El rápido incremento en la expectativa de vida en todo el mundo es uno de los grandes logros de la humanidad.

Se estima que antes del siglo XIX, era de alrededor 30 años. Y aunque inicialmente empezó a aumentar solamente en los primeros países industrializados, durante las últimas décadas esa desigualdad global decreció.

Desde 1900, la expectativa de vida global promedio se ha más que duplicado y ahora está cerca de los 70 años de edad.

Ningún país del mundo tiene una expectativa de vida más baja que la de los países con la más alta en 1800.

Por supuesto, hay algunas personas que pueden esperar vivir más que otras.

Probablemente no sorprende que mientras que en Suiza la expectativa de vida es de 83,4, en Somalia es 55 (según los datos de la OMS para 2015).

Lo que sí sorprende es que en Estados Unidos, la expectativa de vida en 2014 fue de 78,9 años pero en 2015 fue 78,8, según el Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS, por sus siglas en inglés).

EE.UU. en contravía

El NCHS calculó el efecto de las86.000 muertes adicionales que hubo en 2015 comparado con 2014, un incremento de 1,2% en la tasa de mortalidad.

Por primera vez desde los 90, los estadounidenses están muriendo más jóvenes que antes.

La única vez que hubo una disminución similar en la expectativa de vida en este país fue en 1993, en plena epidemia del vih/SIDA.

Las tasas de fallecimientos se incrementaron principalmente entre los hombres y mujeres blancos, y los hombres negros. Entre las mujeres negras y los hispanos no se encontraron cambios significativos.

Los blancos de mediana edad

Hay algo que llama la atención: los blancos de mediana edad no hispanos en EE.UU. son los que se han estado enfermando más y los que más han muerto, según señala un estudio realizado por el premio Nobel en Economía de 2015 Angus Deaton y la economista Anne Case, publicado en noviembre en la revista médica Proceedings of the National Academy of Sciences.

Hay un sector de la población especialmente afectado.

"De 1978 a 1998, la tasa de mortalidad para los estadounidenses blancos de entre 45 y 54 años se redujo en un 2% al año en promedio, lo que coincide con el promedio de todos los otros países industrializados", señala el estudio.

"Después de 1998, en todos los otros países ricos la tasa sigue bajando el mismo 2% al año. En contraste, entre los blancos no hispanos de EE.UU. la tasa de mortalidad aumentó 0,5% al año".

"Ningún otro país rico ha visto un giro similar", apunta.

Eso significa que "si se hubiera mantenido (como en otros países ricos) el declive (en la tasa de mortalidad) al mismo ritmo anterior (1979‒1998), se habrían evitado medio millón de muertes entre 1999‒2013, una cantidad comparable al número de vidas perdidas por la epidemia de SIDA en EE.UU.".

O, como le dijo Deaton al Washington Post, "500.000 personas que han fallecido no deberían haber muerto".

Lo que está matando a los blancos de mediana edad estadounidenses son lo que los autores de tres estudios recientes denominan "las enfermedades de la desesperanza".

¿Por qué?

Otros estudios recientes también encontraron que desde los años 90 los estadounidenses están muriendo a un ritmo más rápido y más jóvenes.

Pero mientras que estos señalan que las dos causas más comunes de muerte para la población general siguen siendo las enfermedades del corazón y el cáncer, en lo que se refiere al grupo de blancos de mediana edad, las razones no son las usuales.

Ni siquiera son la enfermedad de Alzheimer ni diabetes, que en general aumentaron en 15,7% y 1,9% respectivamente.

La obesidad puede ser un factor subyacente en el incremento de las tasas de mortalidad para la población general.

Lo que está matando a los blancos de mediana edad estadounidenses son lo que los autores de tres estudios recientes denominan "las enfermedades de la desesperanza": alcoholismo, drogas y suicidio.

Y un dato más: entre menos educación en este grupo, más muertes.

Aunque los expertos en Estados Unidos advierten que se deben tomar las cifras con cautela, ya que los números pueden cambiar drásticamente el próximo año, muchos están inquietos.

Una de las explicaciones que los investigadores presentan son las dificultades financieras.

Los trabajos en los campos que tradicionalmente empleaban a personas sin títulos universitarios, como los empleos en construcción o la manufactura, se han ido evaporando rápidamente.

Sin empleos, posiblemente les hagan falta las redes sociales y la motivación que, como otros estudios han encontrado, pueden reducir la tasa de mortalidad.

Preocupa que el nuevo gobierno le ponga punto final a Obamacare.

Por otro lado, un estudio publicado en octubre de 2016 lleva un título que da una idea de sus conclusiones: "Vidas más cortas en los estados más tacaños: las deficiencias de la política social ayudan a explicar la desventaja de mortalidad de EE.UU.".

Los autores, Jason Beckfielda, del departamento de Sociología de Harvard, y Clare Bambrab, del Centro para la investigación de la Salud y la Desigualdad de la Universidad de Durham, en Reino Unido, indican que los estadounidenses podrían vivir casi 4 años más si EE.UU. contara con una red de seguridad social tan generosa como la de los países europeos.

Y no son los únicos estudios recientes que han concluido que a nivel nacional, un mejor acceso a la atención médica mejoraría la expectativa de vida.

Sin embargo, es posible que en unos pocos días el plan conocido como Obamacare sea anulado, lo que significaría que millones de estadounidenses podrían perder su seguro de salud.

Quizás elpresidente electo Donald Trump y su equipo tienen una idea mejor para garantizar el bienestar de los ciudadanos de esa potencia global.

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