por Giles HEWITT

AFP

Samsung certificó este martes el fiasco del Galaxy Note 7 al pedir a sus socios que dejen de vender este teléfono de última generación y recomendar a los usuarios que lo apaguen por peligro de explosión.

El gigante surcoreano intenta limitar las repercusiones para su imagen de marca del caso de las baterías explosivas, una de sus mayores contratiempos comerciales, en un momento de competencia exacerbada.

Esta decisión fue saludada por la autoridad estadounidense de protección del consumidor, que formuló una severa advertencia contra los peligros de esta "phablet", tal como se llaman los modelos a medio camino entre teléfonos inteligentes y tabletas.

El anuncio del primer fabricante mundial de "smartphones" ha tumbado su cotización bursátil, que a media mañana perdía un 4,82% en Seúl.

El anuncio cierra más de un mes de debacle total para el Galaxy Note 7, lanzado por anticipado en agosto para intentar pisar al gran rival Apple.

Samsung se vio forzado a ordenar el 2 de septiembre una llamada para revisión a escala mundial de 2,5 millones de unidades del Note 7 después de ciertos aparatos ardieran al estallar la batería durante la carga.

Las imágenes de teléfonos carbonizados que han inundado las redes sociales de todo el mundo en las últimas semanas, han sido una humillación suprema para un grupo que se vanagloria de ser el campeón de la innovación y la calidad.

Desastrosa gestión de la crisis 

La gestión de la crisis por Samsung también ha sido bastante desastrosa, puesto que el grupo ha reconocido de forma implícita este martes por primera vez que los aparatos distribuidos para reemplazar los primeros millones del Note 7 vendidos también tenían problemas.

"La primera vez se puede pensar en un error. Pero lo mismo se repite dos veces  en el mismo modelo y esto generará una considerable pérdida de confianza de los consumidores", observó Greg Roh, de HMC Investment Securities.

"La razón de que los consumidores se inclinen por Apple o Samsung es la fiabilidad del producto. En esto, el daño en términos de imagen será inevitable y Samsung tendrá que emplearse a fondo para invertir la tendencia".

El grupo surcoreano justificó este martes su decisión por la necesidad de una "profunda investigación" de los incidente que le han perjudicado mucho.

"La seguridad de los consumidores es nuestra prioridad, Samsung pide a todos los operadores y minoristas que dejen de vender y cambiar el Galaxy Note 7 mientras se lleva acabo la investigación", escribió el grupo en un comunicado mucho menos sibilino que la víspera, cuando habló de "ajustar los volúmenes de producción" del aparato.

Samsung aconseja también que todos los poseedores de un modelo original del Galaxy Note 7 o de un aparato reemplazado "apaguen y dejen de utilizar" su "phablet

La decisión de Samsung fue saludada por Elliot Kaye, patrón de la agencia estadounidense de seguridad del consumidor (CPSC), que aconsejó a su vez a los consumidores que apaguen sus aparatos. 

"Nadie debería inquietarse por el hecho de que un teléfono pueda poner en peligro a personas o bienes", indicó en un comunicado.

¿Un fiasco de '10.000 millones'? 

El domingo, el gigante estadounidense de telecomunicaciones AT&T y su competidor alemán T-Mobile anunciaron que cesaban las operaciones con los Galaxy Note 7 a la espera de investigaciones suplementarias.

El lunes, un responsable de un proveedor de Samsung indicó a la agencia surcoreana Yonhap que el grupo había decidido suspender la producción del aparato.

Ciertos analistas estimaron que Samsung, dispuesto a todo para seguir a flote en un mercado ultracompetitivo, había lanzado deprisa y corriendo la producción del Note 7 en el mismo momento en que Apple intensificaba las expectativas con su iPhone7.

Sin embargo, esta "phablet" era crucial este año en el plan de crecimiento de la rama "smartphones" del gigante surcoreano, amenazado también en la gama de modelos básicos por recién llegados ambiciosos procedentes de China.

Linda Sui, especialista de telefonía móvil en Strategy Analytics, estima que este caso podría costarle a Samsung "10.000 millones de dólares o más".

"El impacto en la imagen de marca y en la confianza de los consumidores podría ser mucho peor", asegura la especialista, y añade que Samsung hasta podría tener que renunciar completamente al Note 7.

El fracaso del Note 7 es más inquietante si cabe porque se produce en un momento crítico para el grupo, embarcado en una transición generacional complicada en su cúpula.

El pasado miércoles, el fondo estadounidense Elliott Management echó más leña al fuego al proponer que el grupo se escindiera en dos sociedades independientes.

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