Nakano Takeko fue una de las últimas samuráis en la historia de Japón; luchó y murió en la guerra Boshin. Nació en Edo y fue intensamente entrenada en artes marciales y educada en literatura por su maestro y padre adoptivo Akaoka Daisuke. Nakano se dedicó a ser instructora de artes marciales y formó un pequeño escuadrón de samurais. En Japón las mujeres guerreras, conocidas como onna bugeisha, eran entrenadas en el manejo de la naginata, un arma larga exclusiva para ellas, equivalente a la katana para los hombres.
Nakano y sus guerreras se prepararon para combatir en la Guerra Boshin, que fue la última gran guerra civil de Japón. El conflicto enfrentaba al bando del shogun Tokugawa, que mantenía el poder en la isla desde hace tres siglos contra el bando imperial que quería recuperar el mando. Takeko dirigió un cuerpo de combatientes femeninas que lucharon de forma independiente. Oficialmente no formaron parte del ejército porque las mujeres no participaban de la guerra.
En la batalla de Aizu, Nakano luchó con su naginata con determinación y maestría, fue una batalla estrecha hasta que recibió un disparo en el pecho. Para evitar caer prisionera en manos del enemigo, le pidió a su hermana de combate que la asistiera en el ritual de seppuku, entonces Yuko la decapitó y enterró su cabeza bajo un pino. “No se llevarán mi cabeza como trofeo”, dijo Nakano.
Hoy existe un monumento en su memoria junto a su tumba; cada año durante el festival otoñal de Aizu en Fukushima, un grupo de chicas jóvenes visten la hakama y bandas blancas en su cabeza para conmemorar la valiente lucha de Nakano y sus guerreras.