La compañía surcoreana Samsung estimó este viernes pérdidas operativas de unos 3.100 millones de dólares en los próximos seis meses por el fiasco del Galaxy Note 7, aunque siguió guardando silencio sobre la naturaleza de las averías, algo que amenaza con dañar a largo plazo su imagen de marca.
Samsung ha calculado este impacto negativo en su beneficio operativo de los próximos dos trimestres por la retirada de este modelo de teléfono a causa de los continuos y peligrosos casos de combustión espontánea de los terminales.
Se cree que el coste será de unos 2,5 billones de wones (2.200 millones de dólares) para el cuarto trimestre (octubre-diciembre) y de en torno a 1 billón de wones (880 millones de dólares) para el que va de enero a marzo de 2017.
Drástica revisión
El miércoles, un día después de anunciar que cancelaba la producción del Note 7, el gigante surcoreano ya anunció una drástica revisión a la baja de su previsión de beneficio operativo para el trimestre julio-septiembre (cuyos resultados se presentarán a final de mes), ya que empezó a vender el controvertido teléfono en agosto.
La cifra quedó en 5,2 billones de wones (4.585 millones de dólares), un 33,3 por ciento menos con respecto al dato preliminar que había presentado apenas días antes, el 7 de octubre, cuando la revisión y sustitución de los primeros teléfonos afectados parecía ir por buen camino.
De esta forma, el mayor fabricante mundial de smartphones ha mostrado excelentes reflejos a la hora de anticipar la cicatrices que el desastre del Note 7 va a dejar en sus balances.
A ello se suma la robustez de sus cuentas, tal y como han destacado esta semana varias agencias de calificación tras asegurar que no modificaran de momento su valoración crediticia.