AFP
"Oh! deseo de tus brazos, de tu ser, del fuego y la ola, del grito que nos deja al borde de otro mundo...". Las cartas de amor del presidente François Mitterrand(1916-1996) a su amante Anne Pingeot conmueven a Francia.
Las 1.218 cartas, enviadas entre 1962 y 1995 por Mitterrand a su amada, editadas por Gallimard, salieron a la venta este jueves.
Simultáneamente, en este año que conmemora a la vez el centenario del nacimiento y los 20 años de la muerte de quien fuera presidente de Francia entre 1981 y 1995, el mismo editor publica el "Diario para Anne 1964-1970", un texto íntimo con dibujos y recortes pegados.
Sorprende la calidad literaria de esta correspondencia y el estilo del estadista, quien fuera gran amante de la literatura. Algunas cartas, como la enviada en Pascuas de 1964, son vibrantes poemas de amor.
La primera de todas, fechada el 19 de octubre de 1962, es la de un tímido enamorado de 46 años. Entonces senador, Miterrand promete a "Mademoiselle Anne Pingeot" enviarle un libro sobre Sócrates. "Este libro será el mensajero que le transmitirá el fiel recuerdo que tengo de algunas horas de un bello verano", reza un pasaje.
Anne tenía entonces 19 años. Desde un punto de vista legal, todavía era considerada en aquella época como menor de edad. François y Anne se habían conocido aquel verano en el balneario de Hossegor, en la costa atlántica de las Landas, en el suroeste de Francia.
Mitterand ya había sido varias veces ministro y era un hombre casado, desde 1944, con Danielle Gouze, padre de dos hijos, Jean-Christophe y Gilbert.
Las primeras cartas no eran aún apasionadas, pero estaban llenas de ternura. El autor trata de "usted" a su amada. Sólo después de un viaje a Ámsterdam, en mayo de 1964, los dos amantes pasarán al "tú".
Tórrido erotismo
A partir de entonces, las cartas se vuelven más íntimas. Recuerdan besos y encuentros eróticos. "Amo mis manos cuando acariciaron tu cuerpo, amo mis labios cuando bebieron de ti...", escribía Mitterrand en julio de 1964.
"Amo tu cuerpo, la alegría que corre en mí cuando soy dueño de tu boca, la posesión que hace arder en mí todos los fuegos del mundo, el surgir de mi sangre adentro tuyo, el placer que arroja el volcán de nuestros cuerpos, llama en el espacio, incandescente", le escribía seis años más tarde.
A veces asoman los celos. "Imaginar que puedas pertenecer a otro, físicamente, es algo atroz", admitía en septiembre de 1970.
En diciembre de 1965, Mitterrand fue por primera vez candidato a presidente, pero seguía encontrando el tiempo necesario para escribir a su "Anne querida". Cuatro días antes de la segunda vuelta, lamentaba no haber podido acudir a una cita. "Estoy triste, triste (...) un día sin tí, es demasiado tonto", afirmaba.
En raras ocasiones, afloraba la política. Mitterrand era bastante despiadado con sus correligionarios. En una carta de septiembre de 1967 hablaba de "los socialistas, mis partidarios, idiotas y sectarios, recurren a argumentos de baja calaña".
En diciembre de 1974, Anne Pingeot estaba embarazada. El 7 de diciembre, una decena de días antes del nacimiento de su hija, Mitterrand le envió una lista de nombres posibles, y en caso de ser una niña, Mazarine era el primero en la lista. Le envía además una lista de nombres masculinos, "si por desgracia es un varón".
En enero de 1975, escribía una carta dirigida a "Mazarine querida". "Escribo por la primera vez ese nombre. Estoy intimidado por este nuevo personaje que existe ahora sobre la Tierra y que eres tú". La existencia misma de esta hija natural sería mantenida en secreto por Mitterrand y el círculo más íntimo de allegados durante casi dos décadas, hasta 1994.
A partir de 1981 y con la elección de François Mitterrand como presidente de la República, las cartas se volvieron menos frecuentes. En una de las pocas cartas publicadas de Anne Pingeot, se indicaba que el presidente le hizo saber el 9 de noviembre de 1981 que padecía cáncer de próstata y que el pronóstico vital era "de entre tres meses y dos años".
El día del funeral de Mitterrand en enero de 1996, Francia y el mundo descubrieron en la ceremonia, de pie junto al féretro no lejos de la viuda oficial, Danielle Miterrand, la figura y el rostro de la discreta Anne Pingeot.
Sin lugar a dudas, la carta más conmovedora fue la última. El expresidente, muy enfermo, descansaba en Belle-Île (oeste). "Mi felicidad es pensar en tí y amarte", escribe. Sus últimas palabras serán: "Fuiste la suerte de mi vida. ¿Cómo no amarte más aún?"