechazar, porque si apruebas va a ser muy difícil cambiar la carta: 2/3 o 4/7 y plebiscito.
-De lo que se trata con las reformas es de hacer lo más amplio el consenso sobre el nuevo texto. Por lo tanto que tenga 4/7 y referéndum a mi no me parece mal. Significa que en el Parlamento las correcciones tienen que contar con un consenso amplio y con un acuerdo con el gobierno. Porque el gobierno siempre podría vetar ese proyecto.
En cambio, empezar de cero, aunque se diga que se pueden recoger algunas cosas del proceso constituyente, y también del proyecto que presentó Bachelet, la verdad es que ha corrido tanta agua bajo los puentes y las pasiones están desatadas, que lograr un acuerdo amplio ahí me parece extremadamente difícil.
-Las encuestas dicen que gana el rechazo.
-Es posible, no lo niego. El voto de uno no está pensado donde calienta el sol, sino en lo que uno piensa que es lo mejor para el país. Como toda decisión política, es muy discutible.
-¿Leíste entero el texto?
-Sí, no solo lo he leído muchas veces, sino que lo he estudiado, he hecho informes, me he preocupado. Yo encuentro, que el texto hay que entenderlo ligado al proceso. El proceso de instalación de las nuevas instituciones es casi el momento más decisivo, porque a veces es más fácil escribir un texto, que echar a andar una reforma o institución nueva.
-Pero lo importante es el resultado más que el proceso, ¿no?
-Lo importante es ver qué pasa de aquí a diez años. Que esta constitución, si se llega a aprobar, se haga carne en la cultura política chilena. Como ocurrió con la del 25 y con la del 80 reformada. Nunca se aplicó la constitución original de Pinochet, que empezó reformada. Y con los cambios que se le hicieron después ha durado, mal que mal, hasta el estallido social. Las constituciones tienen su vigencia en la medida en que engarzan con el momento histórico, los procesos políticos y con la tradición cultural y jurídica de un pueblo.
-Lo complejo es que está muy ligada al éxito o fracaso del gobierno. ¿Si Boric sigue cayendo en las encuestas eso también afecta al apruebo?
-Los motivos del voto son bien inciertos. No sabemos cuánta gente va a votar ni qué edad va a tener. A pesar de lo que digan las encuestas nos podemos llevar grandes sorpresas.
-Ya que leíste el texto, ¿qué nota le pones?
-Es difícil, porque tendría que compararlo ¿con qué? Yo hubiera escrito muchas cosas de otra manera. Pero es natural, porque es una asamblea, tienes que confrontar con muchas opiniones, y en este caso muchos independientes. Le pondría un 5,5. Es una base suficiente. Si a este texto se le introdujeran algunas reformas, algunas puntuales y otras menores, como ciertos nombres. ¿Para qué cambiar tanto de nombre? Es inútil. Con reformas tendríamos una constitución moderna y que podría regir por un buen tiempo en Chile. Pero depende de cómo se implemente.
-¿Crees que será una campaña dura, con muchas fake news?
-Una campaña del rechazo que fuera solamente para decir lo malo que es la propuesta, va al fracaso. Tienen que decir lo que proponen en vez del texto de la Convención. La campaña del apruebo debería señalar las cosas positivas , y cómo responde a las demandas de 2019. Sin ir más lejos, la campaña de los Amarillos recuerda un poco a la del No.