¿Una antena de televisión en el techo de una casa en 1912? ¿Una servidumbre con tiempo de ocio? ¿El tenedor de la ensalada puesto al revés en la mesa? ¿Un mozo sirviendo con una corbata blanca?
"¡Un horror!", dicen algunos televidentes de "Downton Abbey", sin duda una de las más populares series dramatizadas que ha marcado un hito en el medio de la TV.
Situada en una mansión campestre de la Inglaterra "eduardiana" de principios del siglo XX, relata los aconteceres de la aristocrática familia Crawley en el marco de la estricta división de clases y los acontecimientos históricos de la época.
Desde su estreno en 2010 ha generado una creciente audiencia mundial –más de 100 países han obtenido los derechos de transmisión- y acumulado un sinnúmero de premios y galardones nacionales e internacionales.
Los libretos excepcionales, la calidad de los actores, los niveles de producción y atención al detalle le han ganado una crítica mayoritariamente positiva.
Sin embargo hay algunos quisquillosos observadores que ha señalado lo que tildan de "errores garrafales" que han "empañado" lo que de otra manera hubiese sido una impecable producción.
La detección de errores anacrónicos y otras inexactitudes en la celebrada serie se convirtió en un pasatiempo casi tan asiduo como el ver el desenlace de cada episodio todas las semanas. Varios blogs se crearon con ese propósito.
BBC Mundo les presenta algunos de los "errores" más comentados.
Locaciones y la modernidad
Todas las series históricas enfrentan el problema de representar la época tan fielmente como se pueda.
Filmar en Reino Unido es ideal pues existen cantidades de lugares pintorescos que se ajustan al período indicado.
La principal locación de Downton Abbey es Highclere Castle en Hampshire, la mansión del actual conde de Carnarvon, unas dos horas en auto al suroeste de Londres.
Pero en varios planos se colaron una antena de televisión, un poste electrificado, una señal de tráfico moderna y unas líneas dobles amarillas en el asfalto que prohíben el estacionamiento.
Los más atentos también se quejaron de elementos de arquitectura que no se introdujeron sino hasta más tarde.
"Fantasía esterilizada"
Uno de los primeros críticos vociferantes de la serie fue el historiador británico Simon Schama que calificó la serie de una "telenovela servil" dirigida a un mercado estadounidense hambriento de "esnobismo" inglés.
A Schama le irritó en particular el revisionismo de la época eduardiana, acompañado de estereotipos y discrepancias al servicio de la "necrofilia cultural".
Por otra parte, el también historiador AN Wilson comentó en un programa de radio de la BBC que el dramatizado no era más que una "fantasía esterilizada" que no se ajustaba a las realidades de la época.
"Todos sabemos que en los años antes y después de la Primera Guerra Mundial, la vida era miserable para la mayoría", expresó.
"La idea que Downton Abbey representa el mejor de los tiempos de este país esbasura", dijo Wilson utilizando una palabra más vulgar.
A pesar de toda la elegancia, sofisticación y lujo en la que se mueven los personajes, no se proyectan las limitaciones de limpieza y aseo personal de la época.
"Los criados en el programa estaban demasiado limpios", comentó la historiadora Jennifer Newby en el diario The Telegraph.
"Realmente era mucho más mugrientos, no creo que la gente se da cuenta de que los sirvientes hedían".
Etiqueta
Hablando de servidumbre, varios televidentes comentaron que los criados en Downton Abbey parecían tener más tiempo de ocio que lo que se acostumbraba en la época. También que sus cuartos eran mucho más amplios que lo normal.
Particularmente se molestaron por la manera en que se rompía la etiqueta en la conversación entre los de "arriba" y los de "abajo".
Una criada nunca se dirigiría a su ama para preguntarle sobre la salud de su madre, como sucedió en un episodio.
"En muchas casas los sirvientes estaban obligados a voltear la cara hacia la pared cuando uno de sus 'superiores' caminaba por el mismo pasillo", escribieron en un blog.
Igualmente, los dueños de casa tampoco estarían tan interesados en la vida de sus sirvientes.
Estarían más dedicados a darles instrucciones sobre cómo cumplir cabalmente con su servicio.
La propia condesa de Carnarvon, en cuya mansión se filmó la serie, criticó la manera en que la mesa estaba puesta durante las escenas del comedor.
Citada en el diario the Sunday Times, la condesa aseguró haber dado instrucciones a los productores en la correcta colocación de la vajilla y los cubiertos pero que "lo estaban haciendo mal".
"Los vasos van de atrás hacia adelante y los ponen mal", dijo al diario. "Son esos pequeños detalles… siento, después de todo, que es mi mesa de comedor (que están usando) y obviamente no la pondríamos así".
Idioma y acento
Los libretos son un aspecto que ha sido elogiado de la serie de televisión y parte a lo que se atribuye su gran éxito.
No obstante, en internet se despertó un gran debate sobre si algunas frases y palabras en particular estaban en uso en la época en que se desarrolla la trama.
Por ejemplo, algunos televidentes objetaron al uso de la palabra "boyfriend" (novio) que, según dicen, es incorrecta para el contexto histórico.
También el concepto de "mujer profesional" para indicar a una criada que quiere abandonar el servicio doméstico para volverse secretaria.
En la segunda temporada se detectaron expresiones que no entraron al léxico inglés hasta los años 60 y frases como "Has estado tomando esas pastillas de lógica otra vez" suenan demasiado modernas.
Por otra parte, por varias referencias geográficas se supone que Downton Abbey toma lugar cerca del valle de York, en el norte de Inglaterra. Un bloguero se queja de no haber escuchado nada que se parezca a un acento norteño.
Naturalmente, en las versiones dobladas esas sutilezas se pierden.
De lo que sí no se libran los productores es de incluir en la temporada que transcurre en 1912 un tema musical de piano que no fue escrito hasta 1918.
Utilería, vestuario y ambientación
Algunos televidentes han sido particularmente ilustrados.
Uno de ellos escribió al diario the Telegraph que en una escena de cacería uno de los jinetes montaba un percherón, un tipo de caballo que en esa época sólo hubiese montado un gitano.
Las cabalgatas llamaron la mayoría de la atención de los críticos que indicaron que una mujer vestía al revés la falda de montura de amazona.
Otros observaron el uso de estribos de caucho que también son anacrónicos.
Por lo demás, el vestuario ha sido escrupulosamente atendido por la producción con la excepción de un mozo asistiendo a su amo vestido de corbatín blanco, en lugar de uniforme.
Tal vez la opinión más erudita la dio la reina Isabel II, quien está muy familiarizada con la vida en las altas esferas sociales y conoce la mansión Highclere Castle como la palma de su mano.
El escritor Brian Hoey, autor de una crónica íntima de la reina, dijo que la monarca es una confesa aficionada de Downton Abbey que sigue detalladamente la serie.
La reina le comentó al autor que por lo general la producción es acertada pero que uno de los episodios un joven militar lucía unas medallas que todavía no se habían entregado en ese entonces.
El joven oficial estaba peleando en la Primera Guerra Mundial, pero las medallas adornando su pecho no se emitieron sino hasta la Segunda Guerra Mundial.
La botella de plástico
De todas formas, así estos errores sean considerados garrafales o insignificantes, la serie Donwton Abbey es un innegable éxito televisivo que ha ganado adeptos a lo largo de sus seis temporadas.
A pesar de algunas inexactitudes históricas, una portavoz de Carnival Films, productora de la serie, dijo: "El equipo detrás de Downton Abbey aplica los valores más altos de producción y el asesor histórico del programa está a la mano a todas horas para que todos los elementos de la producción, incluyendo la escenografía, vestuario y utilería usados, sean tan auténticos y ajustados con lo que era considerado apropiado para la época".
Ese asesor parece no haber estado presente el día que se hizo la fotografía de promoción de la sexta y última temporada.
En la foto salen muy formales y bien vestidos el Conde de Grantham y Lady Edith frente a una elegante chimenea, un cuadro, vasijas antiguas y… una botella de plástico sobre la repisa.