Científicos del proyecto Breakthrough Listen, un programa astronómico que busca señales de vida en el Universo, utilizaron la semana pasada el Telescopio Green Bank, en West Virginia, para examinar el misterioso asteriode Oumuamua, una gigantesca roca espacial con forma de cilindro que hace unas semanas se convirtió en el primer objeto que ingresa a nuestro sistema solar desde otro lugar del universo.
El telescopio escaneó la roca durante seis horas con cuatro bandas de radio, y miles de millones de canales individuales, en busca de transmisiones tan débiles como la señal de su teléfono celular, publica Wired.
Descubierto por el proyecto pan-STARRS en la Universidad de Hawaii en octubre pasado, el asteroide pasó a una distancia equivalente a 85 veces la de la Tierra y la Luna, y su extraña en inusual forma oblonga despertó curiosidad entre los científicos.
También dio vida a una que otra teoría de que pudiera tratarse de un objeto de origen alienígena.
Los astrónomos dijeron que sus observaciones iniciales no encontraron nada como eso. Pero este lunes, la revista Nature Astronomy, publicó que las observaciones apuntarían a que Oumuamua tiene una corteza rocosa seca y rica en carbono que podría haber protegido un núcleo de hielo de agua en el medio del asteroide.
El escaneo de la roca se basa en que diferentes materiales reflejan la luz de distintas maneras. Al analizar el espectro que refleja un objeto, los astrónomos pueden ver cómo cambia la cantidad relativa de luz y buscar indicadores de ciertos materiales, como metales, rocas y hielo.
El equipo descubrió que la composición material de Oumuamua se parece a la de los objetos ubicados en la periferia de nuestro propio Sistema Solar.
Los astrónomos plantean que, más allá de Júpiter, los objetos están lo suficientemente lejos del Sol como para contener mucho hielo, incluso en sus superficies. Hace miles de millones de años, cuando se formaron los planetas exteriores más grandes, muchos de esos objetos fueron lanzados hacia el exterior. Algunos todavía orbitan en los límites de nuestro Sistema Solar, en una densa nube de restos helados llamada “Oort Cloud”. Otros probablemente fueron expulsados de nuestro Sistema Solar por completo.
"Si otros sistemas solares se formaron tal como el nuestro, es lógico pensar que cualquier objeto arrojado desde allí también estaría helado. Por eso que creemos que es más probable ver un objeto interestelar formado de hielo y no de roca", explica Alan Fitzsimmons, astrónomo que lidera un equipo de investigación en la Universidad de la Reina en Belfast (Reino Unido).
Los científicos realizaron observaciones entre el 25 y el 27 de octubre desde el Telescopio William Herschell en La Palma, el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO) en Chile y el Observatorio Palomar en Estados Unidos.
Los datos revelaron un tono rojizo similar al de algunos planetoides de las afueras del Sistema Solar, cuerpos formados por un núcleo de hielo recubierto de una corteza de materia orgánica, cuyo color se debe a los rayos cósmicos.
“Es fascinante que el primer objeto interestelar descubierto se parezca tanto a un pequeño mundo de nuestro propio sistema. Eso sugiere que la formación de nuestros planetas y asteroides tiene mucho en común con otros sistemas entorno a otras estrellas”, dijo Michele Bannister, coautora del estudio.
Pero cuando el asteroide pasó cerca del Sol no se comportó como un objeto hecho de hielo.
Los investigadores habían supuesto que el objeto se vaporizaría y emitiría partículas microscópicas, tal como un cometa. "Pero muchos equipos han mirado con mucho cuidado, y no hay absolutamente nada de polvo o gas saliendo de esto", dice Karen Meech, astrobióloga de la Universidad de Hawaii, quien realizó estudios y observaciones paralelas a las de Fitzsommons.
Investigaciones previas han mostrado que los rayos cósmicos desecan objetos helados, el hielo desaparece y el material que queda (normalmente carbono) se une para formar una costra alrededor del objeto. No está del todo claro qué tan gruesa es esa corteza y qué tan rápido se forma, pero Fitzsimmons calcula que tomaría unos 100 millones de años formar una corteza de medio metro de espesor.
El equipo estima que la capa externa de Oumuamua tendría unos 40 centímetros y podría haber alcanzado temperaturas de hasta 300°C Celsius durante el paso más cercano al Sol, pero habría proporcionado suficiente aislamiento para evitar que el hielo en el interior se vaporizara.
Eso plantea una siguiente pregunta para los científicos: ¿podría la corteza haber protegido vida dentro del asteroide, quizás microbios nacidos en el agua sobrevivieron a la vaporización?
Karen Meech, según cita Wired, dice que los mismos rayos cósmicos que cocinaron el exterior de Oumuamua eliminarían microbios durante una vaporización. Sin embargo, si algo estuviera enterrado en el interior del asteroide podría quedar protegido de la dura radiación del espacio.
"Eso es si hay microbios dentro. No estoy diciendo que los hay y no sospecharía que los hay (…) No es que esté en contra de buscar vida extraterrestre en el asteroide interstelar, sea microbiana o no”, dice Meech sobre el trabajo de los científicos del proyecto Breakthrough Listen y su escaneo continuo al asteroide con el Telescopio Green Bank.
"Estoy muy ansiosa de ver ese experimento", dice. "¿Sabes?, es una posibilidad remota. Este objeto es completamente consistente con un objeto natural. Pero por otro lado, no hay nada en los datos que nos permita refutar que sea artificial. Y si no haces las observaciones a distancia y los experimentos con ondas de radio, nunca se sabrá. Y la recompensa podría ser, potencialmente, enorme", dijo.