Si bien son imperceptibles para el ojo humano, distintos microorganismos se encuentran presentes y en constante interacción con nuestra piel. En esta microbiota cutánea habitan distintas bacterias, hongos, virus y parásitos.
En este último grupo, encontramos al Demodex folliculorum, un ácaro de un tamaño promedio entre los 250-300 µm (más pequeño que un grano de sal) que vive en los folículos de nuestra piel, área también conocida como la unidad pilosebácea.
Karen Valenzuela, dermatóloga del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, lo describe como un ácaro que se alimenta fundamentalmente de las glándulas sebáceas de la piel y que se transmite por el contacto directo. Entre las localizaciones más frecuentes se encuentran la nariz, mejillas, frente, barbilla, pestañas, cejas, orejas, cuero cabelludo, cuello y pecho.
La dermatóloga enfatiza que su presencia es totalmente normal e inocua para la mayoría de las personas. Sin embargo, al mismo tiempo advierte que en ciertos tipos de pieles este ácaro suele multiplicarse de forma excesiva, llegando a causar distintas lesiones, infecciones e inflamaciones, denominadas también como demodicosis.
“Se presentan con granitos rojos, que indican que hay una inflamación. Algo muy característico de cuando una persona tiene demodicosis es que estos granitos se desarrollan en forma asimétrica en la piel. Por ejemplo, uno puede tener más pápulas y más pústulas al lado derecho que el izquierdo o viceversa”, describe la doctora Valenzuela.
De acuerdo a la plataforma Síntesis de Conocimientos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, la prevalencia de demodicosis es cercana al 90% en la población adulta general. Además, es ligeramente mayor en hombres, principalmente entre los 25 y 35 años, y poco frecuente en ancianos y en menores de 5 años.
Entre los principales grupos de riesgo se encuentran las personas de pieles grasas y quienes padecen de hipervasculización, como son las personas que padecen rosácea.
Así lo plantea la también dermatóloga del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, Andrea Cortés, quien indica que habría condiciones locales que permitirían que este ácaro se multiplique de mejor forma. “En personas que tienen rosácea se incrementa su población hasta en cinco veces, lo que conlleva a que produzca procesos inflamatorios en piel de rostro y ojos”, explica.
La doctora Valenzuela, en tanto, complementa que en el último tiempo se ha asociado la demodicosis a personas inmunodeprimidas, como es el caso de pacientes que viven con VIH o que poseen las defensas bajas, casos en los que "el ácaro se aprovecha y puede desarrollarse en mayor población”, afirma la dermatóloga.
Mantener la piel del rostro limpia y no automedicarse
Dado los efectos y causas de la demodicosis, una de las principales recomendaciones en dermatología es el cuidado preventivo de la piel. En esta línea, la doctora Karen Valenzuela aconseja mantener la piel hidratada y protegida del Sol, además de llevar una rutina de limpieza facial. “Debe ser al menos dos veces al día, porque lo que tenemos que hacer es limpiar muy bien para sacar su alimento que es la grasa”, explica la dermatóloga.
Cuando las personas llegan a padecer de demodicosis, en general los tratamientos más habituales incluyen cremas tópicas antiparasitarias con compuestos como la Ivermectina o Permetrina. “Se usan cremas con efectos acaricidas, algunos jabones que también pueden reducir su población, productos para pieles sensibles, y si el cuadro es muy severo, medicamentos orales”, detalla la doctora Andrea Cortés.
Sin embargo, la especialista enfatiza que estos tratamientos solo pueden ser recetados por dermatólogas y dermatólogos profesionales, siendo totalmente desaconsejada la automedicación por parte de los pacientes.
Al respecto, la doctora Valenzuela advierte sobre el abuso de corticoides tópicos como Betametasona, Clobetasol o Hidrocortisona, que son de venta libre, pero muy riesgosos sin la supervisión médica. “Hemos visto casos en que los pacientes se automedican y de verdad es terrible como vienen porque vienen muy inflamados, ya que los corticoides a largo plazo también estropean la piel”, advierte la dermatóloga.