En la MET Gala realizada la noche del lunes en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, al parecer, se vieron menos excentricidades en comparación con años anteriores.

No obstante, Kim Kardashian dejó a todos impactados tras cerrar el espectáculo con un golpe de brillo: con el cabello platinado y recogido, lució un vestido beige brillante, emulando el que vistió Marilyn Monroe en su célebre canción "Happy Birthday Mr. President", en vísperas del 60 aniversario de la muerte del ícono mundial.

El look, que fue el más comentado de la noche, requirió un gran sacrificio previo por parte de Kim. Al llegar a la alfombra roja, la estrella conversó con la prensa y reveló el incómodo proceso para poder abrocharse la prenda.

"Tuve la idea de llevar este vestido, pero cuando me lo probé no me entraba. Así que les dije: 'Necesito tres semanas y me servirá'. Y perdí siete kilos", relató ante los micrófonos, según consigno Vanity Fair.

"Soy una persona con mucha determinación. Creo sinceramente que nadie creyó que podía lograrlo, pero lo conseguí", añadió.

Cuando le preguntaron cómo había alcanzado su objetivo, explicó que se había sometido a una dieta muy estricta en la que no comió "nada de carbohidratos ni azúcar" durante tres semanas.

Kim Kardashian, quien llegó al evento acompañada de su nueva pareja, el comediante Pete Davidson, luego bromeó y dijo que todos los "sacrificios" para lucir el vestido se habían terminado y que cuando llegara al hotel celebraría una fiesta "con pizza y donas".

La abrupta pérdida de peso de Kim Kardashian en sólo tres semanas es algo excepcional y no recomendable para todas las personas. La dieta de la Clínica Mayo, por ejemplo, está pensada para bajar hasta 4 kilógramos en un mes. Lo que hizo la empresaria e influencer fue, probablemente, bajo estricta supervisión de un equipo interdisciplinario.

 

 

 

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