AFP

El tigre de Tasmania estaba condenado a la extinción mucho antes de que los humanos comenzaran a cazar a este marsupial australiano, informaron este martes los científicos, que indicaron que su ADN mostraba que sufría problemas de salud. 

Los científicos elaboraron un mapa del genoma del animal, también conocido como lobo marsupial o tilacino, utilizando los restos de un cachorro guardados durante un siglo en un frasco. 

La investigación mostró que la criatura comenzó a sufrir una declive en la diversidad genética hace más de 70.000 años, lo que lo hizo menos resiliente a los cambios del entorno, antes de la llegada del hombre a Australia, que ocurrió hace cerca de 65.000 años. 

"Nuestra esperanza es que el tilacino nos puede decir mucho sobre los fundamentos genéticos que determinan la extinción, para poder ayudar a otras especies", dijo Andrew Pask, biólogo de la Universidad de Melbourne y coautor del estudio. 

Pask agregó que los investigadores podrían algún día clonar al animal para volverlo a la vida. 

"Como este genoma es uno de los más completos para una especie extinta, esto es técnicamente el primer paso para 'recuperar al tilacino', pero todavía estamos lejos de esta posibilidad", advirtió. 

El animal estuvo alguna vez presente en toda Australia pero hacia hace 3.000 años la sequía lo confinó exclusivamente a la zona de Tasmania.  

El animal se extinguió en 1936 cuando el último ejemplar murió en cautividad, después de que la especie fuera mermada por la caza. 

Los científicos descubrieron que el mapa genético del animal está más relacionado con el demonio de Tasmania, otro tipo de marsupial australiano que con el dingo, una especie de perro salvaje local, con el que comparte muchas características físicas.   

El parecido físico de ambos animales es uno de los mejores ejemplos de lo que los científicos denominan "convergencia evolutiva", un fenómeno en el que especies distantes terminan pareciéndose por el proceso de adaptación a un mismo medioambiente. 

En el caso de el tigre de Tasmania y del dingo, la cabeza y el cuerpo desarrollaron una forma similar debido a sus técnicas de caza, aunque el cisma evolutivo entre ambas especies ocurrió hace más de 160 millones de años. 

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