La revista Science reveló una serie de estudios que se realizaron a personas, en los que lograron “entrar” en sus sueños al poder comunicarse con ellos de forma compleja.

Se trata de cuatro estudios independientes hechos en Estados Unidos, Francia, Alemania y Países Bajos.

Y a pesar de que no es igual que la fantasía de “Inception”, sí es sorprendente científicamente, ya que este trabajo “desafía las definiciones fundamentales del sueño”.

Así el neurocientífico cognitivo Benjamin Baird de la Universidad de Wisconsin (que no participó en el estudio). “El sueño se ha definido como un estado en el que el cerebro está desconectado y no es consciente del mundo exterior”, indica el científico. 

Es decir, el estudio rompe lo establecido y abre puertas a amplias posibilidades, incluso, a que algún día algo similar al mundo de la película “Inception” pueda hacerse realidad.

Las investigaciones

En total, las cuatro investigaciones reunieron a 36 personas. El objetivo era comunicarse con ellas a mientras pasaban por un “sueño lúcido”. El sueño lúcido es cuando la persona se da cuenta de que está soñando, logrando tener más control y pudiendo incluso, a veces, modificar ciertos aspectos del sueño.

Con el objetivo en mente, reclutaron a personas que tienen sueños lúcidos con regularidad y otros que no. 

Luego, entrenaron a los participantes para que reconocieran cuándo estaban soñando, enseñándoles a reconocer señales (sonidos, luces o golpecitos con los dedos) que serían indicadores de un sueño.

Posteriormente, hicieron dos sesiones de siesta, una en la noche y otra en la mañana. Cada laboratorio ocupó distintas formas para comunicarse con sus participantes: desde preguntas habladas, hasta luces intermitentes.

Les pedían a los soñadores que lograban entrar a sueño lúcido que respondieran preguntas haciendo movimientos con los ojos y con la cara (moviendo los ojos a la izquierda tres veces, por ejemplo).

Los resultados

Hicieron 57 sesiones de sueño a los 36 participantes. Lograron que 6 de ellos tuvieran sueños lúcidos en 15 sesiones en total. Usaron cascos de electroencefalograma equipados con electrodos para monitorear su actividad cerebral y los movimientos de la cara y los ojos.

A estos 6 participantes se le hicieron 158 preguntas, entra las que estaban desde consultas simples a problemas matemáticos. 

Los durmientes no respondieron el 60,8% de las preguntas y el 17,7% las respondieron de formas no claras.

Mientras que el 18,6% lograron responderlas acertadamente, y solo en el 3,2% de los casos se equivocaron.

Tras despertarse, los soñadores recordaron las preguntas como parte de un sueño: un soñador informó problemas matemáticos que salían de la radio de un automóvil. Otro recordó estar una fiesta cuando escuchó al investigador interrumpir su sueño, como un narrador en una película, para preguntarle si hablaba español.

La autora principal del experimento, Karen Konkoly, neurocientífica cognitiva de la Universidad Northwestern, pretende que esta técnica pueda usarse terapéuticamente en el futuro para influir en los sueños de las personas para que puedan lidiar mejor con el trauma, la ansiedad y la depresión.

Benjamin Baird indica,por su parte, que estas "conversaciones" podrían ayudar al soñador a resolver problemas, aprender nuevas habilidades o incluso proponer ideas creativas: "El sueño es un estado altamente asociativo que puede tener ventajas cuando se trata de creatividad".

 
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