La neurocientífica Jimo Borjigin, profesora de neurología de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, lleva más de 10 años tratando de entender la actividad cerebral.

Esos estudios la han llevado a analizar qué pasa en el cerebro cuando estamos muriendo, cuyos primeros hallazgos los evidenció hace poco más de 10 años de manera accidental.

“Estábamos haciendo experimentos con ratas en el laboratorio. Examinábamos sus secreciones neuroquímicas después de una cirugía”, contó a BBC Mundo.

Dos ratas murieron, lo que les permitió observar el proceso de muerte de sus cerebros. “Una de las ratas mostró una masiva secreción de serotonina”, afirmó, la cual está vinculada con las alucinaciones.

Esa reacción del neurotransmisor despertó su interés. “Ese fin de semana, me puse a investigar literatura especializada porque creía que habría una explicación. Busqué una y otra vez y terminé dándome cuenta de que sabemos muy poco sobre el proceso de morir”, señaló.

Desde ese momento Jimo Borjigin no ha dejado de estudiar qué pasa en el cerebro humano cuando estamos muriendo. Lo que descubrió, asegura, va en contra de lo que conocemos.

En 2013, otro estudio con ratas, observaron una intensa actividad de varios neurotransmisores después de que los corazones de los animales se detuvieran y sus cerebros dejaran de recibir oxígeno.

La serotonina aumentó 60 veces; la dopamina, que es una sustancia química que te hace sentir bien, se incrementó de 40 a 60 veces; la noradrenalina, que te pone muy alerta, también ascendió”, comentó, de acuerdo con la publicación de BBC Mundo. Esos niveles tan altos, sostiene, “nunca los ves” cuando el animal está vivo.

En 2015 publicaron otro estudio sobre el cerebro agonizante en ratas. “En ambos, el 100% de los animales mostraron una intensa activación de la función cerebral”, señala la experta, añadiendo que “el cerebro estaba en un estado hiperactivo”.

Su más reciente estudio sobre qué pasa en el cerebro al morir

En 2023, en tanto, publicaron otra investigación en la que se concentraron en cuatro pacientes que, por diferentes enfermedades, estaban en coma y con soporte vital y que tenían electrodos de electroencefalografía.

Cuando los familiares y los médicos establecieron que no había manera de salvarles la vida, se les retiraron los ventiladores mecánicos y respiradores, con el correspondiente permiso de los parientes.

Luego de esto, los investigadores encontraron que en dos de los pacientes se registró una alta actividad cerebral vinculada con funciones cognitivas.

Se detectaron ondas gamma —las ondas cerebrales más rápidas— que están involucradas en procesamientos complejos de información y en la memoria.

La neurocientífica precisa que cuando se desconecta el ventilador de un paciente, se produce una hipoxia generalizada, es decir, falta de oxígeno en la sangre. La hipoxia generalizada siempre se asocia con un paro cardíaco, cuando el corazón no bombea sangre.

La hipoxia parece ser el tema unificador para activar el cerebro. Y es que tan pronto como se retiraron los ventiladores, los cerebros de dos de los cuatro pacientes se activaron en segundos”, aseguró.

Mientras en las ratas los científicos observaron una actividad global y todo el cerebro estaba encendido, en los humanos “sólo unas partes se activaron”, áreas asociadas con funciones conscientes del cerebro.

Una de ellas es conocida como la “posterior cortical hot zone” (zona caliente cortical posterior), que es la unión temporo-parietal occipital (TPO, por sus siglas en inglés), es decir, donde se interconectan los lóbulos temporal, parietal y occipital. “Es la parte de atrás de tu cerebro responsable de la percepción sensorial”, explica la especialista, que también se asocia con la conciencia, los sueños y las alucinaciones visuales.

“Muchos pacientes que han sobrevivido paros cardíacos y que tuvieron experiencias cercanas a la muerte (ECM) dicen que esas experiencias los cambiaron para mejor, que sienten más empatía”, afirmó.

Y es que, a lo largo de la historia, muchas personas que han estado cerca de morir, o incluso sufrieron una muerte clínica, y sobrevivieron gracias a las técnicas de reanimación, dicen haber tenido una ECM.

Algunas dicen haber experimentado un recorrido por sus vidas o recordar momentos clave. También haber visto una luz intensa o haber salido de sus cuerpos, elevarse y ver lo que ocurre a su alrededor.

Justamente su estudio del año pasado expone que en un grupo de personas que sobrevivieron a un paro cardíaco, al menos el 20% o 25% reportó haber visto una luz, lo que significa que tenían activada la corteza visual.

Borjigin reconoce que su estudio en humanos es muy pequeño y que hacen falta muchas más investigaciones sobre lo que ocurre en el cerebro cuando estamos muriendo. Sin embargo, hay algo que tiene claro tras más de 10 años enfocada en esta área.

“El cerebro, en lugar de estar hipoactivo, se vuelve hiperactivo durante un paro cardíaco (…) Necesitamos mejorar nuestra comprensión de la función cerebral durante una crisis como esa”, afirmó.

Pero, la pregunta es: ¿por qué el cerebro moribundo tiene una actividad tan intensa? “Necesitamos investigar, descubrir, entender eso, porque podríamos estar haciendo diagnósticos prematuros de muerte de millones de personas, dado que no entendemos el mecanismo de la muerte”, cerró.

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