Cuando tenía 15 años, Nicola Astudillo recibió de regalo un telescopio.
"Era feliz", recuerda, ya que desde niño le fascinaba la observación de las estrellas gracias a que sus profesores del colegio le inculcaron la afición por la astronomía.
"Muchas veces me perdía en los artículos científicos, no los entendía nada. Pero lo que más me cautivaba era el desafío de observar objetos cada vez más débiles o difíciles de ver a ojo", explicó Astudillo a BBC Mundo.
Este astrónomo chileno es uno de los líderes del equipo que encontró el planeta Ross 128 b, un cuerpo estelar fuera del Sistema Solar (exoplaneta) cuyas condiciones físicas y cercanía a la Tierra lo hacen ideal para encontrar indicios de vida.
Además, la distancia a la que se encuentra de su estrella, Ross 128, lo hace tener el calor ideal para recrear las condiciones en las que se da la vida en nuestro planeta.
"Fue súper excitante, por la cercanía de la estrella (Ross 128)", cuenta Astudillo, quien actualmente es parte del Observatorio de Ginebra, en Suiza.
"Sientes que haces una pequeña contribución a lo que es la búsqueda de planetas muy similares a la Tierra", dice Astudillo a BBC Mundo.
Ross 128 b está a 11 años luz de la Tierra, así que es el segundo planeta fuera del Sistema Solar más cercano a la Tierra solo después de Proxima b, que está a 4 años luz.
Pero éste último recibe mucha radiación de su estrella, lo cual minimiza las posibilidades de encontrar vida.
"¡Pum, salió el planeta!"
No fue hasta 1995 cuando el suizo Michel Mayor confirmó por primera vez la existencia de un planeta fuera del Sistema Solar, 51 Pegasi b.
Desde entonces, los astrónomos han encontrado más de 3.500 exoplanetas.
Como confiesa Astudillo, encontrar exoplanetas no es nada extraño.
Pero de esos 3.500 que se han catalogado, solo 50 reúnen las características apropiadas para sostener la vida como la conocemos: son mundos rocosos, de temperatura templada y que orbitan cerca de una "estrella fría".
Así es Ross 128, una estrella de las llamadas "enanas rojas" que son ideales para encontrar planetas que las orbitan donde pueda haber agua líquida y que puedan poseer una atmósfera.
Como parte de su doctorado, Astudillo estudió a Ross 128 y aplicó un método de análisis de velocidades radiales que desarrolló en su tesis de posgrado.
"Dije 'voy a aplicar este método a esta estrella, y a ver qué resulta'. ¡Y pum, salió el planeta!", relata el chileno sobre este hallazgo realizado en julio.
El logro no es individual, explica, pues es un esfuerzo en conjunto de más de 20 personas, entre las que está el astrónomo francés Xavier Bonfil, quien realizó el análisis del planeta en profundidad que fue dado a conocer al mundo el miércoles.
Para realizarlo, emplearon el Buscador de Planetas por Velocidad Radial de Alta Precisión (HARPS, por sus siglas en inglés) en el Observatorio La Silla, en Chile.
El astrónomo Mario Hamuy explica cómo es este reto: "Las estrellas emiten luz, pero los planetas muy poquita. Es como tratar de observar una luciérnaga junto a un faro gigante, a un kilómetro de distancia".
"Tomamos la luz, la concentramos con un espejo grande del telescopio, la hacemos pasar por un prisma y obtenemos el arcoíris, llamado espectro", explica a BBC Mundo.
Descubrir planetas
Proxima b y Ross 128 b son los exoplanetas más cercanos conocidos, pero no hay ni una remota posibilidad de que el ser humano pueda alcanzarlos con la tecnología actual.
Eso no les preocupa a los astrónomos, pues el objetivo es otro más importante: "Todo esto es para saber si estamos solos o no en el universo. Es la idea general detrás de todos estos esfuerzos".
"Lo primero que hay que hacer es buscar planetas parecidos a la Tierra, con condiciones similares a nuestro planeta, en donde haya elementos químicos como el carbono o agua en forma líquida", señala a BBC Mundo.
De esto se trata el análisis de estos planetas, un esfuerzo para descubrir qué hay en ellos.
"Es como cuando llegas a una casa nueva y quieres ver si tienes vecinos. Quieres saber si tienes vecinos, si son simpáticos o no. Y no por saberlo vas a ir a meterte en su casa".
"En este caso es similar. Nosotros queremos saber si la Tierra es común, si el Sistema Solar es común. Esto ayuda a saber cómo se forman los planetas", explica.
Para ponerle una cifra, Hamuy explica que alcanzar uno de esos planetas "cercanos" implicaría un viaje de unos 500.000 años con la tecnología actual.
¿Qué significaría encontrar vida?
Para Hamuy, la respuesta a esta pregunta es una: "Sería el descubrimiento más importante en toda la historia de la ciencia".
Es por eso que el siguiente paso en la astronomía para hallar evidencias de vida extraterrestres es determinar qué elementos propicios para la vida hay en otros mundos.
"Solo tenemos un ejemplo de vida y es la Tierra. Todavía se debaten cuáles son los mejores biomarcadores para buscar vida", dice Astudillo.
Hay tres principales de biomarcadores, llamados así porque son las moléculas asociadas a la existencia de vida: oxígeno, ozono y metano.
El problema es que la tecnología de telescopios actual no permite a los astrónomos "ver directamente" los exoplanetas y analizar su composición.
Pero eso puede cambiar pronto.
En la próxima década se pondrá a funcionar el Telescopio Extremadamente Grande (ELT, por sus siglas en inglés) que tendrá una capacidad nunca antes vista para percibir la luz de mundos tan lejanos.
"Si lográramos demostrar que en estos exoplanetas existe evidencia de actividad biológica, eso sería una gran revolución en nuestra manera de vernos, de saber nuestra posición en el universo", dice Hamuy.
"Daría pie a que exista vida biológica o hasta otras que se hayan desarrollado como para tener niveles tecnológicos como los nuestros. Otras civilizaciones inteligentes. Es una pregunta fascinante".