La suya no es como tantas de las historias de las bailarinas de ballet profesionales. Primero, porque Misty Copeland comenzó a entrenarse profesionalmente recién en la adolescencia, y no desde la infancia, como otras bailarinas; pero su gracia natural y talento, la hicieron brillar y hoy no sólo es un icono de la danza, sino porque se convirtió en la primera mujer negra en convertirse en la Primera Bailarina -es decir, la protagonista- de la American Ballet Company, en sus 75 años de historia. No tiene el “típico” cuerpo de bailarina y por lo mismo ha traído diversidad a este arte.
Misty comenzó bailando la música de Mariah Carey en su living; hija de madre casada y casada varias veces (a su padre no lo vio entre los 2 y 22 años), su primera clase de ballet la tuvo a los 13 años. Su profesora, Cindy Bradley, vio su talento. Y aunque en un momento su familia no podía pagar las clases, Bradley la becó y le compró las mallas. Copeland se fue a vivir con su profesora, y terminó pidiendo la emancipación de su madre. Esto terminó en una batalla en la corte; la madre de Mindy versus Bradley y su familia, que se convirtieron en los principales promotores de su carrera. La pelea fue mediática.
A pesar de todos los problemas, Mindy, a los cuatro años de comenzar el ballet, fue reclutada por la prestigiosa American Ballet Company. Ahí, pronto comenzó a brillar. Pero su metabolismo de bailarina, atrasado, cambio tras trabajar con los doctores, le llegó una pubertad tardía y subió mucho de peso – en términos de bailarina extra flaca-. Aunque al principio la afectó, sacó adelante su autoestima y su don. Coppelia, el Cascanueces, y un impresionante doble rol en el Lago de los cisnes y más; Copeland se convirtió en soloista de la ABC, y luego en su prima ballerina.
Copeland fue una de las 100 personas más influyentes de Time en 2015, bailó en shows de Prince, ha dado entrevistas en dupla con Barack Obama y es rostro de varias marcas, incluida una de ropa deportiva y con un comercial que ha sido visto más de 3 millones de veces.
