La lista de "VIP" que dicen sufrir depresión y ansiedad ha crecido considerablemente en los últimos meses: actores, músicos y celebridades que han decidido hablar públicamente de su salud mental.

El cantante Will Young reveló que sus "demonios mentales" lo llevaron a terapia y la modelo Cara Delevigne confesó que no veía otra alternativa que la muerte para salir de su depresión.

Zayn Malik, solista pop tras su renuncia a One Direction, se vio obligado a cancelar una serie de conciertos donde a los fans les devolvieron el dinero sin más: no había posibilidad de establecer otra fecha, dado el cuadro de ansiedad que padecía el músico, de 23 años.

Selena Gómez anunció el retiro temporal de los escenarios el pasado agosto y hace apenas días se internó, otra vez y de propia voluntad, para tratar su depresión.

Y hay más: la actriz Demi Lovato reconoció padecer trastorno bipolar, la cantante estadounidense JoJo batalló con la depresión al tiempo que se enfrentaba a su empresa discográfica por temas de contrato.

El irlandés Devon Murray, que es Seamus Finnigan en las películas de "Harry Potter", acaba de abrirse para hablar de sus "pensamientos suicidas", algo que la autora de la saga, J.K. Rowling, también sufrió cuando tenía 20 años menos.

Atrás parecen haber quedado, al menos para algunos famosos, las excusas torpes elaboradas por un publicista que justificaban las bajas médicas del artista con un "se ha deshidratado" o "necesita tomarse un descanso porque está exhausto".

Para muchos, la estrategia es "salir del clóset" y quitar el estigma que rodea a los problemas de salud mental.

"Hace diez años nunca habríamos visto una lista así", apunta Seaneen Molloy-Vaughan, una bloguera que saltó a la fama con su "Secretos de una maníaca depresiva".

Efecto redes

La tendencia entre los "ricos y famosos" no deja de sorprender: ¿será que todos se sienten confiados de exponer sus problemas relacionados con la salud mental y pueden hablar de ellos fuerte y claramente?

El programa de la BBC Ouch, que toca temas relacionados con la discapacidad, se encargó de indagar en los por qué detrás del fenómeno.

Y la primera explicación de los expertos viene en el bolsillo de cualquiera de nosotros: la "culpa", dicen, la tiene el celular. Una especie de microscopio para escudriñar a las personas públicas y construir percepciones sobre ellas.

"Una de las cosas que han cambiado son las expectativas que la gente tiene de las celebridades. Ahora, los fans (o incluso aquellos que no lo son) están más acostumbrados a ver su día a día por medio de las redes sociales", le dice a la BBC Mark Brown, director de desarrollo de la organización Social Spider e investigador en temas de salud mental.

El ruido de las redes y el eco en los medios tradicionales han cambiado el vínculo de manera radical.

Basta un ejemplo para percibir la diferencia: cuando Britney Spears se afeitó la cabeza en 2007, el mundo siguió su debacle por medio de las fotos de los paparazzi que se publicaron en portadas de diarios y revistas.

Hoy, ese mismo proceso se volvería ruidoso y viral en cuestión de horas, a fuerza de usuarios individuales compartiendo la información en redes.

"Así era antes, mediante los fotógrafos de farándula pero no de un modo tan abierto. Ahora hay más un diálogo con las celebridades, que han sacado del camino a los intermediarios", afirma la bloguera Molloy-Vaughan.

Incluso si la sensación de cercanía es una ficción alentada por las redes mismas, esa familiaridad es la que sienta el tono del diálogo, apuntan analistas.

Hay una "permeabilidad entre famosos y no famosos" que, claro, tiene sus costos: "Las celebrities sacrifican su privacidad a cambio de más seguidores y más fama, así que la salud mental le sigue a eso como consecuencia", apunta Brown.

¿Nuevos aires?

Otros, en tanto, consideran que en realidad la percepción de la salud mental ha cambiado en la sociedad en un sentido amplio.

"Estamos al final de una década donde se ha venido hablando de salud mental de los famosos de otra manera", compara Brown.

En los años 50, por caso, hubiera sido difícil imaginar a Marilyn Monroe o a Gregory Peck hablándole "de tú a tú" y contándole sus cuitas a la juventud estadounidense. Hoy sí… y los famosos consiguen así decenas de miles de likes en un abrir y cerrar de ojos.

"Cuando uno entiende que la gente es gente y no sólo una cara famosa, empieza a percibir cuándo está pasándola bien y cuándo no".

Bajo esta premisa, a los famosos les resulta bastante difícil esconder sus problemas de la vista -virtual pero omnipresente- de sus seguidores.

"La depresión y la ansiedad son experiencias realmente mundanas, no son interesantes…", piensa Brown.

Es como si las celebridades bajaran de ese pedestal imaginario y nos dijeran: "¿Sabes qué? Iba a salir en televisión, luego iba a volar en jet, pero en vez de eso me tengo que quedar en mi casa en pijama comiendo cereales secos sin leche porque no puedo salir a enfrentarme al mundo".

Gente como uno

Parte del problema, dice, es que al público le gusta pensar en sus estrellas de Hollywood como inalcanzables. Y el dinero y la vida de lujo que los rodea son difíciles de compatibilizar con un cuadro de dificultades psicológicas, según dicta el estereotipo.

"Nosotros presumimos que no tienen problemas. Es un shock cuando se abren y cuentan lo que les pesa".

Cuando Zayn Malik canceló sus conciertos en el verano europeo por problemas de ansiedad, su (también superfamosa) novia, la modelo Gigi Hadid, elogió su "humanidad".

"Tu valentía me llena de orgullo… tu honestidad prueba de qué estás hecho, estás siendo auténtico. El humano reconoce lo humano", le escribió en un tuit.

Pero la necesidad de abrir el corazón no siempre es buena medida, y el rol que juegan las redes sociales en estos casos está bajo escrutinio.

Seaneen Molloy-Vaughan lo cuenta en primera persona: "Fue difícil. Fue bueno a la vez y siempre valoré que la gente quisiera interactuar. Pero implicó exponerse y poner todo ahí afuera", dice la bloguera, que fue objeto de atención por sus desórdenes mentales y decidió escribir de ellos para ayudarse a sí misma y a otros.

Para algunos, un canal para compartir experiencias. Para otros, una exposición gratuita que puede generar más daño.

"Sugerimos al famoso que es buena idea exponer (su caso), ser una suerte de soldado contra el estigma de las enfermedades mentales y eso permite ponerle una diversidad de voces y caras al problema, en lugar de presentarlo como una estadística abstracta. Pero el problema es que se puede controlar cómo uno cuenta la historia pero no cómo la gente va a responder", alerta el directivo de Social Spider.

El trolling y el abuso están a la orden del día. Pero las redes también multiplican los mensajes de apoyo y aliento a los famosos que confiesan sus batallas personales.

"Espero que este descanso te mejore por completo", escribió una fan de Selena en agosto. "Tu salud es lo que más importa", acotó otra.

Y los psicólogos coinciden en que abrir el diálogo sobre salud mental a millones -en su mayoría, jóvenes- es a la larga un beneficio para la salud pública de la sociedad.

Un sondeo hecho en 2014 por Mind, una organización británica que trabaja en temas de salud mental, señaló que 28% de las 2.000 personas encuestadas pudo hablar de un problema psiquiátrico con un ser querido como consecuencia directa de una declaración pública hecha por un famoso.

Y 25% dijo, además, que escuchar a una celebrity hablar de sus dificultades los llevó a pensar en sus propios problemas y a pedir ayuda.

 

Publicidad