Luego de picar a un intruso que amenaza la colonia, la abeja muere, pero este comportamiento suicida no representa ningún problema para nadie, pues las abejas obreras son estériles. Lo que a simple vista parece una acción altruista, no es más que la única forma que tienen para cuidar la supervivencia de sus genes: Ya que no se pueden reproducir, deben proteger a quienes portan la misma información genética.
Los pingüinos, por otro lado, necesitan acercar sus cabezas al agua para averiguar si hay peces que puedan cazar, pero ninguno quiere hacerlo nunca ¿Por qué? Al acercarse demasiado, corren el riesgo de ser devorados por otro depredador aún más grande. Así es que, como nadie se ofrece voluntariamente, debe venir un pingüino y empujar a otro para que lo haga.
Tanto las abejas como los pingüinos y también los humanos compartimos lo que el doctor Richard Dawkins, uno de los conferencistas de Congreso Futuro 2019. llama “el gen egoísta”. Su teoría se apoya en Charles Darwin, para postular que el material genético de las especies cambia de acuerdo a la competencia y supervivencia con el entorno, permitiéndonos de esta forma, desarrollar ventajas evolutivas y sobrevivir a la selección natural. Pese a esto, el científico advierte que la extinción de la especie humana es inminente.
El fin está cerca
A juicio del biólogo británico, la evolución ofrece una visión de la vida mucho más abarcadora y espectacular que cualquier religión en el mundo. Por eso se autodefine como un ateo militante y pregona sobre la necesidad de enseñar más ciencia en los colegios.
Sin embargo, pese a la evolución y a todo el esfuerzo por sobrevivir, Dawkins cree que el fin de los seres humanos es inminente. “Si tantas especies han desaparecido ¿por qué nosotros deberíamos salvarnos?” Interroga el científico, para quien la manipulación genética puede ser una ventana a la supervivencia.
“La eugenesia humana podría funcionar. Un humano podría ser convertido”, dice Dawkins, refiriéndose a la posibilidad de editar nuestros genes para mejorar o fortalecer la especie.
Un mundo feliz
La idea no es nueva y genera anticuerpos alrededor de todo el mundo. Ya hace setenta años Aldous Huxley lo adelantaba en su libro “Un mundo feliz”, una distopía en la que los niños son fabricados en laboratorios y el deterioro físico puede detenerse artificialmente.
Pero hoy esa posibilidad es real, aunque éticamente cuestionada. En noviembre del año pasado, por ejemplo, el genetista chino He Jiankiu, convulsionó a la comunidad científica cuando confesó haber modificado el ADN de dos recién nacidos para quitarles el virus del Sida.
“Hay hostilidad hacia la eugenesia voluntaria”, comenta Dawkins y explica que esto sucede porque hay personajes como Hitler que buscaron este cambio a través de políticas de exterminio para controlar la evolución. Además, es algo visto como “anti original” y que generaría la pérdida de la esencia del ser humano. Sin embargo, enfatiza en que actualmente la eugenesia se usa para cambios genéticos en animales. “La selección artificial ya es algo con lo que jugamos”, advierte el científico.
¿Editar genes para sobrevivir?
Dawkins se pregunta qué diferencia moral hay entre editar genes para entregar talento musical y forzar a alguien a tener lecciones de música, reabriendo la puerta a una discusión sensible, sobre si nuestra especie debiera evolucionar en esa dirección. El debate se da porque, en el lado positivo de la moneda, la manipulación genética permite quitar genes que nos producen daño o enfermedades, para mejorar la calidad de vida y la supervivencia de las personas.
Finalmente, para el científico lo que realmente amenaza la supervivencia del ser humano son el cambio climático, las guerras nucleares y las armas químicas fuera de control, pero a diferencia de las abejas o de los pingüinos, los humanos, dice, “no estamos condenados a actuar por nuestros genes”, podemos desafiarlos, tener nuestros propios objetivos y por lo tanto definir qué especie queremos ser.
El padre del meme
A Dawkins se le atribuye también la creación del concepto “meme” utilizado para catalogar imágenes y videos divertidos que se replican a través de las redes sociales. El origen de este vínculo se puede encontrar en su libro “El gen egoísta”, donde Dawkins propone el uso de la palabra como un término científico para definir cualquier cosa que se replique en un medio cultural.
"Necesitamos un nombre para el nuevo replicador, un sustantivo que conlleve la idea de una unidad de transmisión cultural, o una unidad de imitación. Mímeme se deriva de una apropiada raíz griega, pero deseo un monosílabo que suene algo parecido a gen. Espero que mis amigos clasicistas me perdonen si abrevio mímeme y lo dejo en meme. Si sirve de algún consuelo, cabe pensar, como otra alternativa, que se relaciona con «memoria» o con la palabra francesa même. En inglés debería pronunciarse [mi:m]"
Richard Dawkins, en El Gen Egoísta