Los llaman "globe shoppers", compradores trotamundos, gente con suficientes recursos y tiempo libre como para dedicarse al turismo comercial: el "shopping" es un objetivo primordial del viaje.
Los "globe shoppers" son un ejemplo de un fenómeno más amplio, la economía del narcisismo o del Capital de la Vanidad, que se ha convertido en un mercado de proporciones gigantescas.
Según un reciente estudio de la firma Bank of America Merril Lynch, "Vanity Capital: The global bull market in narcissism" (el capital de la vanidad, el boyante mercado global en el narcisismo), este mercado mueve cerca de US$3.700 millones y se está expandiendo por todo el mundo.
Abarca a los artículos del consumo de ricos - coches de lujo, arte, yates, mansiones, alta costura, relojes, aviones privados - pero también teléfonos inteligentes, cremas de belleza, gimnasios, comida gourmet, universidades de prestigio, vinos de calidad, zapatillas de deporte, clubes privados.
El co-autor del informe, Ajay Shingh Kapur, define el criterio que unifica este consumo de distintos niveles de ingresos.
"Todos son accesorios para aumentar la autoconfianza a través de la apariencia y el prestigio. No tiene que ser un producto caro, pero no es uno barato. No entran en esta clasificación objetos meramente utilitarios como remeras o sandalias económicas para salir del paso", indicó a BBC Mundo.
El poder de los superricos
Así definido estamos hablando de un mercado que en los últimos 15 años creció de unas 140 millones de personas a unas 350 millones.
Este perfil de consumidor narcisista ha aumentado en todas las regiones.
Es una tendencia social con claro impacto en la economía y la creación de empleo.
Si se compara con otros sectores de la economía el consumo de este conjunto de productos ha crecido más que el resto.
Esto se ve reflejado en la cotización bursátil del sector.
Desde 1995 las acciones de este mercado en Asia aumentaron a un ritmo del 14,6% anual.
Compañías como Allergan (Botox), Titan (joyería) o AmorePacific (cosméticos) están pasando un período excepcional de su cotización bursátil.
"Es una de las pocas áreas de la economía mundial en que el consumo está aumentando muy por encima de la media", señala Kapur.
Ricos, mujeres y clases medias
En parte este crecimiento se explica por el aumento de una clase de superricos en todo el mundo.
En Estados Unidos el 0,1% de la población domina hoy el 23% de la riqueza nacional.
China, que en 2000 acaparaba el 2% de este mercado, hoy representa el 30% de un consumo mundial que se ha duplicado.
Otro fenómeno que ha contribuído significativamente es el pleno ingreso femenino al mercado laboral y su creciente presencia en el mercado.
Esta presencia ha impulsado sectores enteros de la producción como la industria textil o la cosmética.
El crecimiento de la clase media a nivel mundial es otro factor.
En los países emergentes se ha visto la emergencia de una clase media para quienes usar zapatillas o celulares o relojes que no sean de determinada marca es un cachetazo a la autoestima.
El ser y el parecer
El cambio demográfico hace su aporte.
En un mundo que busca su valor en el espejo y que califica al espejo por el valor monetario de lo que refleja, todas las edades buscan en el narcisismo y el autocuidado una razón de ser.
El resultado es un combate entre la apariencia del aspecto físico y la esencia del inevitable paso del tiempo, lucha desigual que este último siempre gana, aunque en los primeros rounds dé la impresión contraria.
Si los mayores, que viven cada vez más tiempo, quieren parecer eternamente jóvenes, estos se cuidan de retrasar al máximo el calendario.
Una encuesta citada por el estudio señala que el 40% de los jóvenes de entre 25 y 35 años están usando algún tipo de cuidado contra el envejecimiento.
El actor Michael Douglas ha dicho que "los 70 son los nuevos 50".
Con cierta ironía Ajay Shingh Kapur comenta que, dados los cuidados que se prodigan, los "25 son también los nuevos 50"
Ciencia y redes sociales
La ciencia ha contribuído enormemente a este fenómeno.
La explosión demográfica sería imposible sin los avances científicos y tecnológicos, no solo de la medicina, sino del conocimiento en general que nos ha permitido alcanzar un record de longevidad en muy poco tiempo.
La expansión de internet ha servido para estimular y facilitar este consumismo.
Esta es la base de la gran explosión de este mercado en las últimas dos décadas, pero Kapur destaca el papel que cumplen las redes sociales en estimular este narcisismo consumista.
"En las redes sociales con toda su capacidad de expansión el narcisismo y la envidia, la posibildiad de exhibición y la comparación atizan esta hoguera de las vanidades", señala Kapur.
El futuro
Dado que estas tendencias sociales, demográgicas y económicas son sólidas, el cálculo es que este sector seguirá creciendo y alcanzará los US$4,5 billones en 2018, un notable crecimiento de aproximadamente un 37%.
Como toda predicción sobre el futuro, esta estimación aplica al porvenir las tasas de crecimiento del pasado.
Más que ciencia exacta es especulación informada.
Pero hay factores que pueden alterar este crecimiento.
La economía es uno de ellos.
"No faltan problemas globales que pueden complicar este panorama. El impacto de una retirada plena de la Reserva Federal de su programa de estímulo financiero y una suba de las tasas de interés o la posibilidad de un proceso recesivo o incluso una deflación, afectarían este mercado", señala Kapur.
Las dificultades visibles e invisibles son muchas, desde la crisis en la eurozona hasta la volatilidad del Medio Oriente.
China ha crecido mucho en este mercado, pero el combate a la corrupción del nuevo presidente Xi Jinping ha tenido un impacto sobre el consumo de este tipo de productos.
Según le comentó al "Financial Times" un ejecutivo de una de las relojeras más importantes de Suiza, que pidió permanecer en el anonimato, antes de la presidencia de Xi Jinping 65 de cada 100 relojes de la compañía se vendían a chinos. Hoy la cifra es 25.
Nadie predijo esto, quizás porque no se analizó como esta hoguera de vanidades alimenta también la corrupción.