En 1981, una historia sobre un monstruo que vivía en un lago llamó la atención de Herman Regusters, un ingeniero aeroespacial del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) de la NASA.
La criatura se llamaba Mokèle-mbèmbé y era una especie de monstruo prehistórico.
Decían que se parecía mucho a un saurópodo, un dinosaurio de cuello largo.
Pero Regusters tenía la corazonada de que todavía existía, así que decidió viajar a una parte de África -que hoy pertenece a la República del Congo- en busca de la bestia.
Con unas pocas anécdotas
Tras intentar sin éxito que su jefe en el Departamento de Defensa de Estados Unidos le financiara la aventura, argumentando que podría crear mapas de la región, Regusters se pagó el viaje con ayuda de algunas donaciones privadas.
Su esposa Kia lo acompañó, junto a un equipo de lugareños, hacia el remoto lago Télé.
Pero, al igual que muchos otros, el explorador estadounidense regresó con apenas unas pocas anécdotas que compartió en charlas e informes escritos.
Dijo que había presenciado varios avistamientos, pero no tenía fotos o videos. De hecho, aseguró que una vez lo vio todo el equipo "excepto el fotógrafo".
El viaje no fue fácil. Los exploradores fueron acosados por abejas, caminaron a través de ciénagas, soportaron días calurosos y noches húmedas y frías, y sobrevivieron a juegos de caza locales.
Y, pese a todo, seguían decididos a encontrar al monstruo.
Trozos de la historia
Las referencias de Occidente a Mokèle-mbèmbé datan de principios del siglo XX.
Los visitantes alemanes y franceses de la región contaron cuentos que escuchaban de la gente del lugar sobre un gran monstruo que vivía en el bosque.
Había varias versiones.
En algunas era descomunal -comía elefantes- y en otras no era mucho más grande que un hipopótamo. Algunas decían que tenía cabeza de serpiente, otras que tenía joroba.
Pero no había pruebas documentadas de su existencia. Las películas fotográficas eran destruidas, los dibujos quemados y los archivos sonoros estaban llenos de ruido.
Y esa es tal vez la razón detrás de la perdurable fascinación hacia Mokèle-mbèmbé.
Se dice que vive en una parte tan remota e inhóspita del mundo que algunos todavía se aferran a la posibilidad de que siga vivo.
¿Están en lo cierto?
La respuesta, según Paul Barret, un paleontólogo en el Museo de Historia Natural de Londres, es un rotundo "no".
No hay manera de que una criatura de ese tipo pueda existir todavía sin el conocimiento de los humanos.
"No tenemos evidencia en el registro fósil de los últimos 66 millones de años de nada que se parezca a un saurópodo en el mundo", explica.
Dejando a un lado los dinosaurios, es difícil que un animal muy grande que habite en tierras o en lagos pueda esconderse en la jungla africana.
Hace al menos medio siglo que los seres humanos no descubren una criatura que pese más que una tonelada, dice Barrett.
"Los grandes animales necesitan grandes poblaciones para subsistir, además de grandes extensiones geográficas para colmar sus necesidades alimentarias".
La idea de que uno o dos animales gigantes se escondan en el lago Télé no tiene sentido.
Darren Naish, un escritor científico y paleontólogo, está de acuerdo.
¿Dinosaurios en África?
Algunos criptozoólogos que creen en la existencia de Mokèle-mbèmbé dice que las criaturas prehistóricas podrían persistir en África porque está "inalterada".
Pero, según Naish, este punto de vista es erróneo.
La flora y fauna del continente ha atravesado muchos tipos de cambios, antes y después de los dinosaurios.
"Incluso las lluvias forestales crecieron y disminuyeron sustancialmente con el paso de los años", dice Naish.
"Son fenómenos jóvenes a nivel geológico, y eso destruye la idea de que uno pueda esperar esas reliquias en África".
Pero ¿es posible que algunas de las historias que contaron a los exploradores estén relacionadas con otras criaturas grandes que habitan en la zona?
Tal vez, dice Naish.
Hay quien cree que una especie extinta de rinoceronte solía vivir cerca del lago Télé.
Algunos de estos animales pudieron haber sido confundidos por Mokèle-mbèmbé, añade Naish.
Hipopótamos, cocodrilos, tortugas gigantes, elefantes nadadores e incluso troncos flotando en el agua con formas extrañas pudieron haber sido malinterpretados.
Puede que no exista, pero no está solo...
Tal vez lo más inquietante es que no es algo inusual.
Además de Mokèle-mbèmbé y del mítico monstruo del lago Ness en Escocia (conocido como "Nessie"), hay historias similares en todo el mundo.
Se supone que hay un "Bessie" en el lago Erie (en América del Norte), un "Tessie" en el lago Tahoe (en California), un "Bownessie" en Inglaterra y un "Kussie" en Japón.
Barrett dice que algunas viejas historias podrían ser los vestigios de las advertencias de los padres para evitar que sus hijos se ahogaran.
Ciertos descubrimientos de fósiles pudieron haber inspirado mitos sobre su origen, dice Martin Sander, un autor de varios artículos sobre saurópodos de la Universidad de Bonn, en Alemania.
Por ejemplo, dice Sander, las piedras-serpiente de Inglaterra, unos fósiles con cabezas de serpientes que fueron talladas por humanos y que se asemejan a reptiles en forma de espiral.
En cuanto a las historias sobre Mokèle-mbèmbé, la era en la que fueron contadas pudo ser un factor clave, dice Naish.
A principios del siglo XX, había una locura por encontrar dinosaurios que era "más grande que Jurassic Park".
Es más, Sander señala que varias referencias provienen de un comerciante de animales muy conocido llamado Carl Hagenbeck quien contaba historias que había escuchado sobre Mokèle-mbèmbé.
También existía la creencia de que los monstruos habitan en lagos y pantanos.
Es el tipo de vida que la gente piensa que tenían los saurópodos hace cien años, pero ahora sabemos que vivían en tierra firme.
El hecho de que perduren esas viejas especulaciones en el mito de Mokèle-mbèmbé es otro motivo para dudar de su existencia.
Pero, pese a todo, los mitos son muy valiosos, dice Barrett.
Cualquier expedición hacia lo desconocido tiene el potencial de descubrir cosas interesantes e inesperadas.