Jim Mitchell y Bruce Jessen nunca habían realizado un interrogatorio real, sólo sesiones simuladas; sus tesis de doctorado fueron sobre presión arterial y terapia familiar, no tenían conocimiento de idiomas y nada de experiencia en grupos terroristas, menos Al Qaeda.
Pero tenían credenciales en psicología y un conocimiento de técnicas brutales utilizado hace décadas por los comunistas chinos. Eso fue suficiente para que la CIA los contratara para crear el plan de interrogatorios de la guerra contra el terrorismo, instaurado post atentados del 11/9.
Dicho plan fue revelado el martes por una investigación del senado de EE.UU. y ha dado la vuelta al mundo por los brutales detalles que los componen.
Hoy comparados con Josef Mengele, "Dr. Mitchell" y "Dr. Jessen", como se les conocía en la Fuerza Aérea, convirtieron los métodos de interrogatorios contra terroristas (y supuestos terroristas) en la sistematización de la tortura.
El New York Times, describe al Dr. Mitchell, como un personaje arrogante, de acento sureño. Ex miembro de la Fuerza Aérea, experto en explosivos y un vendedor natural. El Dr. Jessen, críado en una granja de papas, se unió a Mitchell para construir un negocio próspero, vendiendo servicios de interrogatorio y de capacitación para la CIA.
Siete meses después de que el presidente Obama ordenara cerrar el programa de interrogatorios de la CIA, sus consecuencias siguen creciendo. El coronel Steven M. Kleinman, un oficial interrogador y de la inteligencia de la Fuerza Aérea, quien conoce a Mitchell y Jessen, justifica el trabajo de ambos por la lealtad a su país. "Siento que su principal motivación fue que pensaron que tenían las habilidades y conocimientos que harían de EE.UU. una nación más segura". Y agrega: "Pero las buenas personas en circunstancias extremas pueden hacer cosas horribles".
Mitchell tiene 58 años y Jessen, 60. Ambos pudieron armar el plan gracias a que el ex presidente George W. Bush declaró el programa de interrogatorios de la CIA como algo lícito y lo elogió por detener los ataques. Obama, por el contrario, afirmó que su brutalidad potenció el crecimiento de Al Qaeda.
Mitchell Jessen y Asociados, alguna vez un lucrativo negocio, perdió todos los contratos con la CIA hace unos meses.