Sores Duman es un estudiante universitario holandés de unos 20 años. Cuando llega a su residencia después de clases le gusta conversar con sus compañeros de piso pero no se trata de un edificio común.

Los residentes con quienes comparte su día a día tienen, en muchos casos, más de 90 años. El joven vive en un hogar de ancianos, el Centro Residencial Humanitas, en la ciudad de Deventer, en el este de Holanda.

El hogar halló una "fórmula ideal" para mejorar la calidad de vida de sus residentes. Allí viven gratis estudiantes universitarios, que a cambio de su alojamiento interactúan con las personas mayores en las formas más variadas, desde enseñarles a tomar un selfie hasta cómo usar un iPad para comprar por internet.

Es un sistema en el que "todos ganan", según la directora del centro, Gea Sijpkes.
"Los estudiantes no se preocupan por el dinero para su renta y los residentes se benefician con el humor y la presencia de la juventud", dijo a BBC Mundo.

Los estudiantes aprenden además a "ser más compasivos y valorar la vida", según relató Sores.

"Nuestra meta es la felicidad"

La idea nació en 2012, cuando el sistema nacional de asistencia a mayores en Holanda entró en crisis. "Hubo un gran cambio porque está previsto que el número de personas mayores se duplique en el futuro", señaló Sijpkes.

El Estado holandés anunció que sólo contribuiría al costo de residencias en caso de mayores de bajos recursos.

La directora del centro decidió ofrecer algunos estudios gratis a estudiantes en un modelo en el que "todos ganan".

"Ante la crisis financiera yo me pregunté, ¿cómo podemos mejorar la calidad de vida de nuestros residentes sin aumentar los costos?", explicó la directora del centro en Deventer.

Fue así que Sijpkes tuvo la idea de abrir la residencia a estudiantes. El edificio cuenta con cerca de 150 pequeños estudios con su propio baño y kichenette (un mesón de cocina), y la directora decidió ofrecer algunos apartamentos sin costo a estudiantes universitarios."Nuestra meta es la felicidad, queremos una sonrisa al día para nuestros residentes, que haya alegría de vivir además de seguridad".

Marty, de 91 años, y su iPad

Más de 100 ancianos viven en el centro en Deventer. Y actualmente cada uno de los seis pisos cuenta con al menos un estudiante.

"Marty me cuenta cómo fue sobrevivir durante la Segunda Guerra Mundial. Al vivir aquí casi automáticamente te vuelves más compasivo y aprecias más la vida", señaló Sores.

"La interacción se basa en cosas simples del día a día. Algunos residentes están muy interesados también en mi origen étnico, ya que soy kurdo, y también en mis amigos, en mis cursos, en cómo me va en los exámenes", señaló Sores a BBC Mundo.

Una de las compañeras de piso de Sores es Marty Weulink , de 91 años. "La ayudo muy a menudo a navegar en su iPad. Tiene el hobby de coleccionar carritos de bebé en miniatura, para muñecas, y le encanta comprarlos en un sitio de subastas online, parecido a Ebay. Así que la ayudo con eso", explicó. 

El beneficio de vivir en el centro va más allá de la renta, según Sores. "Son personas con mucha experiencia, Marty me cuenta cómo fue sobrevivir durante la Segunda Guerra Mundial, que fue una época muy dura en nuestro país. Es diferente escucharla a ella que leerlo en un libro", indicó. 

"Y además, en forma casi automática, al vivir aquí te vuelves más compasivo. Aquí eres más consciente sobre la muerte y eso te hace apreciar más la vida".

"Están orgullosos"

Numerosos estudios han constatado el vínculo entre la soledad y el deterioro de la salud en las personas mayores.

Jurrien Mentink es otro de los estudiantes que convive con los residentes del hogar en Deventer.

Una investigación de Andrew Steptoe, de University College en Londres, determinó en 2013, por ejemplo, que la falta de interacción con familiares y amigos aumenta significativamente el riesgo de muerte.

"Puede ser que estas personas dejen de cuidarse, de tomar medicamentos", señaló Steptoe.
La directora del Centro en Holanda no tiene dudas de que su idea ha sido todo un éxito.

"Desde que están los estudiantes notamos que las conversaciones entre los residentes cambiaron. Antes se centraban en la próxima cita médica, un dolor de rodilla o si los hijos vendría a visitar", señaló Sijpkes.

"Ahora comentan incluso si los estudiantes tienen pareja, cómo les fue en una fiesta, qué planes de futuro tienen".

"Como sus nietos"

Tal vez el secreto es que no se trata, como en otras residencias para ancianos, de centros que reciben visitas breves de un coro o de jóvenes que tocan música y luego se van. En el centro en Deventer lo que hay es "un diálogo de la vida normal como en cualquier casa en que vive una familia", aseguró a BBC Mundo la directora del hogar.

"Los residentes están muy orgullosos de los estudiantes, son como sus nietos. Ese contacto hace más rica su vida". Sijpkes cree que otros hogares deberían seguir el ejemplo. "Muchas personas nos visitan para ver qué hacemos, pero no he visto que muchos hogares hayan copiado el modelo", afirmó. "Espero en el futuro que muchas otras residencias hagan lo mismo. Les puedo asegurar que este intercambio diario con los jóvenes, realmente, funciona".

Publicidad