Los violines Stradivarius son un clásico dentro de la música, incluso tal vez la marca más reconocida y prestigiosa. Su sonido inconfundible, la escasez dentro del mercado indica que quedan alrededor de 600 violines de la marca que fundó Antonio Stradivari (1644-1737), la mitad de los 1200 que fabricó el reconocido italiano.
Su precio también es una de las características que más fama le ha otorgado. Cerca de nueve millones de dólares cuesta un ejemplar, que se encuentran en manos de reconocidos artistas, coleccionistas y gente de la realiza. Se sospechaba que había algún tratamiento detrás del sonido inconfundible del Stradivarius, pero no fue hasta que la revista Angewandte Chemie International Edition publicó un artículo al respecto en el que se supo toda la verdad.
La verdad tras el magnífico sonido de los Stradivarius
Una de las primeras personas en postular que hay una explicación detrás del sonido de estos reconocidos violines, fue el profesor emérito de bioquímica en Texs A&M, Joseph Nagyvary, hace ya unos 40 años. La razón por la que en 200 años ninguna marca ha podido igualar el sonido de esta marca, fue abordada por Hwan-Ching Tai, profesor de química en la Universidad Nacional de Taiwán. Más allá de la fina artesanía utilizada, lo cierto es que eran unos genios químicos sin saberlo, el motivo era una plaga de gusanos que se comían la madera utilizada en los violines
"Toda mi investigación durante muchos años se ha basado en la suposición de que la madera de los grandes maestros se sometió a un tratamiento químico agresivo, y esto tuvo un papel directo en la creación del gran sonido de los Stradivari y Guarneri», explica Nagyvary. Sus hallazgos fueron aprobados en una revisión de la 'American Chemical Society', a Nagyvary le faltó encontrar los elementos concretos utilizados.
El equipo a carga del profesor Tai, dio con que los elementos químicos utilizados eran sal de boro, zinc, cobre y alumbre, junto con agua de cal. Todo esto para tratar la madera de los Stradivarius. "El bórax tiene una larga historia como conservante, que se remonta a los antiguos egipcios, que lo usaban en la momificación y luego como insecticida. La presencia de estos productos químicos apunta a la colaboración entre los fabricantes de violines y la farmacia local. Tanto Stradivari como Guarneri habrían querido tratar sus violines para evitar que las lombrices se comieran la madera porque las infestaciones de este insecto estaban muy extendidas en ese momento" explica Nagyvary.
Tal vez dieron con ellos por casualidad, pero el secreto fue guardado bajo llaves "podían haberse dado cuenta de que las sales especiales que utilizaban para la impregnación de la madera también le otorgaban una resistencia mecánica beneficiosa y ventajas acústicas. Estos métodos se mantuvieron en secreto. No había patentes en esa época" afirma Navygary.
Un detalle que hay que agregar es el barniz, que no era un secreto, pero si el proceso de cómo se procesaron las tablas de abeto fresco con una variedad de tratamientos químicos a base de agua es otra cuestión. "Ese conocimiento era necesario para obtener una 'ventaja competitiva' sobre otros fabricantes de instrumentos" agrega Nagyvary, que señala que el equipo descubrió que los productos químicos utilizados se encontraban por todas partes y dentro de la madera, no solamente en su superficie, y esto afectó directamente la calidad del sonido de los instrumentos.