La historia comienza así: las diseñadoras, modelos e influencers Kendall y Kylie Jenner lanzaron una línea de poleras donde sus rostros se superponían a las imágenes y los logos de íconos de la música como Tupac, Notorious B.I.G., The Doors, Pink Floyd o Metallica.
Sin embargo, con el correr de las horas, y con todos los ojos de la moda y la música sobre ellas, se conoció que ninguno de los artistas implicados —o quienes manejan sus derechos de imagen— fue consultado por la firma de ropa de las jóvenes empresarias para utilizar las fotografías o la tipografía en cuestión.
Y por culpa de esa mala jugada, las hermanas menores de Kim Kardashian recibieron su primera demanda.
Michael Miller el dueño del portafolio de Tupac Shakur —su trabajo también incluye fotografías para Angelina Jolie y Jack Nicholson—, en documentos obtenidos por TMZ, acusó a las hermanas de usar sus imágenes sin su permiso y menos el de venderlas en internet a través de estas poleras.
Aunque la línea de ropa fue 'bajada' de su tienda online a las pocas horas de ponerse a la venta, el profesional dijo que nunca quiso trabajar con las Jenner debido a la mala publicidad de las celebridades.
Si bien Kylie y Kendall se disculparon, la demanda de Miller apunta a cualquier beneficio económico que haya recibido la firma de modas creada por ellas.
La semana pasada, varios familiares o representantes salieron a demostrar su molestia contra las Jenner, por su completo desatino con el afán de ganar dinero, flashes, likes y popularidad.
A través de su cuenta de Instagram, Voletta Wallace, madre del rapero también conocido como Biggie Smalls, aseguró que las poleras eran "irrespetuosas y repugnantes".
"No estoy seguro de quién dijo a @kyliejenner y @kendalljenner que tenían el derecho de hacer esto", reclamó la mujer. "No tengo ni idea de por qué sienten que pueden explotar las muertes de 2pac y mi hijo Christopher para vender una camiseta", añadió.
Jeff Jampol, gerente de The Doors y de los bienes de Jim Morrison, complementó los dichos de Wallace.
"Este es un caso de personas que se forman a sí mismos como celebridades que son famosos por ser súper conocidos, pero en realidad no hacen nada y tratan de utilizar y robar y capitalizar los legados de aquellos que realmente hicieron algo y dejaron un mensaje y un arte increíble", dijo el manager a Rolling Stone.
"Es a lo menos irónico y, en el peor de los casos, criminal de forma moral, ética y artística", cerró Jampol.