El negocio global de la ropa de segunda mano
El creciente apetito del mundo occidental por la moda rápida y desechable, alimentada por el abastecimiento y disponibilidad de productos baratos fabricados en China y otros países, significa que estamos consumiendo y deshaciéndonos de cantidades cada vez más grandes de ropa.
Y alentados por las organizaciones de caridad y las compañías de reciclaje, nos sentimos cada vez más dispuestos a entregar estas prendas a tiendas, bancos de ropa o contenedores para que encuentren nuevos dueños.
Pocos disputan el hecho de que, en lugar de tirar una prenda usada a la basura, es mejor que encuentre una nueva vida.
Pero un nuevo libro revela que en países como Reino Unido y Estados Unidos, la mayoría de la ropa que la gente dona pensando que ayudará a alguien, en realidad termina siendo exportada y vendida en el exterior.
Y esto forma parte de una gigantesca industria global de ropa de segunda mano que vale US$4.300 millones.
Eso es lo que argumenta Andrew Brooks, profesor de estudios de desarrollo del King's College de Londres, en su libro Clothing Poverty.
Según cifras de Naciones Unidas, el principal exportador de ropa usada del mundo es Estados Unidos, seguido de Reino Unido, Alemania, Corea del Sur y Holanda.
Estados Unidos exporta US$687 millones a:
- Canadá US$104 millones
- Chile US$61 millones
- Guatemala US$55 millones
- India US$46 millones
- Emiratos Árabes US$30 millones
- México US$30 millones
- Tanzania US$23 millones
- Honduras US$23 millones
- Angola US$21 millones
- República Dominicana US$19 millones
Distintos lugares
El viaje de salida de la ropa donada es complejo y varía, dependiendo del tipo de prenda de ropa, encontró el estudio del profesor Brooks.
Prendas distintas terminan en distintos lugares del mundo, dice.
Por ejemplo, las camisas formales blancas regularmente terminan en Pakistán donde hay una gran demanda entre los abogados, dice. Los abrigos de invierno a menudo viajan a Europa oriental y las camisetas de manga corta y pantaloncillos cortos terminan en África.
El estudio asegura que, en ocasiones, la ropa donada incluso termina siendo exportada a los países donde fueron fabricadas inicialmente, mercados como Kenia, Tanzania, Pakistán y Filipinas.
Y muestra que gran parte de las toneladas de ropa de segunda mano donadas en Europa occidental y América del Norte terminan en las economías en desarrollo.
Bolivia
En efecto, una cantidad importante de ropa usada que se recolecta en Estados Unidos termina en América Latina, esto a pesar de que varios países en la región, incluidos México y Bolivia, prohíben la importación de estos artículos.
México prohibe el ingreso de estar mercancías a su territorio por motivos santiarios, se dice que la ropa de segunda mano es "un riesgo a la salud pública".
Y en Bolivia el presidente Evo Morales introdujo un decreto en 2006 en el que se establecía como ilegal el negocio de los "ropavejeros" (vendededor de ropa usada).
"El discurso del presidente Morales estuvo basado en la soberanía del país: declaró que Bolivia no era el basurero de Estados Unidos y por lo tanto se prohibía la entrada de estos artículos al país", explica a BBC Mundo la profesora Kate MacLean, investigadora del King's College de Londres y la Universidad de Birbeck.
La experta llevó a cabo una investigación sobre el comercio de ropa usada en Bolivia que publicó en 2013 bajo el título: "El suéter de Evo: la identidad y el negocio de ropa usada en la Bolivia "postliberal" y "pluricultural".
Y encontró que a pesar de la prohibición, ésta "es una industria enorme" en el país.
"Los mercados donde se venden estas prendas se han expandido a un ritmo extraordinario. Se calcula que unas 8.000 toneadas de ropa usada entran al país cada año, la mayoría proveniente de Estados Unidos vía Chile. Y 93% de este contrabando está valuado en más de US$40.000 millones al año" asegura la investigadora.
Así, el comercio de ropa usada se ha convertido en un polémico asunto, no sólo en Bolivia sino en otros países latinoamericanos, por los que dicen que esta industria millonaria e ilegal está sovacando la producción local.
Andrew Brooks afirma en su libro Clothing Poverty que, aunque el comercio de ropa de segunda mano ofrece empleos a algunos, por ejemplo los que se dedican al negocio callejero informal, también socava la industria textil local en muchos países, dice el experto.
Este es el caso particular en África subsahariana, donde se vende un tercio de toda la ropa donada globalmente.
Impacto negativo
Brooks apunta a Ghana como un ejemplo de un país donde la industria local se ha visto afectada de forma negativa: los empleos en las industrias textil y de ropa cayeron 80% entre 1975 y 2000.
La fuerza laboral de la industria textil nigeriana, que una vez sumó 200.000 empleados, también ha desaparecido, agrega.
En un esfuerzo por proteger sus industrias textiles, algunas naciones africanas han establecido límites en la importación de ropa usada.
Pero no todos creen que el comercio internacional de ropa de segunda mano es algo malo.
Un estudio publicado por Oxfam en 2005, concluyó que a pesar del daño a la producción textil en África subsahariana, la importación de ropa de segunda mano, en general, había ayudado a la región.
Además de ofrecer a las comunidades pobres un abastecimiento barato de ropa, el comercio también ofrece un sustento a cientos de miles de personas, dice la organización.
Pero tal como afirma Kate MacKlean de la Universidad de Birbeck, este comercio "es una cruel ilustración de las desigualdades e injusticias de la globalización".
"El comercio de ropa usada puede caracterizarse como una consecuencia del insaciable apetito de los países ricos por los artículos baratos lo cual ha conducido a una caída en los salarios en la industria de ropa".
Y estos artículos desechados en los países ricos -dice la investigadora- terminan en los países pobres creando a su vez una industria donde unos pocos se están enriqueciendo y otros intentan difícilmente ganarse la vida con la venta de prendas usadas.