En diciembre de 2014 William Mead, un bebé de un año, falleció en un hospital de Londres de causas naturales, de acuerdo al diagnóstico de los médicos.
Sin embargo, seis meses después, un forense que analizó el cuerpo del niño reveló los detalles médicos de una causa que desde entonces ha generado conmoción en el país europeo: el pequeño Mead había muerto de septicemia.
El resultado ponía de nuevo en evidencia una problemática de salud global: la septicemia o sepsis es una infección que mata anualmente a cerca de ocho millones personas en el mundo al año.
Y muchos de los pacientes ni siquiera lo notan.
La septicemia, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), se produce cuando el sistema inmunológico, o la forma en la que el cuerpo responde ante los organismos infecciosos, se sobrecarga.
El problema inicial puede ser leve y comenzar en cualquier parte, desde un corte en un dedo hasta una infección urinaria, por ejemplo.
Pero cuando el sistema inmunológico exagera su respuesta, puede causar un ataque indeseado y catastrófico en el cuerpo.
Hay muchas investigaciones en curso tratando de descubrir qué desencadena exactamente la septicemia, que afecta a unas 20 millones de personas al año.
Y que si no se trata, puede generar reacciones que pueden incluir el shock, la falla de los órganos, e incluso la muerte.
Más mortal que el cáncer de mama y próstata
Las ocho millones de muertes a causa de la septicemia en el mundo revelan que es más letal que el cáncer de mama, por ejemplo, que se cobra la vida de unas 500.000 mujeres al año.
Además, es la principal causa de muerte por infección en el mundo.
En América Latina, no existen datos generales sobre la mortalidad a causa de la septicemia, pero sí hay una constante en los informes que se publican sobre el tema: una alta tasa de mortalidad entre mujeres se da por casos de sepsis en el momento de dar a luz.
"Hay datos que apuntan a que la septicemia y las infecciones generalizadas graves podrían ser más frecuentes y acarrear mayor mortalidad en países de América Latina que en países desarrollados", anotó el médico investigador de la Universidad de Antioquia de Colombia, Fabián Jaimes, uno de los principales expertos del tema en la región.
Los países más afectados son Brasil, Colombia y Haití.
En Brasil, en particular, estudios recientes revelan índices de mortalidad alarmantes: entre los pacientes con sepsis, se registra una mortalidad de más de 58%, cuando la tasa en otras partes del mundo no supera el 33%, según detalla el experto Luiz Francisco Poli-de-Figueiredo en una investigación de 2010.
Para otra especialista regional, la médica Flavia Machado de la Universidad Federal de Sao Paulo, el acceso a la salud pública tiene que ver con estos malos resultados de supervivencia.
"La calidad del proceso de cuidado varía según el tipo de sistema. Según la información que tenemos en la base de datos del Instituto Latinoamericano de Sepsis, con datos de casi 30.000 pacientes, la reducción en la mortalidad se ve solo en aquellas instituciones que pertenecen al sistema privado", escribió Machado
Silenciosa
El caso del bebé William Mead generó un llamado de atención sobre el hecho de que la septicemia no se está detectando ni tratando a tiempo.
Según una información de la Investigación Nacional Confidencial sobre Resultados en Salud y Muerte (NCEPOD, por sus siglas en inglés), publicada en noviembre del 2015, hay alrededor de 200.000 casos de septicemia cada año solamente en el Reino Unido y hasta 60.000 muertes.
Y el secretario de Salud de Reino Unido, Jeremy Hunt, dijo que alrededor de 12.000 muertes por septicemia podrían evitarse anualmente.
Los expertos médicos coinciden.
"Muchos enfermos que ingresan en las salas de emergencia con sepsis grave son enfermos en los que se ha retrasado su diagnóstico y tratamiento, y por cada hora de retraso se incrementa su riesgo de muerte", señaló Francisco Álvarez, director del Comité Científico de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc).
De acuerdo con Álvarez, citando investigaciones generales, el 80% de los casos de septicemia se puede tratar favorablemente si se diagnostica en la primera hora.
¿Por qué puede ser tan difícil de detectar?
Los expertos dicen que la base del problema es que la septicemia, a menudo descrita como una asesina silenciosa, puede tener numerosas caras.
En algunos casos, puede ser muy obvio que el paciente tiene presión baja y temperatura alta.
Los pacientes pueden respirar rápidamente y tener un pulso acelerado, por ejemplo.
Pero al inicio, estos síntomas pueden ser confundidos con influenza u otras infecciones.
A esto se añade el consejo que se les da a los médicos generales de asegurarse de no prescribir antibióticos de manera inapropiada, particularmente para gripes virales.
¿Cuáles son las señales de alarma?
A medida que la condición avanza, los síntomas pueden empeorar y alertas más distintivas o "banderas rojas" pueden aparecer.
Estas señales varían de paciente a paciente. Pero después de discutir con varios sobrevivientes, el Fondo de Septicemia del Reino Unido ha elaborado una lista de las seis señales más comunes:
- Dificultades para hablar o confusión
- Escalofríos o dolor muscular
- Ausencia de orina
- Dificultades severas para respirar
- Que el paciente se sienta "como que va a morir"
- Manchas en la piel o decoloración
La presión sanguínea de un paciente puede caer muy por debajo de niveles normales y "banderas rojas" como estas son señales de que los órganos del cuerpo, como los pulmones, el cerebro y los riñones, no están recibiendo suficiente sangre y están empezando a fallar.
En el caso de los bebés y niños pequeños, algunos de estos síntomas pueden presentarse de manera diferente.
Pero los expertos advierten que es importante no esperar hasta que las banderas rojas aparezcan. Si se intuye que podría tratarse de un caso de sepsis, se debe buscar ayuda inmediatamente.
¿Qué se puede hacer para mejorar la atención de la septicemia?
Si se detecta a tiempo, un tratamiento relativamente simple puede bastar para salvar una vida.
Los pacientes pueden recibir antibióticos a través de una sonda. El suministro de oxígeno también puede ayudar.
Pero una vez que los órganos empiezan a fallar, los pacientes podrían necesitar apoyo adicional en cuidados intensivos.